- ¿Y si fueramos perros?, nos tendríamos que oler el trasero al vernos - decía mi novio Calum mientras ambos montábamos en un monopatín diferente. Era muy cómodo estar junto a él, prácticamente nunca te aburrías o te quedabas sin tema del que hablar.
- Oh, vamos, ¿en serio te gustaría hacer eso? - Le miré con una ceja alzada y me sonrió picaramente.
- Realmente preferiría olerte entera, aunque... creo que eso ya lo hice - me guiñó un ojo y el color fue a parar a mi rostro.
- Por dios - dije escandalizada
Intenté golpearle pero se alejó con su monopatín rápidamente. Aumenté también la velocidad para intentar atraparlo, pero fue imposible. Se apiadó de mi y paró un par de metros después. Al llegar a su lado lo golpeé y él rió. Puso sus labios en mi oído y susurró:
- Sé que te gustaría que se repitiera. - Cerré los ojos al sentir su aliento en mi piel, y recordé lo que había sucedido hace dos semanas. Mordí mi labio inferior de pura excitación.
- Al igual que yo sé que tu mueres por mis labios - esta vez acerqué yo mis labios a su oído - por tu cuerpo. - Sus brazos rodearon mi cintura, acercándome a él.
- ¿Y qué tal si repetimos? - Su voz se había vuelto más ronca de lo normal, y hablaba seductoramente.
- Por mí, encantada - dije de igual forma.
Nos dimos un veloz beso y montamos en nuestros correspondientes monopatines para ir a su casa mientras nos íbamos empujando levemente.