Capitulo 2

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Intente fingir alegría, de todas formas sé que mis padres no se lo creyeron. No sé cómo, pero logre escapar de ese bullicio y también de la realidad que me aplasto.

Me encuentro caminando en dirección al monte detrás de la casa de los abuelos. Sé que conecta con el valle del Cuña Pirú, conozco bien el camino para llegar allí, el abuelo Felipe siempre nos llevaba de excursión, nos contaba historias que, en aquel tiempo, me parecían fascinantes, nos decía que en Misiones la naturaleza era el corazón de todo, lo que hacía latir a la provincia y a sus habitantes. Nos poníamos muy tristes cuando nos contaba que eran pocos los que hacían lo posible por cuidarla y defenderla ante todo, pero el orgullo hinchaba mi pecho al saber y ver con mis propios ojos que él era una de esas pocas personas que cuidaban de la selva, y que lo harían por lo que su vida durara.

"siempre, siempre valoren esto mis guainitas, el hombre jamás podría vivir sin la naturaleza, es por eso que Dios la creo primero, y luego a nosotros. Porque dependemos de ella y porque hay que cuidarla". Esa frase la tengo grabada en mi mente, el abuelo la repetía siempre.

Aun creo que tiene razón, pero no quería venir porque yo no pertenezco aquí, yo soy un bicho de ciudad, yo... yo...

Y mis pensamientos se interrumpieron cuando tropecé con unas raíces y caí rodando por una pronunciada bajada. Mientras caía, reforzaba mi punto de vista sobre porque no debía venir. No paraba de rodar hasta que choque con un árbol.

Me duele todo. Me levanto lentamente y corro mis ojos sobre el ejemplar que detuvo mis giros. Oh, un pino Paraná, el árbol favorito del abuelo. Estoy tan enojada, me sacudo bruscamente y comienzo a caminar sin prestar atención, con un paso fuerte, golpeando el piso con mis pies, como si este tuviera la culpa de todo.

Yo no quería venir a este lugar, mis padres nunca me escuchan. Yo no quería un hermanito, ni siquiera me lo preguntaron, o al menos me lo hubiesen contado antes. Pase una gran vergüenza en frente de toda la familia, dieron lugar a que Pablo me molestara, y tendré que soportarlo quien sabe por cuánto. Ni si quiera tengo señal para mi celular, voy a aburrirme tanto. Ya no quiero oír las historias de mis abuelos, yo solo quería quedarme en casa...

Y mis pensamientos se detienen cuando vuelvo a chocar torpemente, pero esta vez con un alambre de púas. ¡Auch! Estoy a punto de soltar las peores maldiciones que se, cuando veo un cartel del otro lado del alambrado de púas: "PROHIBIDO EL PASO: PELIGRO". Pero nada aquí parece peligroso. El alambrado se pierde entre los árboles, y del otro lado solo hay más selva, como si alguien hubiese querido dividir el terreno, solo porque si.

Agudizo mi oído y oigo el débil murmullo de lo que parece ser un arroyo. ¿Un arroyo? ¿Cuál será? Por un momento soy consciente de que no sé donde estoy. Pero algo en mi parece haber despertado, y no me preocupa la posibilidad de perderme, solo quiero entrar y ver de qué se trata.

Paso con cuidado el alambrado de púas, y fácilmente estoy del otro lado. Siento una gran curiosidad, la selva parece ser la misma, salvo por el murmullo del arroyo, que parece estar llamándome. Camino un tramo hasta que la vegetación se hace enmarañada, y puedo divisar a lo lejos, agua, además de que el ruido se ha hecho mas fuerte. Comienzo a apartar las ramas y a hacerme paso entre la tupida vegetación, hasta que llego mas cerca, y lo veo.

Una hermosa pero pequeña cascada, creo que tendrá un par de metros de altura, y desemboca en algo que parece un pequeño lago. El lugar está rodeado de densa vegetación y solo un alambre rodea el perímetro del agua y la cascada. Me acerco como hipnotizada, el lugar parece muy común de Misiones, sin embargo es muy misterioso. Y me convenzo mas de esto último cuando el agua cristalina me deja ver el fondo y noto como está cubierto de monedas.

Como por arte de magia recupero mi raciocinio y veo que esta atardeciendo: debo volver inmediatamente. Pero de algo estoy segura: voy a regresar a este misterioso lugar.





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HOLA! Capitulo corto, pero voy a tratar de actualizar un poco mas seguido, si me tienen paciencia van a leer una buena historia.
En la imagen se observa el pino paraná ( Araucaria angustifolia), el árbol con el que chocó Ainara, muy típico de Misiones, es una especie protegida.




El reflejo de mi deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora