Capitulo 10

199 10 2
                                    

Después de un minuto delicioso de caricias de labios y lenguas e intercambio de alientos, Harry la soltó.

-¿Y bien? -preguntó-. Yo creo que vamos a querer subir después. _____ abrió los ojos lentamente. ¿Estaba de broma? Ella se estaba derritiendo como un cubito de hielo sobre la lengua.

-Mmm -consiguió decir.

-A lo mejor deberíamos probar otra vez -dijo Harry y se inclinó hacia delante para darle otro beso.

En aquella ocasión la succión fue mayor. Sus labios tiraban de los de _____, acariciándolos a un ritmo hipnótico, hacia delante y hacia atrás. Se movía lentamente, como si fuera consciente del nerviosismo de _____, pero ésta sentía su respiración entrecortada, de modo que sabía que estaba tan excitado como ella. Todo su cuerpo parecía encenderse y relajarse, como si estuviera deshaciéndose bajo las manos de Harry. Se movió hacia él, deseando sentarse en su regazo, pero tropezó con la mesa. El tintineo de las copas le recordó que estaban en un bar abarrotado de gente. Interrumpió el beso y alzó la mirada hacia los ojos de Harry, que llameaban de deseo.

-Vamos a tu habitación -le pidió en un arrebato de lujuria, pero inmediatamente, le explicó-: Para tener un poco más de intimidad, quiero decir.

Quizá llegaran hasta el final o quizá no. Lo único que _____ sabía era que allí estaba su columna, que allí estaba su hombre y su momento. El momento de _____. Harry se levantó y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. _____ se tambaleó ligeramente por culpa de los tacones y cayó contra él.

-¿Estás bien? No irás a fingir que te desmayas para que me sienta más hombre, ¿verdad? ¿0 la culpa es de esa bebida que estabas tomando?

-Son los tacones -replicó _____.

No quería que supiera lo débil que la hacía sentirse. Con aquel hombre se sentía segura. _____ confiaba en su intuición. Sabía que el único peligro que corría procedía de sus propios nervios. Sara hacía cosas como aquélla constantemente, de modo que también podría hacerlas Em. Cruzaron el vestíbulo y en cuestión de segundos, estaban en el ascensor que conducía a la habitación de Harry. Los bares de los hoteles eran el mejor lugar para encontrarse si una persona era nerviosa, pensó _____. Bastaba decir una sola palabra para encontrarse inmediatamente en el dormitorio. No había tiempo para arrepentirse. El ascensor subía a toda velocidad. Harry no apartaba los ojos de su cuerpo. Deslizaba las manos por su cintura, tirando del vestido. Y cada centímetro de piel que acariciaba parecía transformarse en un líquido caliente. Una vez fuera del ascensor, _____, convertida en gelatina, caminó hasta su habitación, agradeciendo que le rodeara la cintura con el brazo porque era la única manera que tenía de mantenerse erguida. Harry abrió la puerta de la habitación con la tarjeta y accedieron a su interior. Se trataba de una habitación impersonal y elegante. Una enorme cama la presidía, una enorme cama en la que pronto intimarían. No, se corrigió al instante, _____ hablaría de intimar, pero Em se referiría directamente al sexo. Harry la condujo a la cama en cuestión, donde _____ se sentó y deslizó nerviosa las manos por la colcha. Harry encendió la lámpara y abrió las persianas, mostrando una vista panorámica de la ciudad iluminada. Se quitó la chaqueta, se acercó a _____ y la hizo levantarse para estrecharla entre sus brazos. Por un instante, _____ perdió todo su valor. ¿Qué ocurriría si Harry esperaba que fuera particularmente buena en la cama? El bolso había quedado atrapado entre los pechos de ambos y aquello le recordó lo que contenía.

-Eh, tengo preservativos, de tres clases, para que puedas elegir, ultrafinos, estriados y de sabores. Harry pestañeó sorprendido.

-Supongo que será mejor que elija la dama. 

-Oh, claro. Muy bien. _____ había decidido llegar hasta allí en un arrebato de lujuria, pero de pronto tenía que enfrentarse de nuevo a la evidencia de que eran dos perfectos desconocidos. Lo único que sabía de aquel hombre era que besaba bien.

-Me alegro de que vengas preparada -dijo Harry, en un claro intento de tranquilizarla-. Seguro que mis preservativos están caducados -observó su rostro-. _____, podemos parar cuando queramos, eres tú la que manda.

-Muy bien -dijo, soltando una temblorosa bocanada de aire-. Ahora tengo que ir al cuarto de baño.

Sobre todo porque necesitaba tranquilizarse, averiguar cómo era posible que hubiera pasado de estar escuchando a Sara mientras ésta describía un orgasmo a encontrarse en la habitación de un hotel con un desconocido con el que estaba a punto de acostarse. ¿Su columna la había vuelto loca? ¿O Harry tenía algo especial? ¿O era Em la que estaba dispuesta a dar aquel paso? Porque Em podía estar todo lo dispuesta que fuera, pero la persona que acababa de entrar en el cuarto de baño no era otra que _____. 

«Puedes hacerlo, _____», se dijo a sí misma, sentada en el borde de la bañera.Y tenía que hacerlo si quería conservar aquel trabajo. La situación no podía ser mejor. Harry era el tipo perfecto para su primera aventura en el mundo salvaje del sexo fácil, un hombre en el que podía confiar y que parecía sentirse muy cómodo consigo mismo. Había sido capaz de notar su inseguridad y había sabido tranquilizarla.Además, no era de la ciudad, de modo que no tenía por qué leer la revista o imaginar que era de él de quien estaban hablando. Harry era perfecto, sí. El problema era ella. Pero lo único que tenía que hacer era convertirse en Em durante las dos horas siguientes. Con intención de prepararse, sacó la libreta del bolso y anotó algunos comentarios dignos de Em.

Hombros anchos y sonrisa sensual... una forma natural de abordarme: «¿Es tuyo ese bolígrafo?». ¿Qué dijo sobre que la segunda frase era más importante que la primera? Nota: los bares de los hoteles facilitan la transición a un terreno más íntimo. Sólo hay que subirse al ascensor para alcanzar la gloria...

Mentiras y sexo -Harry y _____- (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora