Miedo

592 72 2
                                    


El pelirrojo sabía que el conde no lo liberaría, era muy claro que no tenía su aprecio; sin embargo creía que el verle con el pelinegro lo irritaría al grado de ordenarle que lo soltara, pero por lo visto no conocía bien a ninguno de los dos.

Su cuerpo se tensó por completo y soltó un fuerte grito al correrse, más de dolor que de placer; sintió el semen caliente del demonio marcarle, lo hizo una y otra vez durante el resto de la noche, lo sentía correr por sus entrañas y escapar hacia sus muslos, el pelirrojo trataba de no moverse demasiado, solo quería que todo terminara, sin embargo pronto se abandonó a la inconsciencia.

———

El conde disfrutaba de su té mientras observaba al mayordomo

—Te ves demasiado tranquilo para alguien que paso una noche tan agitada— el demonio volteo, dedicándole una de esas sonrisas suyas que tanto le molestaban.

—No debe preocuparse por mí, los demonios no necesitamos dormir joven amo; aunque quizá está molesto por algo más.

—Debiste decirme que lo tenías a él; deben seguirlo buscando— El sirviente le acerco una rebanada de pastel de manzana, podía sentir la molestia del conde.

—En realidad usted respondió por mi ante William, y según sus órdenes usted es la única persona a la que no debo mentir jamás—mientras hablaba se colocaba a su espalda—tampoco me preguntó a quien había traído esta vez, más allá de eso, está disfrutando la venganza ¿no es así?

— ¿Quien piensa en eso?, lo de Madame Red quedo en el pasado y si no te cuestiono acerca de tus "invitados" es porque no me interesa en absoluto, solo me molesta tu falta de disponibilidad.

—Eso podría arreglarse de una forma muy sencilla—se acercó más hasta susurrarle— si es el amo quien satisface mi hambre.

El conde volteo furioso, lanzándole el contenido de la taza de té al rostro.

— ¡No eres más que un animal!,...sobretodo en estos días, no me importa lo que hagas con él, pero no se te ocurra acercarte a mí, es una orden.

—Yes, my lord— era una que por cierto detestaba cumplir.

———

Algunas imágenes de su niñez se revolvían en su mente, de su juventud en el colegio shinigami, parecía que todos sus miedos, las sensaciones que le provocaban se unían, pero no se parecían en nada a lo que sentía ahora.

En cuanto despertó se removió un poco, solo logro sentarse recargado contra la pared; aún seguía algo adolorido, los moretones en su cuerpo iban desapareciendo lentamente, pero las heridas habían sido muy profundas, se sentía sucio, era cierto que el pelinegro le había aseado, pero por primera vez se sintió indigno; su comportamiento con los caballeros siempre había sido coqueto y vivaz, sin embargo había yacido con pocos, aun así no le importaba demasiado los rumores acerca de él que circularan por el despacho, pero ahora todo era distinto, como podría ver a Will, sin duda su fría mirada lograría ver a través de él, sabría en lo que se había convertido y lo detestaría por su debilidad.

Una lágrima solitaria rodó por su mejilla, le habría gustado enjugársela de inmediato pero sus manos estaban fuertemente atadas detrás de su espalda. Sintió cercana la presencia del demonio, pero no se movió un ápice, le escucho poner algo sobre la mesa, mover una silla y nada más; la mente del shinigami trataba de no pensar en las cosas horribles que podría estar planeando para él, no se atrevía a mirar.

El secreto del mayordomo [SebasGrell]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora