Mi concepto sobre el personal de la Orden no era muy elevado, pero debí admitir que fueron rápidos en dar con Yamilé (con ayuda, claro).Tal y como había planeado, después de que Elena les diera a los periodistas la cinta de video en la que se veía cómo los animales se dirigían mansamente a sus recintos, éstos lo retransmitieron por todo el país, llegando, como es lógico, a oídos de la Orden.
¡Alejandro!¡Alejandro! –gritaron Elena y Virginia, entrando como locas en la sala de entrenamientos donde yo estaba practicando artes marciales-¡Hoy han venido dos hombres! Han interrogado al director, y cuando vimos que se ponían a interrogar también a los profesores que fueron a la excursión, pensamos... ¡tienen que ser ellos!
¡Y así ha sido! –continuó Virginia- Les dijimos que nosotras fuimos a la excursión, y les contamos que los animales se calmaron gracias a una compañera nuestra, les explicamos, tal y como nos pediste,¡que ella ya había hecho eso en otra ocasión en ANSE! ¡Hasta les señalamos a Yamilé sin que ésta se diera cuenta!
¿Y sabes por qué estamos seguras de que eran los hombres que buscas?–interrumpió Elena- Porque al decirles eso ¡no interrogaron a nadie más! ¡Se fueron!
Escuché atento todos sus excitados comentarios sintiendo una enorme ola de placer por encima del estómago. Los tengo... Ahora tienen que estar corroborando la información de lo ocurrido en ANSE; cuando allí les confirmen lo que ellas les han dicho, sabrán que Yamilé es la que buscan. Pronto los tendré donde quiero...
Muy bien, chicas, habéis estado maravillosas –les felicité con sinceridad y una amplia sonrisa, ambas se ruborizaron.
Los días siguientes a esa magnífica noticia los pasé vigilando con mayor ahínco a Yamilé. Todo lo demás quedó de lado. Como Gregorio estuvo más tiempo vigilándome a mí que ocupándose de algo útil,pude ratificar que mi padre lo había enviado para asegurarse de que yo no metía la pata. Bufé contrariado... ¿Para asegurarse de que no cometa errores envía a alguien que no hace otra cosa que cometerlos? Samarac está perdiendo coherencia...
Mientras pensaba aquello, fue cuando aparecieron dos hombres que no había visto nunca por ahí. Me puse alerta de inmediato con la excitación recorriendo todo mi cuerpo. Ambos hombres fueron directos al portal de Yamilé; me acerqué fingiendo que esperaba a alguien, ellos apenas se fijaron en mí. Uno era de estatura media, pelo negro, con barba, y de unos cuarenta y pocos años; el otro era un poco más alto, de pelo cano, corto, y aparentaba unos sesenta años. Llamaron al sexto B.
¿Sí?-preguntó la voz de la chica.
¿Vive aquí Yamilé Fructuoso?
Soy yo, ¿quién es?
Somos de la policía, tenemos que hablar con usted un momento, ¿puede abrir?
¿Qué quieren?-la voz de la chica se volvió inquisidora.
Necesitamos hablar un momento con usted, ábranos -ya no era una petición sino una orden.
Lo siento, mi padre no está en casa y yo no abro a desconocidos. Vengan luego.
Y colgó. Los dos hombres se miraron sorprendidos antes de volver a llamar.
No sé quiénes son, y hasta que mi padre no venga no abriré a nadie,así que dejen de llamar –espetó a la cuarta vez que llamaron.
Yate hemos dicho que somos de la policía.
Pueden decir que son el Papa, pero no por eso voy a abrirles.
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Las Sombras de la Tríada (libro 1 de la saga La Orden del Sol)
FantasyUna antigua Orden Secreta… Un fuerte deseo de venganza… Un glorioso futuro de poder absoluto… Una hermosa muchacha… Criado en un mundo lleno de peligros, con enemigos acechando a cada paso, ha tenido que desarrollar grandes habilidades para sobrevi...