Capítulo 9

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Maratón 2/3
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Co-escritora @edwardsjessie
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Querían que reconociera que se merecía una paliza, aquel no era un numerito nuevo para Liam, había oído cosas parecidas antes, a veces, dirigidas a él con voz ebria y arrastrando las palabras. Al final todo era igual, solo tenía que parecer manso. - Sí señor.

- Bien, eso es un comienzo Liam. Ahora quítate la ropa y sígueme.

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Uriel lo dijo tan serenamente, que por un momento Liam no fue capaz de procesar las palabras. ¿Desnudo? ¿Tenía que estar desnudo para recibir una paliza? Oyó a Niall sisear entre sus dientes a su lado, y vio que se había puesto muy tenso. El temor de que Niall dijera algo que llamara la atención sobre sí mismo, puso a Liam en movimiento. Se quitó su camisa ensangrentada y rota, que cogió de su mano el escalofriante y silencioso hermano Simón, que le miraba como un gólem. Un gólem corpulento que necesitaba depilarse su única ceja. Liam se quitó toda la ropa, obligándose a no ocultarse detrás de sus manos. Decidió que iba a quedarse allí parado, e iba a actuar como si estuviera vestido. "¡Que les jodan, a ellos y a sus métodos medievales!"

Agarrando a Liam por el hombro, Uriel le guio fuera de la capilla, mientras Niall le seguía, andando entre Simón y Elías. Liam abrió los ojos alucinado, cuando vio una gran cruz en una esquina de la sala principal, con su base sólidamente encajada en un agujero que había en el suelo de piedra. Varias correas colgaban del travesaño, y Liam pudo imaginar perfectamente cómo funcionaba. Diablos. Miró un momento a Niall, solo un segundo, para tranquilizarle. No quería que Niall dijera ni pío.

- Adelante, hijo.

Uriel empujó a Liam por la zona de los riñones, y le enseñó cómo colocarse en la cruz para aquel "ejercicio", apoyando los pies del chico sobre el pequeño bordillo que había en la base de la cruz. Liam había sufrido abusos físicos anteriormente, pero nunca en modo de ritual, por lo que no estaba seguro de en qué iba a consistir aquel acto, y no quería que Niall tuviera que quedarse allí y ver nada de aquello. Liam intentó no reaccionar cuando sus muñecas fueron atadas a las vigas, levantando sus brazos hacia arriba y hacia los lados, forzando sus hombros. No había ninguna holgura en los brazos atados, e incluso sentía su pecho tirante por la fuerza de estos. La presión en su cuerpo fue inmediata, y estaba seguro, por la suavidad de la madera, que había sido utilizada a menudo. No era el primero al que ataban a aquel artilugio.

Le supuso un gran ejercicio de autocontrol no decirles un par de cosas a Uriel y a sus santos salmos. Cabrones. Mojigatos hijos de puta. Mejor no pensar en cómo el estado estaba pagando a Uriel Hope por mantenerle y cuidarle. Se mordió la lengua, para mantenerse callado. Apoyó su frente en la madera, mientras oía rezar a Elías y a Simón, una retahíla repetitiva, que parecía casi más un canto. Liam, se concentró, escuchando con atención, pero no pudo oír ni un solo sonido de Niall.

El silbido alertó a Liam un segundo antes de sentir el latigazo en su espalda. Había esperado un cinturón, quizá una vara, pero el golpe fue agudo y rápido. Su cuerpo intentó encogerse, pero no había margen, no tenía escapatoria. Estaba atado a la cruz, sin posibilidad de moverse. El látigo cayó otra vez sobre él, fino como una serpiente cubierta de dientes, enroscándose en su piel dorada y abriéndola con facilidad. Liam no gritó. Tenía aquella norma grabada en su mente, que suplicar o montar un escándalo, no mejoraba las cosas. "Nunca alimentes a la bestia que se ve en los ojos de tu atacante cuando estás a su merced. No le des nada".

Por un momento, sintió la necesidad de esconderse dentro de su propia mente, escapar de su cuerpo todo lo que pudiera, pero no podía hacerlo. Se reveló contra el instinto de abandonarse a su mente, porque aquello significaba dejar a Niall atrás de alguna manera. Liam maldecía que nadie se hiciera cargo de Niall, que nadie intentara salvarle de ser golpeado en la escuela.

Mi luz en la Oscuridad - Niam -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora