*Narra __*
La respiración de Jeime estaba pacifica, pero la mía estaba a mil por hora. Una puerta cerrándose se escucho a lo lejos, -la puerta de Zayn- pensé, y si era la puerta de Zayn. Los golpes a mi apartamento lo confirmaban, era la hora de poner en marcha mi plan.
No era muy difícil mi plan, pero sabiendo que mi víctima seria Zayn todo se complicaba hasta llegar a un punto que todo se me podía olvidar. La puerta era golpeada con bastante furia, no habían pasado ni dos segundos de que la habían golpeado por primera vez. Jeime dormía en mi cama, y lo único que pensaba de camino a la puerta era en donde cobraría la promesa esta vez Zayn. No me preocupaba lo que pasaría después, estaba sumida en el presente, en lo que haría para confirmar lo que Jeime había dicho. Mis manos temblorosas por pensar en las posibilidades de que Zayn se descontrole al escucharme decir 'Mataste a Keyla'.
El picaporte se giro y un Zayn con un rostro neutro apareció tras la puerta de madera. Me miro de arriba hacia abajo; aun llevaba la ropa que me había puesto en la mañana, se acerco como tigre a una cebra, mi cuerpo casi cayo al suelo, pero las manos de Zayn en mi cintura lo impidieron, juraba que necesitaba esto tanto como yo, un beso. Tan solo un beso lleno de pasión y deseo, como siempre lo había querido el.
Mi polera yacía en el piso de la cocina, nuestros cuerpo haciendo contacto, sin dejar una ola de aire entrar entre nosotros, no quería despertar a Jeime, pero los jadeos de Zayn me excitaban mas de lo que me hubieran excitado si todo esto no hubiera pasado. La sensación de estar casi teniendo sexo con un asesino se me hacia divertida pero a la misma vez me daba miedo; terror. El dialogo ya no existía en este tipo de actos, nunca lo había existido, si no luego de estar sumidos en una cama. Pero esta seria la excepción, si tan solo me dejara la boca libre por un segundo -no lo hará- pensé. No, no lo haría. Mis manos haciendo un pequeño hueco entre el pecho desnudo de Zayn y el mio, no era suficiente para que el dejara los besos desenfrenados. Nada se me ocurría para separarme de el, o mas bien no quería, no quería que el momento acabara, pero tendrá un final, y uno no muy bonito.
Cada segundo que pasaba mi cerebro se volvía borroso, no pensaba claro, no seguiría con mi plan, disfrutaría este momento.
Las manos de Zayn poco a poco bajaban mi pantalón, no necesitaba desabrocharlo ni nada, solo con un simple tirón estaría con bragas y bracier. Sus besos no paraban aunque el aire nos faltara, solo un pequeño segundo cada un minuto me dejaba respirar con normalidad, y ese pequeño segundo me hacia remediar mi medida, no podía acostarme con un asesino, pero si podía acostarme con el hombre que amo, pero lo fatal es que los dos son el mismo, uno solo, un asesino y mi ex novio. Los besos habían parado, de un momento a otro, Zayn me estaba mirando y su cara mostraba un reluciente sonrisa. Era mi oportunidad, debía decirlo, ¿pero como hacerlo para que luego no acabe con mi vida y la de Jeime?
Su mirada recorría mi cuerpo con mayor deseo que los últimos segundos.
-Mataste a Keyla - susurre, su cara se desfiguro por completo, un tono de desesperación y rabia se apoderaba de su cuerpo, mi cuerpo temblaba como una niña pequeña cuando su padre la enfrenta.
Sus manos entrelazadas en mi cuello cortaban cualquier tipo de inhalación de aire, no podía residir y dejar salir, guardaba fuerzas para que Jeime no me encontrara muerta, o para escapar luego de que se diera cuenta de que el pequeño había confesado todo. Un poco de aire logro pasar a mi garganta hacia mi estadía en este mundo un poco mas prolongada.
-Se por que lo hiciste- dije entre jadeos por respirar, su mirada de color inexplicable, nunca en mi vida había visto sus ojos de un color tan intenso.
-Lo mismo pasara contigo- dijo, antes de que sus manos se aferraran aun mas fuertes contra mi cuello, ya no podía respirar, estaba acabada, por enamorarme. Mi garganta emitía sonidos inexplicables en busca de aire.
*Narrador Omnisciente*
La misma oficina de encuentros de todos los días. El escritorio destartalado en el fondo de la habitación se hacia presente como el único lujo del lugar. El chico rizado miraba con desesperación al viejo gordo sentado en la silla mas vieja que el propio hombre sentado en ella. El aire estaba pesado, la situación estaba en riesgo vital, la operación de mantener a 'H2' con vida, había sido descuidada por un par de minutos, dando por echo la muerte de ___.
-¡Tienes que hacer algo! - grito el ruliento. Pero el viejo gordo lo daba por perdido todo, no tenia respuestas para el jefe mayor, no sabia si matarse o escapar, matarse era una muy buena idea para el, sabia que 'H' lo encontraría y con eso viviría el resto de su vida en un infierno.
-Esta muerta- dijo calmado el grasiento echado en la silla, como si su vida no estuviera en juego. Pero una luz de esperanza lanzo la acción de Harold, el chico que lleva el cuidado de 'H2', sabia que el haría todo por subir de rango en esta batalla del mejor. Harold, mas conocido por el pupilo mas joven en la operación 'H en peligro'. El había estado sumido en esta operación por unos tres meses en los cuales había estado en constante contacto con ____ mas conocida por el gordo aceitoso 'H2', ella estaba en peligro, Harold no tenia que ser un experto en el tema, pero si tenia que serlo con Zayn, los dos estaban en el mismo rango, en la misma operación, con la misma víctima, pero con un objetivo totalmente diferente.
El auto de Harold arranco a mas de cien kilómetros por hora, sabia donde estaba ___, sabia con quienes, y lo mal que lo estaría pasando, la podía ver todos los días, sea como sea, en un cine, en su casa, en el parque, en todos lados. Los dispositivos mas pequeños estaban en la casa de ___, cámaras, micrófonos, cámaras... De todo para no perder ningún contacto con ella. A poco menos de un minuto Harold ya estaba a unas dos cuadras del edificio de ___, debería llegar a tiempo si no el poco y nada de aire que le quedaba a ____, acabaría llevándola a la muerte, igual que a Jeime que aun no tenia idea de lo que estaba pasando a unos cuantos metros de el.
El auto se estaciono en la acera, y el chico de rizos salio como bala hacia la puerta del edificio, el conserje no había sentido la presciencia de Harold, no hasta que el cruzo la puerta, cruzaron miradas y el conserje siguió limpiando la barra de atención al cliente. Tomo las escaleras; un acceso mas rápido, sus pies se movían como plumas, eran ligeros como una. La puerta estaba cerrada pero un manojo de llaves salio del bolsillo trasero del rizado, una llave color rojo apareció entre todas, la giro dos veces y lo que menos quería ver en ese momento estaba frente a sus ojos.