Corazón de oro

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Castle aparca el coche en el garaje y sube al ascensor para ir a la última planta. Alexis se lanza a sus brazos nada más verlo.

- Ni que hubiese estado fuera tanto tiempo.- comenta el escritor algo confuso.

- No, pero te fuiste deprimido y enfadado.- responde su hija de 17 años. Padre e hija se sientan en el sofá.

- ¿Y la abuela? Necesito hablar con ella.

- Volverá más tarde, es sobre Kate, ¿verdad?- Castle asiente, el haber estado a solas con ella le ha hecho ver que no puede perderla otra vez; sobre todo por lo que estuvo a punto de pasar.

- Papá, la abuela tiene razón, estáis hechos el uno para el otro. Cuatro años con un tira y afloja, es algo deprimente.

- Cielo, vas a graduarte y eso es lo primero ahora mismo. Respecto a Beckett...No te preocupes, ya está olvidado.- Alexis quiere invitar a la inspectora a su graduación pero no sabe si es buena idea.

Al caer la noche...

Martha abre la puerta y se encuentra a su hijo esperándola en la cocina.

- ¡Richard! ¡Qué alegría!- Pero Rick no tiene la misma expresión.

- Madre, quiero hablar contigo. Siéntate.- La mujer asiente algo cohibida por el comportamiento de su hijo.

- No hemos roto nada ni hemos celebrado fiestas si es por eso.

- No, es por Beckett. Te dije que no tomaras partido en lo que tenemos.

- Querido, Katherine se sentía fatal por las mentiras, necesitaba hacer las paces contigo. ¿Hice mal?

- Me gustaría que la próxima vez me consultes antes de tomar cualquier decisión, ¿entendido?

- Vale y ahora dime, ¿qué tal por los Hamptons?- Castle se levanta con una sonrisa maliciosa en su rostro.

- Te vas a quedar sin saberlo, será tu castigo.- Martha besa la mejilla de su hijo antes de subir a su habitación.

Rick opta por darse una buena ducha antes de acostarse, se deshace de la ropa y gira el grifo para que caiga el agua caliente que empapa poco a poco su cuerpo desnudo y agarrotado por el largo viaje.

No muy lejos del apartamento..,

Beckett también ha decidido relajarse en la bañera con aromas esenciales y una buena copa de vino. Le viene a la mente la imagen de Rick, sus labios recorriendo cada centímetro de su cuerpo.

Sus pensamientos se ven interrumpidos por el sonido de su móvil, aparece la imagen de Rick .

- ¿Qué pasa Castle, has tenido una pesadilla?

- Que más quisieras, no, tan sólo quería escuchar tu dulce voz antes de dormir. Así podré soñar contigo.- Kate no ha podido evitar sonrojarse con ese comentario.

- Bueno, pues ya me has escuchado, es una pena que sea tan tarde. Podríamos haber quedado para tomar algo.

- Inspectora, nunca es demasiado tarde.

- Para mí sí, escritor. Mañana vuelvo a trabajar, ¿recuerdas?

- Vivo a tres manzanas de tu casa, una copa y te juro que me marcho.- La idea de que Castle pase por su apartamento a esas horas...le aterroriza pero también le excita.

- No lo sé Castle, me toca madrugar.

- Vamos Beckett, ¿tienes miedo? Si ya lo sabía yo...- Mate conoce la estrategia del escritor y ahora que vuelven a llevarse bien...

- De acuerdo, pero Una copa y te vas.- Rick sonríe, se pone unos vaqueros y una camisa.

- En quince minutos estoy allí.- y cuelga.

Beckett sale de la bañera, elige una camisa de tirantes y unos shorts, no es una cita, es una copa y nada más. Transcurridos los quince minutos, se escucha la puerta.

- Buenas noches, detective.

- Hola Castle, veo que tenías ganas de venir.

- Antes que aguantar los monólogos de mi madre, hubieses hecho lo mismo.

La pareja se acomoda en el sofá acompañados de una copa de vino. Ninguno dice nada, se limitan a beber y compartir alguna que otra mirada.

- Mañana me llamarás si hay algún cadáver, ¿verdad?

- Por supuesto, después de ridiculizar a Gates...Tendrás que ser más puntual que yo.

- Soy imprescindible en la comisaría y lo sabes aunque te cueste admitirlo.

- Si tú lo dices...- Castle acorta la distancia, ya no existe esa tensión que empezó desde el primer día que se conocieron; ambos saben los sentimientos del otro pero persisten en luchar contra ellos.

- Rick...- ya se besaron hace un año pero era por el caso, esto es completamente distinto. Ninguno se aleja, se dejan llevar.

- Podríamos intentarlo, Kate, estamos solos. Y ninguno ha tomado nada en mal estado.

- Yo...yo...- las dudas asaltan la mente de la inspectora, una parte desea a ese hombre pero la parte superior...pone objeciones.

- No lo pienses, limítate a disfrutar, por favor.

- Vale.

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