En las Instalaciones

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Matthew se me quedó mirando sorprendido y mis lágrimas dejaron de fluir.
-Cállate, sé que es mentira -le dije a Maggie.
-¿No me crees? Está bien -alardeó y se fue caminando.
-¡Hey! ¿A dónde crees que vas? -exclamó Matt.
-Iré a probarles que soy inocente -respondió.
-Maggie, sería recomendable que te quedaras con los demás -dijo Carter desde el auricular-. Recuerda de que no pueden alejarse demasiado.
Maggie resopló del enojo, cruzó los brazos y paró en seco. Su rostro mostraba rabia. No rabia por el simple hecho de que no le creíamos acerca de ser pareja de Brisa; era una rabia hacia ella misma. Estaba cansada como cualquiera de nosotros. Ya estábamos hartos de ser perseguidos. Ya estábamos hartos de creer que todo estará bien y al final resultará que no. Estábamos hartos. Simplemente hartos. No importaba el motivo, el lugar, la hora, nosotros estábamos siendo inculpados de algo que creemos no haber hecho. Mi infancia la tengo clara como el agua y recuerdo cada detalle. Desde el Kindergarten hasta la preparatoria. Maggie Lindemann siempre fue mi mayor rival, Matthew, mi mejor amigo y Brisa, mi mejor amiga. Más tarde conocí a Carter que en poco tiempo se convirtió en el mejor amigo de Matthew y después conocimos a Sam. De los seis, quedábamos cinco y cualquiera de nosotros podía ser el siguiente. Sentí una punzada en el corazón. Recordar la muerte de mi mejor amiga empeoraba todo. Necesitábamos encontrar alguna prueba. Sólo una prueba para probar que somos inocentes. ¿Y si no encontrábamos algo? ¿Deberíamos llamar a la policía? ¿Deberíamos contar con su ayuda? No. Sería muy arriesgado.
-¿Qué están esperando para mover sus culos? -preguntó Maggie-. No podemos quedarnos aquí hasta que amanezca.
Miré a Matthew y nos movimos al unísono. Saltamos el muro y caímos intactos. Saqué el mapa de la maleta y con mi dedo comencé a buscar la entrada trasera.
-Debemos entrar por ahí y luego pasar todo el pasillo hasta llegar a la cafetería. Luego, directo a la sala de la directora Ackard -puntualicé.
-¿Están 100% seguros de que las cámaras están desactivadas? -preguntó Matthew.
-Tienen exactamente cuarenta y cinco minutos para buscar todo lo que puedan y salir -dijo Sam.
-Bien, me parece perfecto -dijo Matthew-. Bueno, ¿me acompañan a descubrir la verdad, hermosas damiselas?
-Llamame a Maggie. Para ti soy Maggie. ¿Te quedó entendido?
-Al parecer alguien está en su periodo -opinó Carter.
-¡Maldito asiático! -exclamó.
-¡Ya basta! Parecemos críos de ocho años, por Dios. Entre más discutamos, menos tiempo tenemos para salir ilesos -sentencié.
-Hecho, novia mía -dijo Matthew.
La acción comenzó. Todos nos movimos con cautela hasta llegar al comedor en donde tomamos un pequeño reposo. En ese momento, sentí un olor extraño.
-Chicos, ¿sienten lo que siento yo? Huele extraño.
-¿Será que tienes tu boca muy pegada a tu nariz?
-Maggie, no estoy de humor para tus estúpidos chistes.
-Que mal que no te ocasionó gracia -sonrió.
-Chicas -susurró Matt.
-¿Sabes qué me ocasiona mucha gracia? El lunar que tienes debajo de tu ceja. Dios, parece una pasa.
-¡Imbécil!
-Chicas -volvió a susurrar Matthew.
-Deja de llamarme así, lesbiana farsante.
-Retira lo que acabas de decir -declaró con determinación.
-¡Ja! No -reí.
-¡Chicas! -exclamó Matt.
-¿Qué quieres? -preguntó Maggie.
-Creo que tenemos compañía -Maggie y yo nos volteamos. Había un Rottweiler con deseos de lastimar. Al parecer el olor provenía de su alimento.
-Matt, ¿qué vamos a hacer? -pregunto aterrada.
-Correr -responde-. Separemonos y veremos a quién terminará persiguiendo. Allá yo o alguna de ustedes que son acorraladas por él. A la cuenta de tres, corremos en diferentes direcciones.
-Uno -dije.
-Dos -dijo Maggie.
-¡Tres! -exclamó Matthew.
Todos empezamos a correr pero a mi suerte, el perro había seguido mi camino.

Fair Game // OLD MAGCON -Parte FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora