06.

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— Buenos días. — escuche justo frente a mi, quise abrir los ojos pero el sol estaba pegando justo hacia mi cara, haciendo que los cerrará al segundo.

— ¿Qué? Que — fue lo que logre decir bastante adormilada, estaba confundida. La superficie donde me encontraba no parecía firme, y escuchaba sonidos del metal fungido rechinando.

—Despierta ya. — me dijo la misma voz, de pronto algo debajo mío se movió, lo que hizo que mi sentido se despertara, pero mi cabeza punzo al instante y caí de espaldas de nuevo.

— Lo siento, el sol estaba pegando justo en tu cara. — La voz sonaba bastante dulce, entre abrí un ojo y pude notar que estaba sobre un brincolin de resortes, y al parecer la dueña de aquella voz solo lo había arrastrado a la sombra que dejaba el añil. No entendí donde estaba, y tampoco que estaba usando, pero no podía tomarme la molestia de encontrar respuestas a todo lo que no estaba en su lugar cuando la cabeza me dolía y punzaba de aquella manera.

— ¿Ya vas a despertar? Porque me faltan muchísimos más por despertar. — la oí decir, y la voz esta vez me pareció bastante similar, diablos.

— ¿Cómo hiciste eso? — lo que era más bien un pensamiento salió un poco de mi boca casi burbujeando. Solo podía pensar en cómo había movido el brincolin si la multicolor mide como medio metro, relevante.

Logré sentarme sobre mis codos y mire alrededor intentando conectar algunas cosas, sin embargo no lograba entender nada, estaba en un patio trasero de una gran casa de la cual no tenía ni idea, sobre un trampolín lleno de serpentinas de colores y aquellos conocido vasos rojos, era todo un desastre, sin contar a los otros cinco chicos regados sobre el pasto dormidos, o muertos. Mire alrededor de mi intentando buscar mi teléfono, o mi otro zapato, pero no encontré nada.

Mire a la niña arcoiris intentando despertar a una pelirroja que estaba tendida en el pasto víctima de su propia vestimenta con el vestido recorrido hasta la cintura, ella lucia bastante normal en comparación, hasta parecía que había tomado una ducha, no sabía qué hacer o qué decir, porque no sabía que ocurría y mi cabeza no daba para más como para saltar a alterarme, pensé en tenderme de nuevo en el trampolín, pero la chica me hablo.

— Puedes ir a buscar a tu amigo, esta adentro seguramente.

Michael. Me baje del trampolín tan rapido como pude, o más bien que mi cabeza pudo, mis pies tocaron el pasto y lo sentí bastante agradable, como para desmayarme sobre el. Entre a la casa buscando a la (ahora) cabeza blanca de Michael, quería recordar cómo venía vestido pero no podía, no recordaba nada. Había adolescentes regados en el piso junto con otras sobras de posible fiesta descontrolada, unos desnudos, con las caras rayadas, rodeados de vasos, hasta había uno atado con cinta a una silla, pero ninguno de esos eran Michael.

Subí las escaleras de la casa intentando no resbalar con el sucio piso y abrí la primera puerta que mire, algo estaba tapando el paso de la puerta, por lo que la empuje y escuche como alguien se quejaba del otro lado, asome mi cabeza y mire a tres chicas regadas en el suelo casi desnudas, una frente a la puerta y a mi amigo sin camisa colgando su cabeza desde la orilla de la cama, arrugue la nariz por el olor.

Camine hasta Michael, estaba rodeado de encaje y lápiz labial rojo barato embarrado en su cuello, me arrodillé frente a él y le saque su teléfono del bolsillo, eran las 9:27 am, si no llegaba antes de las 10 no tendría ni tiempo de si quiera averiguar si tenía el permiso de venir, mamá se iba a esa hora.

— Michael despierta. — susurre, no por el, si no porque si hablaba más fuerte la cabeza me punzaba aún más. El ni se inmutó. — Vamos Michael, despierta ya.

Después de que diera un gran suspiro siguió durmiendo tranquilo, mientras yo me desesperaba, me senté sobre la cama, tome su cabeza y la puse sobre mis rodillas, empecé a darle pequeñas cachetadas y a jalarle el cabello, pero el chico siempre ha tenido el sueño pesado, así que agarre un vaso rojo del suelo con un líquido transparente y se lo arroje en la cara.

— ¡¿Qué te pasa K?! — me decía K cuando se enojaba, o cuando me quería demás.

— Tenemos que irnos ya. — dije parándome y medio caminando ha la puerta.

— ¿Y mi teléfono? — hablo adormilado mirando el suelo y tocándose las bolsas, yo solo alce la mano con él en ella y seguí caminando para que él me siguiera. — ¿Qué haces con el tu? — hablo detrás de mí.

— Es que lo necesite unos minutos. — sus preguntas me estaban hartando, ¿era que el no sentía ese dolor en su frente? Todo lo que quería era llegar a casa, tomar dos litros de agua y dormir.

— ¿Qué hay del tuyo? — para entonces ya estábamos caminando fuera de la casa, no encontraba un centímetro de la casa sin desastre. Michael llego a mi lado abotonándose la camisa.

— No lo llevaba conmigo cuando desperté, y no lo pienso buscar.

— Tal vez lo tenga la chica con la que fajaste anoche en el trampolín.

Hola, regresé:)
Espero que después de tanto les siga gustando leerme, si pasa pronto habrá nueva portada y puede ser que hasta trailer.
All the love.

Ween.

Graveyard | Melanie Martinez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora