-Treinta y tres-

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—¡Elizabeth! —gritó el chico, llamando a su amiga por su nombre completo.

—¿Qué quieres, Rian? —dijo, rindiéndose. Él la seguiría a donde fuese.

—Te quiero.

La mente de la chica colapsó. Había pronunciado esas dos palabras.

—¿Qué?

—Te quiero, Liz. Joder, te quiero. Te quiero como nunca antes quise a nadie. Porque tú, tú eres diferente. Tú eres la única persona que ha llegado a influir tanto. Y me odio por haberte hecho llorar, no era mi intención. Pero me dolió demasiado que me dijeras que me querías y cuando yo llego tú te vas y te abrazas con aquel niño rubio. Pero más me gusta de ti el que seas diferente. Porque no eres común. ¿Y a mí que más me da tu físico? Eres hermosa, así tal cual. Tienes tu propia personalidad, esa que me logró cautivar. Y puedes superar todos los problemas. Y no me importa si quieres irte con aquel tipo, si eres feliz. Estoy poniendo tu felicidad por delante de la mía, porque te quiero. Me has reconstruido, Liz. Has encontrado a mi viejo yo, ese que no aparecía hace ya mucho tiempo. Es más, yo te am... —Liz lo besó. Lo estaba besando. Le había cortado su discurso, uniendo sus labios en un tierno beso. Había colocado sus manos a cada lado de su cara, y luego las pasó alrededor de su cuello. Él había puesto sus manos en la cintura de ella, así uniéndolos por mucho tiempo.

Hasta que de golpe, un auto apareció.

Y todo se volvió negro.

Poooor si no se entendió, ellos habían salido de la escuela y estaban en la calle.

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LOS AMOOOOOOO

Besos salivosos,
Sofi

Liz, ¿aceptas esta flor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora