9 La Excursión al Zoo

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Cada movimiento era más intenso, más preciso, más acertado... La fuerza de la música iba guiando mis pasos, iba sacando mi fuerza. Conforme el ritmo aumentaba la intensidad, yo lo hacía con él. Cerré los ojos, me dejé guiar...Requiem for a Dream... La grandeza de aquella música me transportaba lejos, sintiéndome en mitad de una importante batalla, algo que debía ganar, algo por lo que debía vivir y morir. La intensidad bajaba, yo disminuí mis movimientos... No luchaba contra nadie, estaba solo en la sala de entrenamientos, pero me sentí lejos de allí.

No había momento en el día que disfrutara más que practicar artes marciales teniendo buena música épica de fondo. Era mi momento. Mi hora mágica. Solo con la música, solo en mitad de una gran batalla,transportado a otro mundo en el cual todo era posible. Casi podía escuchar el estruendo de dos espadas al colisionar, saborear el peligro, sentir el riesgo... Todo se entremezclaba con la música,siendo ella la que inflamaba mi imaginación dándome una falsa ilusión de libertad. Me sentía tan vivo... y tan lejos de mí.

 ¡Al fin! ¡La excursión al zoo ya tiene fecha! –exclamó Hugo,apareciendo de pronto para romper toda la magia en la que me hallaba sumergido- Elena y Virginia ya han solicitado llevar a un par de amigos.

Por fortuna, me traía una buena noticia, de lo contrario mi recibimiento habría sido muy distinto.

 Estupendo,¿cuándo se realiza la excursión?

 El 5 de diciembre.

 Aún falta bastante... pero así tendremos tiempo de planear bien lo que vamos a hacer. Informa a Gregorio, vamos a empezar ya mismo a organizarlo todo.

El plan empezaba a ponerse en funcionamiento.

Alas cuatro de la madrugada del 5 de diciembre ya estaba en pie. Me puse con mi carrera matutina, sin dejarme llevar mucho por el entusiasmo y los nervios de ese importante día. Nada podía fallar,era la oportunidad que durante meses había luchado por tener, y nada podía estropearlo. Que lo principal dependiera de Gregorio era algo preocupante, también necesario. Uno tenía que vigilar a Yamilé y conseguir que estuviera en el lugar preciso a la hora indicada, para que viera el espectáculo que se iba a formar. Como Yamilé estaría con Diana, y esta última tenía una manera tan extraña de reaccionar ante Gregorio, lo ideal era que la vigilara yo. Por lo tanto, él debía encargarse de todo lo demás. Odiaba tener que depender de Gregorio para un asunto así, pero Hugo no podía salir bajo la luz del sol.

Me di una larga y estimulante ducha, me vestí con un pantalón vaquero negro, un jersey de cuello vuelto gris oscuro, unas deportivas grises con bandas negras, y una cazadora del mismo color. Gregorio ya estaba listo para entonces, llevaba una pequeña mochila con todo tipo de herramientas que podían serle útiles a la hora de liberar animales del zoo, y ropa para camuflarse y cubrirse el rostro; era esencial que no lo identificaran.

Llegamos diez minutos antes de tiempo. Ya había bastante gente allí, entre ellas, Elena, Virginia y Marta; las cuales se acercaron nada más vernos. Comprendí que Marta no iba a ser de ninguna ayuda para mis planes, sino todo lo contrario. Al mirar a Gregorio, éste pareció pensar lo mismo que yo.

 Necesitaré ayuda, ya lo sabes -me recordó en un bajo susurro.

 Losé, y la tendrás, lo haremos todo como lo habíamos planeado. Yo me quedaré con Marta.

Un lastre con el que tendría que cargar, pero no me quedaba más remedio. Elena y Virginia iban a ser las ayudantes de Gregorio, y también las que grabaran todo lo que iba a ocurrir para pasarlo a la prensa y que el país entero lo viera.

Mientras las chicas hablaban animadamente, busqué a Diana con la mirada. No volví a hablar con ella desde el día de mi cumpleaños. Continuaba intrigado con su don, mas no tenía tiempo de investigarlo; el pub,los futuros conversos, mis planes con Yamilé... demasiadas cosas requerían mi atención. De todas maneras, lo que más me interesaba de ella era otra cosa, y eso solo me traería problemas. Jamás me había fijado en ninguna chica humana por esa razón, a pesar de haber coincidido con muchas atractivas en los diversos institutos a los que fui. No obstante, siendo lo que soy y teniendo una vida tan compleja, no me complicaba mezclando en mis cosas a alguien ajeno ami mundo, y menos teniendo tantas otras mujeres hermosas para elegir.Diana era la única que había llamado mi atención lo suficiente como para sentirme tentado a hacerlo.

Las Sombras de la Tríada (libro 1 de la saga La Orden del Sol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora