Tu deseo

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Los parpados del Shinigami se sentían pesados, parecía muy distante lo que había pasado. ¿Cuánto tiempo?, ¿horas?, ¿días?; inclusive puede que se tratara no más que de unos cuantos segundos, entonces porque era tan difícil el recordar, o el caer siquiera en la certeza del presente. Solo una voz, a ella podía aferrarse sin importar que se tratase de un sueño, la voz de ese ser endemoniadamente sensual, de quien se prendara desde el primer día.

"Sebastián"

Ese pensamiento se había articulado cuando sintió la suave tela de los guantes en contacto con su piel, en ese momento finalmente se mostraron sus hermosos ojos verdes, sus pupilas se dilataban tratando de encontrarle una forma definida a esa silueta frente a sí.

—Siempre lo he dicho, esas gafas están de más, junto con otras cosas—los dedos del mayordomo se cerraron en torno a las pestañas postizas del otro, arrancando ambas de un solo tirón, provocando que el pelirrojo se removiera, haciendo chocar los eslabones entre sí—siempre tan ruidoso, debo pedirte que te comportes—Sebastián se había traído consigo una toalla húmeda que paso por el rostro de su presa, sin importarle lo renuente que este se mostraba—lo ves, ya está. Te ves mucho mejor al natural, Grell.

El aludido echó la cabeza hacia atrás, buscando desesperadamente ocultar su rostro entre las sombras que proyectaba su cuerpo, mientras echaba una mirada hacia sus gafas que yacían sobre la mesa. Sebastián le sonrió.

—Lo siento pero no puedo permitírtelas, se perfectamente que no las necesitas, ellas son una conexión a tu mundo; les permitiría encontrarte más rápido y eso simplemente es algo que no puedo permitir, como mayordomo de la familia Phanthomhive, que se diría si me veo involucrado en un escándalo como este.

El pelirrojo estaba algo desconcertado, no entendía a que venía ese tipo de actitud en el otro; jamás se imaginó que esa clase de juegos le gustaran, pero en tal caso si él se lo hubiese pedido habría accedido en seguida; no había ninguna necesidad de todo eso, aunque admitió que el ser secuestrado de esa forma por el demonio resultaba bastante erótico, le dedico una mirada lasciva pero el sirviente simplemente parecía estar muy ocupado quitándose pragmáticamente los guantes, usando para ello sus colmillos. En todo ese tiempo Grell jamás los había visto, de hecho el lucía muy distinto, su piel parecía más pálida, además su lado demoníaco había surgido invadiendo poco a poco la habitación, creando una sensación de terror que incluso le había erizado la piel.

— ¿Qué pasa?, creí que te gustaba todo de mí, en ese caso deberías estar feliz de conocerme tal cual soy, ese era tu deseo—se acercó de nuevo, esta vez delineando su rostro con una afilada uña—No cualquiera es privilegiado al conocer mis secretos. Soy un demonio muy antiguo, debes saberlo bien, entre mayor sea el tiempo que pasa, nuestro poder va aumentando, junto con esto el hambre y otras necesidades.

El Shinigami reía por dentro, no importaba para que, Sebastián le necesitaba a él, a nadie más y sin importar lo extravagante de sus gustos lo había elegido; sin embargo ese sentimiento desapareció cuando sintió aquella uña atravesar la piel de la mejilla, una gota de sangre corrió por la pálida piel, siendo recogida por la lengua del demonio antes que llegara a la tela que lo tenía amordazado.

—Como se esperaba de un Shinigami—siguió lamiéndole la piel que ya no tenía herida alguna—tu alma no sabe del todo mal, incluso podría hacer una excepción y degustarla, sería tan solo como un aperitivo—los ojos del otro se abrieron como platos, esto ya estaba llegando demasiado lejos, ¿acaso pretendía matarlo?, aunque por otro lado estar tan unido a Sebas—chan, la sola idea le hizo sonrojarse; el otro lo noto de inmediato y respondió a ello dándole un fuerte golpe en el rostro—tu expresión de miedo me gustaba más—se quedó viendo el sello que tenía en la mano izquierda—creo que ya ha empezado.

¿Porque tenía que hacerlo?, justo cuando se la estaban pasando tan bien, sin duda el demonio resultaba de lo peor, pero había algo completamente distinto en él, parecía absorto en algo que su acompañante no lograba percibir del todo.

—Cada cierto tiempo todo se vuelve más intenso—se acercó de nuevo acariciando la marca rojiza que dejara el golpe—este contrato me limita demasiado, vuelve mi naturaleza salvaje en dócil, encierra mis sentidos a las órdenes de mi amo, pero sigo siendo un demonio, la pelea siempre logra calmar algunas ansias, pero...en ocasiones tengo que servirme de otros medios, de otros seres y otras almas; toda mi rabia, mis bajos instintos—de pronto pareció muy difícil el respirar, el Shinigami no lo necesitaba del todo, pero aun así se sintió abrumado, las uñas de Sebastián se habían cerrado en torno a la corbata de su presa, quitándola con lentitud—claro que todo esto podría terminarse si logro atender mis deseos con mi amo, puesto que es el alma más deliciosa para mi hambre, podría simplemente arrancarle los botones de la camisa para admirar su cuello—justamente sus uñas lo hacían—besarlo—sus labios eran tan cálidos que el otro luchaba por soltarse, por al menos romper la mordaza con los dientes y decirle lo mucho que lo estaba deseando, a pesar de que el objeto de placer del demonio fuese aquel mocoso egoísta— morderlo...morderlo—clavo sus afilados colmillos destrozando el musculo, haciéndole sentir un profundo desasosiego, el aire desapareció por completo—pero si me lo ordenara tendría que detenerme—sonrió relamiéndose para disfrutar de esa sangre, mientras observaba el enorme río carmín que descendía desde el cuello del otro que respiraba entrecortadamente—pero contigo es diferente, nada me impide saciar mis deseos por completo en ti, podría destrozarte si quisiera, por eso regularmente me consigo a alguien desconocido para satisfacer mi celo pero...no puedo negarme una presa cuando viene a mi tan voluntariamente—le dedico una sonrisa plagada de oscuridad—¿verdad, señor Grell?.

El secreto del mayordomo [SebasGrell]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora