4 El Eterno Guardián

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        ¡Nublado!-exclamó Hugo descorriendo la pesada cortina de mi despacho-. El mejor clima que existe.

        Y el más escaso en esta ciudad –añadí-, así que tenemos que aprovecharlo. Prepárate, nos vamos a hacerle una visita al director del instituto.

        Os acompaño -se apuntó Gregorio, ignorando nuestras caras de resignación.

Después de haber llovido dos días seguidos, el sol pareció rebelarse y asumir el poder de nuevo sin dejar que ni una sola nube se le pusiera por delante; por ello, tuvimos que esperar una semana hasta que al fin el cielo se nublara y Hugo pudiera salir de día.

A pesar de que el instituto estaba a pocos minutos de distancia de la Mansión, yo opté por ir en mi Kawasaki, ya que después quería dar una vuelta con ella sin tener a Hugo detrás de mí. Otra razón era que adoraba mi moto y aprovechaba cualquier oportunidad para subir en ella. Regalo de Samarac, una Ninja Kawasaki era un vehículo muy simple en comparación a lo que él podría haberme dado, pero mi padre no quería que llamara demasiado la atención. Algo que rara vez ocurría.

Una vez llegamos al instituto, los tres pedimos hablar con el director, el cual no tardó en recibirnos. Sin embargo, en cuanto nos vio, su mirada se volvió precavida.

        ¿En qué puedo ayudarles?-nos preguntó tratando de aparentar tranquilidad, aunque los tres notamos su nerviosismo.

        Hemos venido a ayudarle a decidir la excursión que harán los alumnos de Bachillerato -le informé con amabilidad.

        ¿Perdón?

        Me ha entendido muy bien.

Hugo se acercó al hombre, el cual ya estaba manifiestamente asustado, y se puso de pie antes de que le tocara.

        Oigan, no sé qué pretenden, pero, si no se van ahora mismo, llamaré a la policía.

        No llamarás a la policía -murmuró Hugo con voz grave clavando los ojos en los de su víctima, quedando ésta inmóvil-. No le dirás a nadie que hemos estado aquí. Solo recordarás que has de hacer todo lo posible por organizar una excursión al zoo de Madrid para los alumnos de Bachillerato este trimestre. Es importante que vayan allí, y permitirás que puedan apuntarse amigos de los alumnos. Solo recordarás eso.

        Solo recordaré eso -repitió el hipnotizado director.

        Y si alguien te pregunta por nosotros, dirás que no te dijimos nada importante. No era nada importante.

        No era nada importante.

        Muy bien. Gracias por atendernos -finalizó Hugo alejándose de él-. Ya está hecho.

        Estupendo -aprobé con una media sonrisa-.Vámonos.

Antes de salir por la puerta, lancé una mirada al director, el cual aún parecía tener la vista perdida y se sentaba de nuevo en su silla para reanudar su trabajo. Salí de allí con una sonrisa.

Mientras nos dirigimos a la salida, pude ver, con agrado, a la rubia de la bicicleta sentada en un banco cerca de la salida. Preciosa, como la primera vez que la vi; ella no se percató de mi presencia, parecía concentrada en algo. Seguí el rumbo de su mirada y vi que observaba a una pandilla de muchachos de aspecto dudoso. Volví a fijarme en la rubita hasta que me di cuenta de que a su lado estaba Yamilé, la cual me lanzó una mirada llena de sospecha y desagrado. Le devolví la mirada y pasé de largo por delante de ellas.

Las Sombras de la Tríada (libro 1 de la saga La Orden del Sol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora