Bufé una vez más en lo que llevaba de tarde. Mañana tendría que exponer un trabajo de biología frente a la clase y no podía concentrarme en el texto por culpa de los nervios. Me sabía el tema, me lo sé, pero me bloqueo y me quedo en blanco. Nunca llevé bien exponer frente a alguien, una vez incluso me dio un ataque de ansiedad (true).
Al cabo de media hora decidí llamar a mi novio Luke para que me ayudara a practicar, y en unos cinco minutos ya estaba llamando a la puerta. Bajé las escaleras mientras me hacía una coleta. Nada más abrir me lancé a sus brazos y le abracé, luego lo besé, le agarré de una mano y subimos a mi habitación.
- Vaya, pareces tranquila. - Comentó irónico.
- No bromas, no chistes. Estoy nerviosa, me tiemblan las manos, - comencé dando vueltas por la habitación mientras él se sentó en la cama- me quedo en blanco y aún no estoy frente a nadie. ¿Qué hago?¿Me hago la enferma y no voy?¿Qué tal si acabo vomitándoles?
- Eh, eh - se acercó a mi velozmente, me agarró por los hombros, parándome y haciéndome callar. - Tranquila, no pasará nada de eso, ¿si? - Hice una mueca. - Vas a practicar conmigo, ¿vale? - asentí.
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- ¿Ves? Has estado genial - después de una media hora y varios intentos al fin me había soltado y había recordado y expuesto todo el tema.
Me senté sobre las piernas de Luke y posé la cabeza en su hombro, él me rodeó con sus brazos. - Pero eso es porque eres tú, - enredé mi mano por su pelo- contigo todo es más fácil.
- Entonces, mañana cuando comiences a quedarte en blanco mírame. - Nos quedamos unos segundos con nuestras miradas fijas en las del otro y ambos sonreímos ampliamente. - Quiero morder tu labio.
Mi sonrisa se amplió aún más. - Hazlo.
