XXXI

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Abrí la puerta a Tate, y subimos a mi habitación, ahora eramos los tres. Un abrazo saludó a Ophelia y ella lo recibió sonriente, un beso me saludó en la mejilla y lo recibí sonrojada.

Tate miró el techo, iba a decir algo pero calló.

"Podemos terminarlo"
hablé por él.

"Porqué no ver una película, te traje palomitas y chicles de algodón de azúcar"

Por alguna razón me molestó su comentario, fue como si cuidará de una niña pequeña, como su fuera su responsabilidad, su carga.

Solo me limité a asentir, y allí me encontraba, junto a Tate, que estaba junto a Ophelia, y que me rodeaba con su brazo.

Como su fuera una niña pequeña que proteger de la película de terror.

EdurneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora