La Joven Del Libro Rojo

Respírame.

Karen.

"Te necesito tanto, el vacío cada vez es más hondo, te necesito tanto, vuelve, por favor, no te alejes, no te vayas, ven, quédate, acércate, no me dejes, que sin ti no puedo, no puedo hacerlo sola"

Abrí los ojos de impulso, y en un segundo ya estaba despierta completamente.

-No puede ser, otra vez ese maldito sueño no me deja dormir-Pensé.

Miré al techo con la mente en blanco por unos cinco segundos y luego pasé mi brazo hacía la mesita de noche, tomé mi teléfono, eran las 4:35 am.

-Media hora más para dormir, oh si.-Me acomodé hacía la derecha y seguí mirando el teléfono.

-Mensaje de Scarlet-Leí. 

"Vida, ¿Ponemos Cam? Mañana te ayudo con las respuestas de política, pero ahora solo acompáñame ¿Si?"

-¿Mañana? Que pendeja, el examen es hoy.-Mensaje enviado a las 3:36, debe estar despierta aún, bueno si lo está, no durmió en toda la noche, ja.

La llamé, pero no contesto, me tiene muy preocupada, casi asustada, desde hace días esta muy, muy... No sé, extraña. El teléfono sonó.

-¡Scar! ¡Scarlet!
-¿Señora Green? Soy Karen, Scarlet no está aquí.
-Karen... Vee.. ¡Ven! ¡Ya!-Gritó sin alientos. 

Su tono de voz me causó una presión en el pecho, como si no pudiera hablar, como si el mundo se me hubiera caído encima. Me levanté de golpe y quedé frente al espejo.

-Señora Green.. ¡¿Que sucedió?!
-Karen, mi hija está muerta.

Me sentí liviana, como un fantasma, sin alma, me derrumbé ante esas palabras, solté el teléfono, como si todo estuviera en cámara lenta, sentí eternos los segundos en que el teléfono tocó el piso, en mi reflejo, ví mis ojos, vacíos, sin nada, y ese nudo en la garganta que te avisa que te has roto, no respiré, me ahogué, dí dos pasos, me tiré al suelo, la ansiedad me inundaba, la sangre corriendo por mi cuerpo, la sentía.

-¡Mamá! Por favor... ¡Mamá! -Grité mientras la confusión y un ardor insoportable recorrían mi cuerpo y mi mente. 

Abrí la pequeña puerta del pasadizo, como si no tuviera fuerza, entré, me arrastré, quería correr pero el peso me mataba, no podía moverme, gemía, pedazos de mi caían en cada lágrima, sentí la puerta del otro extremo, la empujé con la fuerza que me quedaba pero era nula, empujé y otra vez y salí. Ví a la señora Green, sin fuerza, sus ojos vacíos, sus lágrimas incontrolables, arrastrando el cuerpo casi si vida de su hija, hacía la puerta, había sangre, mucha sangre, la ventana estaba abierta, las cortinas separadas, las rejas rotas.

-¡Dios mio! ¡¿Qué mierda es esto?! ¡¿Quién hizo esto?! - Reaccioné. 
-Yo, no, no escuche, no vi, no pude. ¡Ayúdame! Karen por favor ¡Mi hija! ¡es lo único que tengo!

Caminó hacia mi como si sus piernas no respondieran, se dejó caer y yo la sostuve sacando fuerzas de donde no las tenía, ella cerro sus ojos como si estuviera dándose por vencida, mi cuerpo estaba sumergido en la ansiedad, no me atrevía a acercarme a Scarlet, la sangre me estaba mareando, escuché la sirena de una ambulancia, un grano de esperanza llenó mi alma, reaccioné por segunda vez. 

-Ayúdame a sacarla de aquí, ella no está muerta.- Le dije.

Toqué el cuello de Scarlet, nada, su muñeca, nada, empecé a desesperarme, pero debía mantenerme calmada.

Noté la puerta abierta, los vecinos observaban desde sus puertas aterrados, Matt, un amigo de infancia que vivía en el tercer piso, bajó a toda velocidad por las escaleras, entró al lugar, tomó a Scarlet como a una muñeca de trapo, la sacó y corrió hacía la puerta principal, todos miraban impactados y asustados, la señora Green y yo corrimos detrás de Matt, los paramédicos la recibieron y una doctora revisó sus ojos con una linterna, o algo así, ordenó a los jóvenes que la subieran a la ambulancia, permitió que las dos entráramos y a toda velocidad se movió el camión mientras la doctora conectaba a Scarlet e ignoraba las preguntas de la señora Green, pero por lo menos yo sabía que estaba viva, no iban a conectar a un muerto.