De ella sé tanto...

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La conozco completa, tan entera, como tan desnuda y vestida de pies a cabeza, sé donde exactamente es un poco dispareja y en donde puedo ver lo perfecta que es ella, así, sí de imperfecta y compleja, aunque se acompleja y no siempre aprende de las moralejas que la vida le deja, nunca me creyó que amaba hasta sus ojeras, mas sus pestañas y sus cejas que son mis rejas para que no deje de verla y es que yo sé hasta cuanto mide cada una de ellas, acomplejada de sus piernas y de entre ellas pero era única y preciosa hasta sin necesidad de en mis manos poseerlas.

De ti sé tanto, ¿y que mejor manera de explicarlo que en estos versos que conforman este humilde poemario?

Es que... Sus gustos raros, sus malos hábitos, sus antojos inesperados, sus dichos descabellados, su lado dulce y mal pensado.
Ella conmigo solía ser quien verdaderamente es, podía reír y decir sin miedo o vergüenza tener, podía hacer el amor conmigo por amor mutuo y no por un simple placer, siendo así podría hacérselo hasta el amanecer con absoluto amor, respeto y sensatez.
-No interesa que sea en inglés pero esto me recuerda una canción; "Sex ain't better than love", de Trey Songz-.

La conozco tanto que podría decifrar la cantidad de cabello que posee sin saber calcular una cifra sobre ello.
Le conozco su estado más hermoso, su peinado más precioso y su moño hecho a como salga, que las chicas suelen hacerse, tan famoso, lindo pero desastroso y en ocasiones un poco gracioso.
La conozco tanto que podría olvidarme de como soy yo, pero le podría recodar como y donde o porqué razón ella es así, que no tiene ni que pedir, porque con una mirada hacia las nubes te ha de subir...

La pequeña mancha de su espalda, la que yo tanto besaba porque la amaba, por la que tanto le peleaba a ella para que no la enseñara, me sentí dueña de su hermosa mancha, de su espalda, de cada pestaña e imperfección de su cara.
Ella es infantil por momentos, seria cuando ve algo molesto,
consentida en mis brazos, aquellos en que parecíamos un lazo que por más que intentaran no lograban destrozarlo,
seductora con su forma tan sensual de bailar, hablar, mirar, cualquier otro verbo que termine en "ar", pero es que todos mis sentidos sólo esa chica pudo llegar a dominar, ¿es posible qué por eso no me he querido marchar?
¿Éste amor se ha vuelto inmarcesible; imposible de marchitar?
Que me llamen idiota, no me importa, pero yo, en una ruidosa vida como tan silenciosa forma, de seguro a ella la he de amar.

Tomé clases de su vida sin maestro tener, es que le conozco tanto, hasta el aroma de su piel, su gusto por el atardecer, en fin; su forma de ser, sé que incluso sin tenerme a su merced, si algún día leyese esto se llegará a estremecer... Esté donde esté deseo que se encuentre bien, aunque nadie le ama o le cuidaría como yo lo solía hacer.

- L.U.G
Madrugadas de poesía estilo Urbina.

23 de septiembre de 2015, 2:12 AM

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