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La verdad es que los días estaban demasiado transitivos, el reloj se había llevado una semana entera de corbata y conmigo no había más que lo de siempre; Michael a mi izquierda y garden of remembrance a la derecha, este último haciéndonos segunda a mí y a mí compañero.

Lo más relevante que había ocurrido fue como agua pasada, hace exactamente cinco días que paso por el camposanto sin mirar el área oeste de el lugar, estaba aterrada por el reciente entierro, pero eso no evitaba que asistiera.

También eran cinco días sin ver a la pequeña cuentista andando por ahí, mentiría si dijera que me preguntaba por ella, y una que otra vez imagine ver aquel par de coletas que difieren rebotando por ahí, pero debería ser el que me ha fascinado la manera en que mis manos apuñan mis prendas y mi cuerpo se estremece cuando la percibo, y es algo extraño, la chica me aterra de una manera acaparadora, pero me llega demasiado la intriga que otorga que ni siquiera puedo dejar llenar aquel sentimiento. Me intriga tanto la manera en que logra aterrarme. Michael lo ha llamado masoquismo, yo no lo veo así.

Mis audífonos colgaban desde mis oídos mientras intentaba llevar el ritmo de Jet pisoteando las baldosas y arrancando a mi paso los carteles de "el regreso a clases" que había sobre las paredes, es que no dejaban llevar unas vacaciones relajadas.

Michael me había pedido que pasara por el está vez para ir andando hasta el camposanto pues su carro se había averiado, no me pareció una mala idea, normalmente cuando nos apetecía hacer este tipo de cosas llevamos el audífono de doble uso y escuchábamos del mismo reproductor por lo que dejaba de ser algo tedioso, además de que hoy en día había clima lluvioso así que sería un día nublado.

Al llegar a su casa saque mis audífonos y entre sin siquiera preguntar, o tocar, Michael vivía solo así que no había conflicto con el que me anduviera por su casa como si fuera propia, tenía una casa bastante primordial al decir verdad, digamos que para este chico con que su refrigerador y consola estén a unos metros considerablemente cerca no hay problema alguno con el resto de la casa.

Busque al chico de cabellos extraños por todo el lugar, pero no me llegaron señales de el, me asomé por la cocina y logre mirar como su trasero sobresalía por un costado de la puerta abierta del refrigerador, me reí un poco ante esa escena.

-¡Michael! - grite haciendo que se intentará levantar de pronto y su cabeza se topara que la parte superior del refrigerador, idiota.

-¿Qué tú eres idiota? - pregunto enderezándose y sobando la parte posterior de su cabeza, yo arquee una de mis cejas aún risueña por su susto.

-Yo no fui la que estrelló su cabeza contra la nevera. - replique alzando una de mis manos en defensa.

-Me asustaste. - defendió pateando levemente la puerta del susodicho para que se cerrará.

-Fue intencional. - confesé levantando mis hombros y denotando que por ende, no ofrecería una disculpa, Michael me mostró su dedo corazón mientras que salía de la cocina dejándome dentro, hasta que segundos después le seguí.

-Solo tomemos camino que se nos oscurecerá. - apuro mientras tomaba una mochila azul de pinta de jeans que colgaba desde el perchero y se paró frente a mí para pasar los tirantes de esta por mis hombros, yo solo me quede parada observándolo hacia arriba. Se quedó unos segundos arreglando las cuerdas de mis hombros como si lo necesitaran, me miro un tanto burlón y yo solo le di un golpe en el hombro para que se moviese; sabía que estaba haciendo esas cosas porque era demasiado molesto, después de escuchar su risa por todo el apartamento salimos finalmente a la calle y comenzamos a andar.

Habíamos pasado al menos cinco cuadras, Michael a este punto llevaba la mano entrelazada con la mía y pateaba las rocas que había en su camino. De pronto sentí como soltó mi mano y se movió a mi lado izquierdo, yo lo mire un tanto extrañada hasta que mire como se saco los audífonos mientras miraba hacia el auto que recién había notado que estaba ahí, en medio de la calle.

De nuevo, aquel sentimiento invadió mi pequeño cuerpo repentinamente, un escalofrío se expandió por mi espina dorsal y en ese momento me tense, y al parecer Michael lo había notado pues apretó el agarre a mi mano que recién había notado que había echo.

-¿Disculpa? - pregunto Michael, denotando que las palabras anteriores de la chica habían sido tapadas por la música que escuchábamos.

-¿Qué si necesitan un aventon? - repitió con su voz tan característica a lo melifluo, su Corolla rojo estaba ahora junto a nosotros. Michael me miró dudoso y yo solo le dedique una mirada suplicante.

-Supongo que está bien. - sentenció segundos después sin siquiera tomarse el tiempo necesario para meditarlo y ahora fui yo la que apretó fuertemente su mano, estaba viviendo la negación. Michael se deshizo de mi agarre y camino hasta el auto de la chica mientras que yo lo miraba un tanto expectante desde la banqueta sin importarme si la chica notaba que estaba haciendo una rabieta hacia aquel chico, realmente no quería subir a ese auto. Michael se detuvo cuando tomo la manilla de la puerta y me miro.

-Venga Kira, parece que las nubes están despejándose. - se justificó señalando el cielo y después termino de subirse al carro por la parte trasera, mire a la chica, la cual acomodaba su codo en el volante y me miraba con una pequeña sonrisa un tanto burlona; y no era una de sus características, estaba burlándose probablemente de lo ridícula que debía verme.

Terminé suspirando y rodeando aquel automóvil para después dejarme subir en el, entonces ella lo echó a andar, sabía exactamente a donde nos dirigíamos; y nosotros donde se dirigía ella.

Tengo el otro, ¿lo quieren?:)

Graveyard | Melanie Martinez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora