Capítulo 15

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Harry se despertó y se estiró en la mullida cama del hotel. Echaba algo de menos. _____.

Normalmente le gustaba despertarse solo, sin tener que preocuparse de molestar a su compañera de cama, pero aquella mañana echaba de menos a _____.

Por supuesto, llevaba una buena temporada sin tener relaciones sexuales y el hambre mejoraba cualquier alimento, pero había algo en la mirada inocente de _____ y en su entusiasmado interés que había convertido aquella experiencia en algo especial. La noche había sido notable. _____ estaba tan concentrada en cada detalle, en cada movimiento, como si aquello fuera una experiencia novedosa para ella.

«¿Esto te gusta? ¿Habías hecho esto con otras mujeres? ¿Por qué de esta manera y no de la otra?».

Parecía que estuviera tomando notas de cuanto hacían. Aquello lo hizo sonreír. No sabía por qué había evitado el sexo últimamente. En realidad, era un pasatiempo divertido. Pero durante el último año y medio aproximadamente, y coincidiendo con su descontento en el trabajo, siempre pensaba que no merecía la pena tanto lío. Cuando se había visto involucrado en una relación, procuraba que las cosas nunca fueran en serio. El matrimonio de sus padres había fracasado debido a la resistencia de su padre a los compromisos sentimentales, un rasgo que él creía compartir. De modo que había preferido mantener las relaciones con las mujeres a un nivel superficial. La vida de periodista implicaba cierta objetividad, una neutralidad que le impedía volcarse en una sola persona o permanecer en un solo lugar.

«Siempre» era una eternidad de tiempo. Conocer a _____ había sido como recibir un jarro de agua fría en pleno rostro. Un agua refrescante e imposible de olvidar. Su encuentro con _____ le había hecho recordar que había pasado demasiado tiempo solo y no había prestado atención a las pequeñas diversiones de la vida. _____ había reaccionado frente al sexo con el asombro de una niña que probara por primera vez un helado, una reacción que le había parecido muy erótica. Era una mujer dulce, inteligente y sorprendentemente inocente. Una diosa del sexo con muy poca confianza en sí misma. Pero que había aprendido muy rápidamente. A Harry le habría gustado pasar más tiempo con ella, pero se había marchado. Diablos, ni siquiera sabía cómo se apellidaba. Aunque probablemente fuera lo mejor.

Se alegraba de no haberle dicho que había oído la conversación telefónica que había mantenido con su amiga. Lo último que quería era que pensara que se había compadecido de ella por el pasador que llevaba en el pelo y su torpeza con los tacones. Se levantó hambriento de la cama y fue a buscar el menú del servicio de habitaciones. Comería algo antes de dirigirse a las oficinas de Phoenix Rising. Marcó el número del servicio de habitaciones y se fijó en la libreta que había al lado del teléfono. Llámame cuándo vuelvas a la ciudad. _____ le había dejado una nota. ¿Le había dicho él que pensaba volver? Leyó el número de teléfono. El código indicaba que era de una zona diferente a la de las oficinas de la revista. ¿Viviría muy lejos de allí? Quizá pudiera pasarse por su casa antes de volar a San Francisco aquella noche. No. Demasiado entusiasmo, algo impropio de él.Y ella podía interpretar equivocadamente aquel gesto.

Recordó las manos de _____ sobre su cuerpo, lo suaves que le habían parecido, sus gemidos al alcanzar el orgasmo. Le había encantado sentir sus senos bajo sus manos, tan tiernos y tan firmes al mismo tiempo. Como ella misma. Sus ojos verdes reflejaban profundidad, sensibilidad y cierto dolor. Alguno de los hombres que había estado con ella la había hecho dudar de su propia sexualidad. Esperaba haberla ayudado al menos en eso. Sí, era preferible no llamarla. De todas formas, se guardó la nota en la cartera. Sólo por si acaso.

La recepcionista de Phoenix Rising, Heather, se tomó su tiempo en hacerle saber a Will que Harry había llegado; antes se dedicó a coquetear descaradamente con él. Era una mujer atractiva y divertida, con una boca magnífica y salidas ingeniosas, el tipo de mujer con el que a Harry normalmente le gustaba acostarse, pero le bastaba pensar en ello para sentirse cansado. Quizá fuera por la noche que había pasado con _____. Renunció a seguir hablando con Heather para dirigirse hacia el despacho de Will. Tenían que revisar la nueva organización de la revista y el calendario de edición antes de reunirse con la redactora a la que querían cambiarle la columna, la última tarea desagradable antes de regresar a casa.

Mentiras y sexo -Harry y _____- (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora