Capitulo 22

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El sábado por la mañana, la despertó el teléfono muy temprano. 

-¿Diga? -consiguió decir somnolienta, se aclaró la garganta y miró el despertador. Las seis y media. 

-¿Te he despertado? Soy AJ. 

-¿AJ? _____ se sentó inmediatamente en la cama-. No, no, estoy despierta -o por lo menos lo estaba en aquel momento. 

-Escucha, tengo que volver a la ciudad y me preguntaba si estarías libre esta noche. Sé que te aviso con muy poco tiempo, pero el otro día lo pasé tan bien... 

-Yo también -contestó rápidamente, sin detenerse siquiera a considerar los planes que tenía para aquel día-. ¿Te gusta bailar? Porque esta noche toca un grupo nuevo en la ciudad y necesito una pareja -contuvo la respiración y cruzó los dedos. 

-No bailo mal. Los fuertes brazos de mi madre me introdujeron en el mundo del baile cuando estaba en el instituto. Me decía que a las chicas les encantaba bailar. 

-Y tenía razón. 

-Sí, con el tiempo me he dado cuenta. ¿Paso a buscarte a las siete y media? 

-Perfecto -le dijo. Le explicó cómo podía llegar a su casa. 

-Entonces, hasta esta noche -se despidió Rafe en cuanto terminó de darle las instrucciones. Se interrumpió un instante y le dijo más serio-: Siento no haberte llamado para decirte que había cambiado de planes. 

-Me has llamado ahora -contestó _____, alegrándose de poder mostrarse tan natural-, no hace falta que te disculpes.

-Muy bien -contestó Rafe, suspirando de alivio-, estoy deseando verte -añadió con voz ronca. _____ casi podía sentir el calor de su aliento. 

-Yo también -contestó, estremecida de placer. La había llamado justo a tiempo. Casi como si le hubiera leído el pensamiento. O como si hubiera leído el correo que le había enviado a Rafe. Aquella noche, contaría con la compañía de un hombre al que conocía y además podría utilizar aquella segunda cita. Iba a poder escribir sobre las secuelas de una aventura. ¡Yupiii!

Rafe desconectó el teléfono y se frotó los ojos, que le escocían como si hubiera estado en medio de una tormenta de arena. Estaba en la zona de alquiler de coches del aeropuerto de Phoenix y había tenido que cancelar todos los planes que tenía para aquel fin de semana, pero había merecido la pena con tal de ver a _____ otra vez. Sí, exacto, sólo quería verla otra vez. No pretendía controlar sus movimientos más allá de eso. El amistoso intercambio de mensajes no había sido en absoluto apropiado, pero diablos, había sido divertido. A través del ordenador, _____ se mostraba como la confiada y atrevida Em, pero él también conocía a la _____ nerviosa y tímida. Se había acostado con ella, la había hecho gritar de placer, la había llevado al clímax. Comenzó a sentir un intenso anhelo bajo el cinturón. Estaba loco por verla. Habían coqueteado un poco en el chat, ¿pero qué había de malo en ello? Las insinuaciones eran constantes entre los trabajadores de Man's Man.Aunque, en el caso de Em, ella no era una de las redactoras de la oficina, sino una nueva adquisición con la que lo prioritario era establecer una relación profesional. Definitivamente, no había sido un movimiento muy inteligente. Y quedar con ella era incluso peor. Él sólo quería tener otra oportunidad de perderse en aquellos ojos verdes, disfrutar de otra noche de sexo y volar de nuevo hacia la puesta de sol. Le diría que los negocios lo llevaban hasta el otro extremo del país y fin de la historia. Una despedida limpia y bonita. Adiós para siempre. ¿Pero qué ocurriría en el caso de que pusiera a _____ al tanto de todo lo ocurrido? ¿Podrían reírse como amigos? No, estando _____ en una situación profesional tan delicada. Él solía acostarse con mujeres que no esperaban de él nada más de lo que podía darles: su atención, su cuerpo y un buen rato. Pero _____ querría más. Estaba seguro. Aun así, una noche más no le haría ningún daño a nadie. De esa forma, le confirmaría lo atractiva que era, le proporcionaría material para otra columna y podría despedirse de ella.Tendría que volver a Phoenix en un par de ocasiones.

_____ intentó desahogar los nervios previos a la cita concentrándose en las tareas domésticas. Quitó el polvo, pasó la aspiradora, cambió de sitio el sofá, cortó flores frescas para todas las habitaciones, limpió los cristales y bañó a los perros. Le había pedido consejo a Sara, que le había aconsejado que se mostrara cariñosa, pero no excesivamente entusiasta y, sobre todo, que las cosas parecieran sencillas. Las complicaciones asustaban a los hombres, había dicho. Por la tarde, _____ fue a comprarse una blusa blanca para ponérsela con la falda de gasa que Sara le había prestado y decidió derrochar un poco en un pasador para poder devolverle el de Hello Kitty a su vecina. Después, se dirigió a comprar un vino que combinara con los entremeses que había preparado y, para las siete y cuarto, estaba completamente preparada. El ambiente estaba cargado de la romántica fragancia de las velas mezclado con el olor a limón, ajo y hierbas de los aperitivos griegos que había preparado.Y bajo aquellos olores, podría distinguirse también el de las flores que había repartido por toda la casa. La música que había elegido era un disco de jazz recomendado en una reseña de Phoenix Rising. Se superó a sí misma en el dormitorio, donde colocó su correspondiente ración de velas, además de unas sábanas de satén de color rosa, y dejó preparada una cubeta para el vino y los preservativos sobre un cuenco. En lo relativo al sexo, Sara le había aconsejado mostrarse tentadora y excitante. «Que haya ocurrido una vez no quiere decir que vaya a ocurrir dos. Los hombres son románticos cuando tienen que trabajárselo. Si cuentan de antemano con ello, la cosa puede ser muy aburrida». Sobre eso, Beth iría viendo lo que quería hacer sobre la marcha. Mientras esperaba a AJ, estaba tan ansiosa que se imaginaba arrojándose a sus brazos, tirándolo sobre la alfombra y desgarrándole la ropa. Y ella misma estaba sorprendida. Quería sexo. Se había olvidado de eufemismos como «relaciones íntimas». Era un sentimiento nuevo en ella, un sentimiento crudo y salvaje. Por fin comprendía por qué se le daba tanta importancia al sexo. 

Cuando sonó el timbre de la puerta, los perros comenzaron a ladrar y se agolparon en la entrada. 

-Tranquilos -intentó sosegarlos _____ y abrió la puerta a AJ, que apareció devastadoramente atractivo con una camisa de seda estilo años cuarenta y unos pantalones que se abrazaban a sus caderas, recordándole a _____ la forma perfecta de su cuerpo desnudo. 

-Estás preciosa -dijo AJ, recorriendo su cuerpo con la mirada. Dos perros enormes lo rodearon y Ditzy se deslizó entre sus piernas, pero AJ sólo parecía tener ojos para ella. Sostenía en la mano una bolsa que contenía, entre otras cosas, una botella de vino. ¿Debería abrazarlo?, se preguntó _____. Afortunadamente, AJ decidió por ella, abrazándola con un brazo y dándole un beso de una forma tan natural que _____ se olvidó de que no siempre tenía que haber sexo en la segunda cita. 



Mentiras y sexo -Harry y _____- (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora