Capítulo 20 (Giancarlo)

224 15 1
                                    

Sale del coche a toda prisa, y no se da cuenta del portazo que ha dado. Suspiro. Salgo tranquilamente del coche.
Y entro a nuestra casa. "Nuestra casa"
No la veo en el salón, asique avanzo hasta el dormitorio y la encuentro desvistiéndose. Es increíble el efecto que sus movimientos hacen sobre mí. Cada vez estoy más convencido de que lo siento, y es real.

Pero no me la merezco, y me da vergüenza la cara de descarado y bobo que tengo al verla desnudarse. Es el cielo bendito.
Desvío mi mirada y me acerco a ella.
Se gira de repente y la doy un beso en la frente, relaja los hombros.

-Vengo ahora.-Me atrevo a decir cuando la situación podría estar ya arreglada. Veo que frunce el ceño, soy un imbécil.

-Vale.-Pero me sorprende la tranquilidad con la que lo ha aceptado.

Cierro los ojos y obligo a mis piernas a alejarme de ella. Salgo de casa y me meto de mala gana a la camioneta.
Soy un estúpido ¿Cómo quieres que te quiera si siempre la decepcionas?

Hoy tendría que ser el mejor día de este viaje, y me estoy comportando como un cerdo, y todo por miedo a perderla.

Arranco el coche a toda velocidad y me voy lejos, muy lejos a un lugar donde no pueda regresar pronto y volver a cagarla.

Llego al puerto, no es tan grande como el de Roma, pero es màs tranquilo.
Aparco la camioneta en el primer espacio que encuentro y salgo sintiéndome como un desgraciado.
Llego al pico del muelle, me quito los zapatos junto los calcetines y me siento con la vista al horizonte.

Respiro profundamente, muy profundamente. No pararé de culparme, soy un egoísta.

Mi teléfono suena, pongo los ojos en blanco. Lo saco del bolsillo y maldigo al ver el número que vuelve a llamarme.
No pienso contestar. Lo apago directamente y vuelvo a descansar la vista en lo lejos.

Si tuviera que describir como me siento, no tendría las palabras correctas. Soy un completo idiota. Me estoy confundiendo a mi mismo, a la gente de alrededor.

Algo me decía que alguien podía salir dañado, herido y decepcionado. Pero estaba tan convencido en que lo podría superar, que seguí cometiendo el mismo error.

Suspiro. ¿Crees que lo dejará todo por ti? Soy un completo imbecil. ¡Claro que no! Ella tiene una vida perfecta, un futuro grandioso y un capullo de por vida.
Me arden las venas de solo imaginarme como otra persona la hace el amor. Me he acostumbrado tanto a ella que ya la tengo pegada a la piel. Su aliento esta mezclado en mi boca, su cuerpo está marcado en el mío.
¿Cómo he podido permitirme llegar a este extremo?

Estoy lleno de cólera. Alexander Lexter no es ningún pobre, desencantado y mantenido por el cual competir. Claro que no me creo inferior a él, nunca. Pero en estos momentos envidio su suerte.
Una mujer como Cherise, de la cual reirte por cualquier cosa, te transmite alegría, cariñosa, irresistible, numerosas cualidades...
Diferente, lo que más me atrae es su diferencia e inteligencia. Sabe perfectamente cuando y cuando no. ¿Cómo puedo dejar perderla?

Vuelvo a suspirar frustrado. La rabia se apodera de mi cuando pienso que todas las cosas que hemos compartido juntos también las ha compartido con Lexter.

Busco la primera distracción para sacarme ese mal pensamiento de mi cabeza, no puedo dejar que siga atormentándome.
Ella está conmigo ¿Qué significa eso? ¿Tendrá sentimientos hacia mí? ¿Tan fuertes como los que tiene hacia Lexter? ¿Menos? ¿Más?

Cuando está conmigo me hace creer que ella también sabe que nuestros cuerpos están destinados a estar juntos ¿por que nuestro futuro no?

Soy un puto desgraciado. Sé bien que no me la merezco, ni siquiera puedo ser cien por cien sincero con ella. Todavía no me atrevo a contarla la verdad.
¿Cómo reaccionaría? Temo que se aleje más de lo que le siento.
La necesito cerca, muy cerca. Pegada.

Darla el mundo entero y decirla de una vez lo que siento, que la quiero, que me muero por ella, que nunca he sentido algo igual y que pasaría por encima de cualquiera por ella, nosotros.

¿Nosotros? Suelto una pequeña risa incrédula.
No creo que ella lo vea como "nosotros"
Es tan buena que en su cabecita solo piensa en los demás, ¿y ella? ¿Cuándo hará lo que quiere?

Cuando me ha contado esta tarde su larga relación con Lexter he querido matar a ese imbécil con suerte. Tenía que guardar la compostura y actuar como si estuviera tranquilo.

¿¡Tranquilo!? Desde que la conozco he estado de todo menos tranquilo. Todo lo que hace me interesa, todo lo que piensa me preocupa y todo lo que dice me importa. No he tenido tanto miedo hasta ahora.

Esta mañana estaba triste porque sabía que este era nuestro último día, ¿pensaría lo mismo que yo? ¿se acabará aquí? Si supiera el verdadero motivo de este viaje... ¿Me odiaría?

Son tantas preguntas, dudas y complicaciones que se acumulan en mi cabeza y no me dejan pensar con tranquilidad.

Sigo en la orilla del muelle, hablando con la mejor compañia que he encontrado. Mi yo.

Antes de conocerla solía tener la sensación de no hacer nada en este mundo, no encontraba mi misión, ni el don. Sentía que todo lo que hacía no me llenaba, que necesitaba más. Tenía que encontrarme a mi mismo y librarme de la gran cerradura que poseía.
Después de lo que pasó hace años, me cerré completamente, hasta que sin querer la vi en esas escaleras desmayada y me acerque al instante a ayudar.

Al ver el lindo rostro escondido entre los mechones de pelo, me pregunté miles de veces si era verdad lo que mis ojos veían.
No me lo creí hasta que dijo que trabajaría en la misma empresa que tanto me ha estorbado y complicado la vida.

Que fuera una estudiante de Cambridge no hacía más que empeorar las las cosas, volví a mi pasado. Pero luego la volví a ver en el ascensor.

Sonrio.

Estaba tan enfadado que me obligué a la tentación de no mirarla. Pero no pude, el destino la puso más y más cerca, hasta el extremo en el que ya no me podía olvidar de ella.

Cherise...

Cherise Marie Coleman...

Memoricé su nombre antes de preguntárselo en la discoteca en la que coincidimos. Cuando la vi bailando supe que tenía que aprovechar el momento. Tenía que actuar rápido, decirla que la necesitaba. Y funcionó.

Nunca lo olvidaré, ¿cómo olvidarlo?
Creo que fue la última pista del acertijo.

Estoy perdidamente enamorado de ella. No me importa el dinero, mi padre, los suyos, Lexter, Gina....

No me importa nadie, solo ella.

Me levanto del muelle y miro la hora. Al instante me doy cuenta de que han pasado tres horas y de que mi mujer, la chica que amo está sola y sufriendo por mi.

Me levanto y corro hacia el coche.
Arranco y me encamino al viaje de una hora que me espera.

Cuando llego lo primero que ven mis ojos es su cuerpo tumbado en el sofá de nuestra casa. Sonrio, lleva puesta mi camisa. Le queda genial.
Me acerco a ella rezando por que no se despierte y la cojo en brazos.
Camino y la llevo a la habitación.
La pongo en nuestra cama y le aparto los pequeños mechones de pelo que tapan su rostro moreno y descansado.

La amo, la amo y la amo.

Ahora lo sé más que nunca.

Me acomodo junto a ella y me quedo observándola hasta que hace un pequeño movimiento y se gira con un ojo abierto y el rostro medio dormido.

Te quiero.

Espero que os haya gustado este capítulo extra de Giancarlo. Gracias por seguir leyendo y apoyándome, espero vuestros favoritos y comentarios. Gracias por todo. Besitossssssss

¿Te Arriesgas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora