Julian.
Cuando llega la pizza todos empezamos a comer, y entre chistes y bromas se nos pasa el tiempo.
—Con, mira la hora —Dice Nathan apuntando a su reloj, Connor lo mira y se asombra.
—Se hace tarde, debemos irnos —Connor se levantó a llevar la bandeja.
—¿A donde van? —Le pregunto a Nate.
—Mamá nos pidió a mi y a Con que fuéramos temprano para ayudarla a preparar unos postres para una reunión de mujeres o algo así.
—Y ustedes estarán en la reunión, supongo —Digo bromeando.
—Claro que no, amigo. Mi mamá junto con la de Connor y el resto de las vecinas, ¿Estas loco? —Se ríe.
—Está bien —Digo chocando su mano— Buena suerte, nos vemos mañana.
—See you, bro —Dice Connor cuando llega también chocando mi mano.
—Nos vemos —Digo al final y ellos se van.
Por suerte ellos viven cerca de aquí y son vecinos. Si yo no tuviera auto, bueno, podría caminar pero es muy lejos, y la ciudad se vuelve loca a esta hora. ¡Gracias a papá por el auto!
Me quedo sentado ahí por unos minutos observando a la gente pasar, sus caras cuando observan los altos precios de algo en una tienda y luego vuelven a colocarlo en su lugar, salen luego de la tienda y critican lo que vieron con su acompañante. Típico. Siempre veo chicas lindas, a veces me acerco o se acercan ellas pero sólo llegamos a una o dos citas y luego se acaba...
Veo a una chica observando un vestido en una de esas lujosas tiendas, no la puedo ver bien pero se ve hermosa, muy bien vestida, con el cabello recogido y gafas de sol. Por alguna razón al ver su rostro de perfil me recuerda a alguien, sigo observándola esperando a que se quite las gafas para verla mejor. Pero no lo hace, solo se da la vuelta y se va.
Me levanto y me voy a caminar un poco por el Mall para distraerme, no quiero ir a casa todavía. Recorro los pasillos del piso de arriba sin un rumbo fijo, mirando las vitrinas, veo un par de cosas que me gustaría comprar pero sigo de largo, otro día vendré por eso. Entro a una tienda de utensilios de cocina, veo los juegos de cuchillos. Demonios, como me gustaría tener uno de esos, pero son demasiado costosos, así que antes de deprimirme por no poder comprarlos salgo de la tienda. Mientras voy bajando por las escaleras eléctricas vuelvo a ver a la misma chica bonita de hace un rato, ella va en sentido contrario, hacia el primer piso, y va mirando su celular. Viéndola un poco mas de cerca realmente puedo pensar que la conozco, de algún lugar, pero... ¿De donde?
Sigo mi camino esta vez por los pasillos de abajo pero no encuentro nada tan interesante, nada por lo que valga la pena sacar mi billetera. Mientras voy caminando a la puerta de salida saco mi celular para escribirle a los chicos, realmente no quiero ir a casa, prefiero incluso ayudarlos con sus bocadillos de mujeres a tener que estar en casa solo y aburrido. Les envío un mensaje: "¿necesitan algo de ayuda extra para sus bocadillos de señoras?". Imagino que están sufriendo con dos señoras quisquillosas que no los dejan trabajar, me refiero a sus mamás, ellas son como la Chef Marie, nuestra maestra, que siempre quiere trabajo sin diversión, sólo cocina y perfección. Ella es sólo una dirigiendo a un grupo de veinte cocineros y los chicos están solos bajo la supervisión de estas dos señoras. Pobres.
Voy hasta mi auto, entro y lo enciendo. Un minuto después responden con una nota de voz: "Amigo, toda la ayuda posible en este momento es bienvenida". Si, mejor voy al rescate: "La ayuda va en camino". Dejo mi celular a un lado y saco el auto del lugar donde lo estacione. Suelo conducir muy rápido, aunque intente bajar la velocidad, sin darme cuenta, siempre termino volando, pero estoy en un estacionamiento, hay muchos autos y gente pasando.
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Volver a encontrarnos.
Teen FictionJulian Hyland es un chico de 19 años que vive en New York. Cuando él tenía 13 años, sus padres tomaron la decisión de mudarse y aunque el no quería marcharse no tuvo opción. Al tratar darle la noticia a su mejor amiga ésta no lo dejó, sólo le dijo...