Atenciones

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— ¿Aun te duele?—Aquella pregunta había sido hecha con la cálida voz de Sebastián, y quiso pensar que tal vez todo había terminado—Si no te alimentas apropiadamente, tus heridas tardan más en sanar, ¿no es así?

El pelirrojo levanto la mirada, debatiéndose entre si debía responder o no, entonces se aventuró a notar que para su sorpresa, sobre la mesa había una bandeja con algo de comer y una copa de vino; no pudo evitar pasar su lengua por los labios, estaba hambriento.

El moreno lo invito a acercarse, y él lo hizo, deseaba probar aquellos alimentos que lucía tan exquisitos, pero tenía miedo de que tal como estuvieran las cosas, el otro tratara de envenenarle o algo parecido; el sirviente pareció adivinar lo que pensaba y tomo un bocado, disfrutando de aquel manjar, tomando luego un sorbo de vino.

—No debes preocuparte, dije que no pensaba dejarte ir tan fácilmente.

El pelirrojo se acercó, tratando de levantarse para ponerse a la altura de la mesa, pero el demonio le empujo por los hombros dejándolo de rodillas.

—Esto no es para ti—

Le dedico una mirada maliciosa mientras se acomodaba mejor en la silla, desajustándose las ropas hasta liberar su hombría. Grell se sentía realmente asqueado, pero se movió impulsado más por deseos de supervivencia, cerró los ojos acercándose para comenzar a lamer su entrepierna, recorriendo cada espacio de esa sensible zona; el aroma de Sebastián era fuerte y en otro momento lo habría disfrutado enormemente, pero ahora solo deseaba que terminara. El demonio pareció haberse impacientado pues lo tomo de los cabellos levantándole el rostro para que pudiese ver la crueldad al fondo de sus orbes, había regresado el monstruo como las otras veces.

—trágatelo—

El shinigami obedeció enseguida, aunque le fue algo difícil tomarlo por completo; comenzó a felarlo cada vez más rápido, tratando de contener las arcadas que le producía cada vez que se enterraba por completo en su garganta; pronto comenzó a escuchar los gruñidos de placer de Sebastián, así como sus uñas enterrándose en su cráneo, obligándole a aumentar el ritmo hasta que sintió sus líquidos pre seminales; entonces trato de alejarse pero el otro le sujeto con más fuerza, empujándose con más ferocidad contra su boca, corriéndose y forzándolo a beber cada gota de su simiente.

Finalmente se dejó caer sobre la silla, respiraba agitado y algunas gotas de sudor corrían por su rostro.

—Muy bien, ahora que has disfrutado tu cena, deberías agradecerme, shinigami—

Sus largas uñas acariciaban el pálido rostro de Grell dedicándole una mirada lujuriosa, pero que podía tornarse cruel en cualquier instante, el pelirrojo lo sabía, por eso dejo que aquellas dolorosas palabras abandonaran sus labios.

—fo...follame, así te lo agradeceré—

El pelinegro se le quedo viendo, sin creerle demasiado aquella repentina sumisión.

— ¿Es lo que quieres?— parecía comenzar a perder el interés, mientras su mirada lo llevaba hacia algunas cuerdas aun manchadas de sangre.

—Si—

No, no lo deseaba; le repugnaba su presencia, su aroma, esa esencia demoníaca que había aprendido a identificar y el sabor salado que corría por su garganta.

—por favor métemela una y otra vez hasta cansarte.

Eso era mejor a que lo golpeara, aunque dolía más; el por temor subirse a su regazo y mover las caderas contra su hombría sintiéndola despertar de nuevo, pero como esto parecía no encender su deseo lo suficiente, se bajó, colocándose con el pecho contra el suelo, levantado mucho las caderas mientras veía al otro.

—por favor...—aquella voz se escuchaba deseosa, necesitada, aunque le temblaban los labios y en su mirada podía notarse el miedo, eso arranco una sonrisa cruel del moreno, haciéndole por fin levantarse y comenzar a someterlo con la misma delicadeza de antes; y mientras el pelirrojo era empujado con mayor violencia contra el suelo, aún a través de sus ojos acuosos podía ver una imagen de Will; esté le dedicaba una mirada de repulsión mientras su voz fría le decía "no eres más, que la puta de un demonio".

———

Una semana, lo sabía por las veces que Sebastián lo visitaba, aunque fue lo único que quiso notar; las veces que lo había tomado, eran demasiadas para contarlas y las cosas a las que había accedido para complacerlo, sería mejor que se quedaran entre esas cuatro paredes. Su cuerpo no había terminado de acostumbrarse, su regeneración solo hacía que cada vez fuese como la primera; mientras le oía gruñir contra su cuerpo y sentía como se clavaba inclemente en sus entrañas, pensaba en si lo suyos lo buscarían, no, sería mejor que no, si alguno lo encontraba así, jamás le creerían que era la víctima, después de todo era el quien lo perseguía, y tal como se lo había dicho, debía sentirse afortunado, yacía con él tal como quería; ¿entonces por qué siempre habían lágrimas en sus ojos?.

— ¡AAAAHHH GRELL!—

Pero él, ya solo era un estuche vacío, por eso no se negó cuando el otro le vistió con aquellas ropas oscuras y le cargo; cerro los ojos, aun sabiendo que era llevado fuera de la mansión, inclusive cuando sintió como le dejaba en un oscuro callejón de Londres, seguía sin reaccionar.

—Nunca había pasado tan satisfecho mi celo—

Seguía diciendo cosas que para él no tenían sentido.

—Quisiera quedarme con un recuerdo.

Le sintió tirar de sus cabellos un poco mientras los trenzaba y después claramente el roce de un filo contra este, junto con la sensación de ser desprendido de algo importante; fue entonces cuando un brillo en sus ojos nació de nuevo y se levantó enfurecido dispuesto a enfrentarlo; había dejado que lo utilizara a placer durante todo ese tiempo, que disfrutara de sus lágrimas y su miedo, pero ya no más; sin embargo no alcanzo a darle el primer golpe, cuando sintió uno contra su nuca y cayo desvanecido.

———

Cuando despertó, le dolía ahí de nuevo; se seguro el muy bastardo se lo había hecho mientras estaba inconsciente, podía sentir claramente su esencia, su asqueroso aroma emanando de su ser, y su semen resbalando por su entrada; se apoyó contra la pared, golpeándola un par de veces furioso, escuchando un leve tintineo, llevo las manos a su rostro comprobando que tenía sus lentes de regreso; sin perder tiempo rebusco entre sus ropas aquellas diminutas tijeras, sintiendo un enorme alivio al sentir el filo entre sus dedos; ahora no importaba nada más que volver a casa.

El secreto del mayordomo [SebasGrell]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora