Una gran familia

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Zico dormía plácidamente aunque el sol entrando por la ventana de su camarote ya le pegaba en la cara pero estaba tan exhausto del día anterior que no dejó que eso lo hiciera levantar. Después de la caída aparatosa que tuvo al saltar del árbol, todo su cuerpo dolía, sobretodo su tobillo cuya molestia no lo dejó dormir bien. Ahora se daba cuenta que lo que hicieron fue una muy mala idea pero hubiera sido peor que esa tribu los atrapara y los asara para comerlos.

Un ruido dentro de su cuarto fue lo único que llamó su atención. Se asomó por encima de sus sábanas y vio a Sun Gi dejando un plato sobre la mesita de té. Ya la chica iba a salir pero Zico la detuvo al llamarla.

-¡Hey, tú!

Sun Gi se detuvo en seco como si hubiese hecho algo malo.

-¿Qué haces aquí?

-Taeil me dijo que te trajera el desayuno ya que no te encuentras bien. Lo dejé en la mesa.

-Estoy herido ¿Crees que puedo levantarme para cogerlo? Tráelo.

Sun Gi tomó el plato de la mesa y lo llevó hasta la cama.

-Dame de comer.

-¿Disculpa?

-Estoy débil y cansado, no puedo hacerlo solo.

-No soy tu madre y tú no eres un niño como para hacer eso.

-Pero soy un enfermo. Ahora hazlo o...

-¿O me lanzas por la borda? Eres un inmaduro, debería echarte la sopa en la cara para ver si así sí te levantas.

Zico hizo un ademan con la mano indicándole que dejara de hablar y prosiguiera con lo que le dijo. Sun Gi resopló y de mala gana arrimó una silla junto a la cama y comenzó a darle la sopa. Entre sorbo y sorbo el capitán reprimía una risa al notar la cara de incomodidad de la joven y su expresión de que en el fondo de verdad tenía ganas de tirarle la sopa encima o darle un buen puñetazo en la cara. Una vez que terminó, la chica no dijo nada y simplemente se dirigió a la puerta para salir pero Zico volvió a llamarla.

-¿Ahora qué? - preguntó sin mirarlo, aún con su vista puesta en la puerta.

-Necesito levantarme, ayúdame.

Sun Gi se giró y lo miró con el ceño fruncido. Él sólo se encogió de hombros y comenzó a levantarse quedándose sentado al borde de la cama esperando para que ella fuera a ayudarla.

-Una princesa ayudando a un pirata ¿Te imaginaste que pasarías por algo así? - dijo al momento en que Sun Gi lo sostenía con un brazo por la cintura y dejaba que él se apoyará en sus hombros.

-¿Podrías dejar de llamarme princesa? No soy una.

-¿Entonces cómo se le dicen a las hijas de los gobernadores?

-No sé, tan sólo señorita.

-Está bien, señorita princesa - rió. Sun Gi le dio pisotón para que dejara de hacerlo pero fue en el pie lastimado -¡Ay! ¡Mierda! - se soltó de la chica dejándose caer sentado en la cama.

-Perdón, perdón. No sabía que ese era el pie lastimado.

-¿Qué no viste la venda, idiota!?...¡Ay! Duele...Eres una maldita.

-¡No me digas así! - levantó la mano con amenaza de golpearlo pero Zico la sostuvo fuerte de la muñeca.

-¿Me ibas a golpear, a un enfermo?

-Iba, pero después me acordé que estabas mal herido y me contuve - le miró el pie - Si tanto te duele deberías ver a un doctor porque si no puede que terminen amputándote el pie - contuvo una risa - Y tendrías que usar una pata de palo que hiciera juego con tu ojo falso... ¿Por qué no te lo quitas y te pones un parche?

Seven SeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora