CAPÍTULO 1

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Un rayo de sol entraba por la ventana, y le daba justo en los párpados. Por un momento Nick pensó que se encontraba en un desierto. El sol brillaba con una intensidad que él nunca había sentido; o tal vez era porque nunca se le olvidaba cerrar las ventanas. Hasta ese día. La noche anterior había ido a una fiesta, su primera fiesta en un antro. Los antros de San Francisco por lo regular siempre están llenos de gays buscando sexo. Y esta vez no fue la excepción.
Nick se levantó y de pronto vio a alguien acostado a su lado. Levantó la sábana y era un chico que no recordaba, no podía negar que estaba guapo, pero aun así no recordaba lo que habían hecho. Ni como había llegado ahí. De repente el chico se movió y se levantó.
-Buenos días nene, ¿cómo amaneciste después de lo anoche?, me preguntó el chico con un tono de perversidad. Tenía una voz ronca tan sexy. Que quise recordar que había pasado anoche. -Créeme jamás había tenido sexo así.
-¿Así?, le contesté avergonzado.
-Sí, estuviste increíble, para ser tu primera vez, me aseguró.
Si tan sólo supieras, pensé.
-Bueno, yo creo que ya es hora de que te vayas, no quiero que mi hermana se despierte y te vea aquí, le dije apresurándolo y levantándome de la cama.
-¿Estás seguro que no quieres volver a repetir?, me preguntó intentando seducirme y guiñándome un ojo.
-Eso fue muy sexy de tu parte, pero no. Es mejor que te vayas, enserio. Yo creo que ya nos divertimos mucho anoche, le contesté, espero no haber sonado tan irritante. Pero ojala y pudiera recordar algo de anoche. Jamás me embriagare así de nuevo.
Tan pronto como me vestí, le abrí la puerta y le dije otra vez que se fuera.
-Está bien ya entendí que no quieres, ya me voy, me voy a vestir, me dijo con un tono burlón.
-¿Pero estas seguro?
-Ya vete, le dije, lo cual me causó mucha gracia. Este chico era muy simpático ojala me acordará un poco más de él. Tan pronto como se vistió. Se dirigió a la puerta, se paró fuera de ella. Y me dice:
-Un gusto haberte conocido Nick, gracias por darme el mejor sexo de mi vida, lo dijo casi gritando y riéndose.
Su risa sonó tan linda y luego me sentí mal por no recordar si quiera su nombre.
-De nada..., es lo único que pude decir, preferí no decir ningún nombre. Y entonces el término la oración y me dijo:
-Miles, ese es mi nombre, me dijo.
-Sí, ya lo sabía, no quise decirlo por miedo a equivocarme, ya sabes, eso hubiera sido hiriente, le dije tratando de sonar creíble.
-De todas formas me hirió, me dijo tan serio. Que casi me lo creí. Luego comenzó a resonar su risa por casi toda la habitación. Y le dije:
-Ya vete Miles, hasta luego, y ambos nos reímos.
Luego comenzó a marcharse, me guiño un ojo y cerré la puerta.




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