Capítulo 5. "Azucena"

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Bueno, ahora saben cómo me pongo con las cosas que me gustan. Sigo nerviosa, pero ahora me controlo equisdé.

Cerré los ojos con fuerza, con los pies petrificados en el segundo escalón.

Ya está, Rubén me mata. Ya lo imagino atrás de esta mina con una cara querer asesinarme tremendas. Y si no me cuido, seguramente lo hace.

Me erguí como pude y fabriqué una sonrisa, girando sobre mi eje ciento ochenta grados.

-Sí, yo...- me quedé muda cuando la vi porque, no era joven, en absoluto; sus manos estaban demasiado delgadas y arrugadas, además del resto de sus arrugas en su cuello y rostro, sobre todo alrededor de los ojos. Patas de gallo, ojeras, bolsas, algo de pintura corrida... Esa mujer no debe tener menos de cuarentitantos, debe ser cincuentona. ¡¿A Rubén le gustan las MILFS?!-...Yo, sí, soy... Yo soy...- tartamudeé.

La pedófila se cagó de risa -Pues entonces ven, pasa, pasa- dijo haciéndose a un lado con una sonrisa. Sus dientes -o al menos los originales- estaban algo amarillentos y torcidos, completamente distintos a los de la mandíbula superior, blancos, relucientes y derechos, obviamente postizos. Gracias al cielo, sólo eran cuatro o cinco los postizos. Tragué saliva cuando vi a Doblas de pie a uno o dos metros de ella, con una mirada que te cagas.

Se me están pegando poco a poco las expresiones gallegas, puta madre.

Subí el escalón que había bajado y me acerqué a ella con cautela, como si me fuera a comer -o más bien su queridísimo novio, aunque por su edad debe ser ser un amante- o algo peor.

-¿Esperas una alfombra roja, niña? Pasa, vamos que tengo el aire encendido- dijo agarrando mi brazo y tirando de él hasta estar adentro del departamento.

Como entré me quedé dura en mi lugar. El departamento era bastante grande, pero parecía mucho más chico con todas las cosas que habían. Cajas por donde sea que vieras, osea... O recién se mudaban, o estaban por mudarse.

-Perdona el desorden, aún no resolvemos todo sobre la mudanza- dijo Doblas adelante mío, asustándome; ni siquiera me di cuenta de que se había acercado. Su voz era neutra igual que su expresión, pero sentía alrededor de él el olor a que me iba a matar con una cuchara. Bueno, no sentí el olor, se notó que se había bañado, pero ustedes entienden cuando saben que una persona está enojada aunque no lo demuestre, es horrible. Estaba a unos dos o tres metros de mí, y sin embargo sentía su enojo como si estuviera a centímetros de mi cara.

Traté de bajar la tensión que obviamente aumentaba a cada segundo -No te preocupes, a mí me costó meses poder mudar todo lo que tenía la primera vez que me fui a vivir sola- dije con una sonrisa, mirándolo con confianza. Me miró unos segundos, y cuando su sonrisa estaba por salir, su novia nos interrumpe.

-Excepto que yo estoy viviendo con él, tontilla- rió de una manera tan histérica y estirada que tuve que apretar los dientes con fuerza para no romperle esa cara falsa y con botox hasta en la lengua que tenía. Cuando vio que no reía, me sonrió-. Su hermanilla y yo estamos viviendo con él. Soy Azucena, la madre de Rubencillo.

(Levante la mano quién se acordó de Elvisa \(._.)/)

Hice lo que pude para contener el grito de alegría que surgía salir desde el fondo de mi pecho. La puta madre, ya estaba pensando mil maneras de matarla.

Levanté la mano derecha, y ella la estrechó -Un gusto, soy ________, soy compañera de Rubén en algunas clases.

Asintió sonriendo como la pedófila que parecía -Ya veo, ya veo... Y ¿en cuántas clases están juntos?

-Mamá...- Escuché desde mi lado, donde estaba Doblas.

Osea, Rubén. Doblas macho. Junior. Bebito.

Suicidio. (ElRubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora