capitulo 1

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Mi nombre es Ainara. Hace ya muchos, realmente muchos años que volví de mis vacaciones en Misiones. Sin embargo, siento que jamás volví realmente de aquel lugar. Los recuerdos del verano de 2008 están tan vivos en mi memoria como si tan solo hubiese ocurrido ayer.

Como todos los años, esa mañana de enero, salimos de viaje junto al alba. Dejábamos atrás aquel suburbio bonaerense para ir a Aristóbulo del Valle, todos felices, menos yo. Con mis 17 años, en plena rebeldía, lo que menos deseaba era irme"al medio del monte", como solía decir, deseaba quedarme para salir con mis amigos y divertirme de verdad.

-Ainara hace el esfuerzo y cambia la cara- dice mi papa con severidad tras dos horas de viaje observando mi contraído rostro por el retrovisor.

Como les decía, estaba muy rebelde, así que puse los ojos en blanco, me conecte los audífonos del mp3 y mire para otro lado, alejando mi vista por la ventanilla del Peugeot 406 rojo. Rojo, tierra misionera. Selva, sin amigos. Aburrido. Volví a poner mis ojos en blanco, rascándome la cabeza con nerviosismo, alborotando mi ondulado cabello castaño. Por el retrovisor veo el rostro afligido de mi madre, sus ojos azules perforan mi alma como solo ella puede hacer, y rasga mi rebeldía para dejarme con un punzante sentimiento de culpa. Bien. Voy a hacer el esfuerzo, pero solo por mis padres. Quizás sobreviva, esta mi prima Naiara, no me aburriré tanto.

Me despierto de mi sueño en el incomodo asiento del Peugeot y, al ver por la ventanilla, se que estamos a punto de llegar. La tierra colorada se extiende a los lados de la ruta y el abrupto cambio a color verde intenso delatan a Misiones inmediatamente. Ah! Y los cerros. Por el retrovisor veo la felicidad de mis padres al observar el paisaje. Bueno, odio venir a este lugar, y aun estoy muy enojada porque no me dejaron quedar en Buenos Aires, pero ver la alegría de mis padres al volver a su lugar de origen me hace sonreír.

Entramos por un largo camino de tierra colorada, muy conocido por nosotros, ya que es el camino que nos lleva a casa de mis abuelos y tíos. Luego de hacer uno de los 6 km para llegar a la entrada de la chacra, noto que la señal ya se ha ido, para no volver por el resto de la semana que estaremos aquí. También noto como aflora mi mal humor nuevamente. ¿Cómo hace Naiara para vivir si quiera en un lugar así? Ni siquiera el centro de la ciudad tiene buenas propuestas, ni cines, ni casinos, ni discotecas, nada. No puedo entender cómo se divierten en este lugar.

Perdida en mis pensamientos - o mejor llamado reproches- no noto que estamos llegando hasta que mi madre me saca los audífonos y el mp3.

-Hey! Mama que haces?- grito totalmente furiosa y desconcertada.

-Nada de audífonos mientras lo que dure la estadía en Misiones Ainara- replica mi mama de forma tajante, y yo pienso que en algún momento podre encontrarlo, seguro lo guarda en su cartera en el "bolsillo secreto", que no es tan secreto pero prefiero no comentárselo, lo descubrí cuando tenía 10 y desde entonces puedo superar mis castigos sin problema.

-espero que socialices como una persona normal Ainara, no quiero escándalos, compórtate como corresponde. Vas a saludar con una enorme sonrisa a tus tíos y abuelos y vas a jugar con tus primos. Y no hay peros!- me sermonea papa con el seño muy fruncido y, mientras el estaciona frente a la casa yo replico en mi mente : "jugar con mis primos? Tengo 17 años papa ya no soy una nenita". Pero no lo digo en voz alta, soy rebelde pero no suicida, eso lograría que también me saquen mi teléfono. Además ya no quiero discutir, no después de haber llevado la contraria todo el viaje y un mes antes a este, ser rebelde es desgastante.

Preparo mi falsa sonrisa de "oh que feliz que estoy de haber venido", y bajo del auto. Papa deja el Peugeot en el portón de entrada y nos dirigimos hacia la casa, unos 20 metros al fondo se alza una bonita casa amarilla con tejas rojas, descoloridas por el paso del tiempo, a los lados de la puerta principal de madera oscura, hay dos ventanas muy grandes con rejas blancas. A la izquierda está la plantación de té, y a la izquierda, a lo lejos noto el potrero. Todo está como el año pasado, nada cambio. Me pregunto porque nunca remodelan la casa, es bonita pero podría serlo aun mas, y más moderna. En fin, sobreviviré.

El reflejo de mi deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora