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Sentía como alguien me observaba y eso fue la causa de que me despertara un poco incómoda, miré a los lados y Justin no estaba, me acomodé en la cama y enfrente mía vi a la niñera, criada o lo que quiera que fuera esa chica, me miraba con cara de asco apoyada en la pared.
- Estarás satisfecha, ¿no?- dijo de mala gana.
- A ti que más te da.- la respondí de la misma forma.
- Tendría que ser yo la que se hubiera despertado ahí.
- Qué pena, ¿no?- la dije pavoneandome de estar entre las sábanas de Justin.
- No vayas de mosquita muerta que sé lo que buscas.
- ¿Ah si?- la dije sarcástica.- Y, ¿qué es lo que busco?
- Lo mismo que todas, tener un romance con él y luego ir fardando.- la miré y estallé en carcajadas.
- Ay cariño, que poco me conoces...- ésta me miró extrañada.- Yo no soy como tú preciosa, no me voy con famosos para pegar el braguetazo y fuera como tú.
- ¿Cómo?- la chica estaba anonadada.
- Sí bonita, sí. Has escuchado bien. Estoy con Justin porque me gusta no por interés como lo estarías tú.- me levanté de la cama y me dirigí hacia ella.- Así que, ya estás saliendo del cuarto de Justin y por favor, no molestes.- la dije guiñándola el ojo. Ella intentó agarrarme de los pelos, lo consiguió, pero yo la cogí de los pelos de la nuca y la tiré hacia abajo, las dos gritábamos como locas. De repente apareció Justin por la puerta y trató de poner orden, aproveché que Justin estaba por medio para darla un rodillazo y que me soltara y así hice. La di un rodillazo en el estómago y automáticamente me soltó y se cayó al suelo haciendo un ruido seco.
Me aparté hiperventilando de ella y Justin me abrazó.
- ¿Estás bien? ¿Te ha echo algo?
- No mi amor, tranquilo, estoy bien.
- ¿Qué ha pasado?
- Me he levantado y me ha preguntado que si estaba satisfecha por lo de anoche y por estar contigo. Se cree que estoy contigo solo por interés la muy perra.
- ¿Y la has pegado?- preguntó asombrado.
- Empezó ella y yo solo me he defendido.
- Esa es mi chica.- me dijo mientras me cogía la cara y me daba un beso. La niñera o quien quiera que fuera se levantó despacio y se dirigió hacia la puerta, se giró hacia Justin y se le quedó mirando un rato, luego Justin dijo:
- Ah, por cierto Ashley, estás despedida.
Ashley le miró de nuevo, esta vez incrédula, resopló y se fue de la habitación. Justin y yo nos miramos, me cogió de la mano y bajamos a la cocina a desayunar. Los niños vinieron corriendo a darme los buenos días.
- ¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días!- gritaron los dos al unísono.
- Buenos días.- les dije mientras les daba un beso en la frente a los dos.
- Justin, ¿a dónde se va Ash?- preguntó la pequeña Jazzy.
- Ash ya no trabaja aquí pequeña.- la dijo mientras la cogía de las manos.
- ¿Por qué?- dijo la pequeña apenada.
- Ash, ha sido mala con Sarah.
- ¡Entonces que no vuelva!- dijo enfadada, yo me reí.
Justin soltó a la pequeña y desayunamos los cuatro juntos y de repente sonó la puerta y Jazzy y Jaxon salieron disparados hacia la puerta. Al poco tiempo apareció el padre de Justin por la puerta, éste se acercó a nosotros.
- Hola papá. - dijo Justin con la boca llena, le miré y puse los ojos en blanco. Justin tragó lo que tenía en la boca y añadió. - Papá, ella es Sarah. Sarah, este es mi padre Jeremy.- me levanté de la silla y fui a saludarle educadamente.
- Hola.- le sonreí y le di dos besos.- Soy Sarah, encantada.
El padre de Justin me devolvió la sonrisa y yo volví a mi sitio a terminar de desayunar, cuando terminé me subí al cuarto de Justin a cambiarme de ropa, él se quedó con su padre en el salón.
Narra Justin.
Sarah subió a mi cuarto a cambiarse de ropa, estaba preciosa con mi camisa de los Red Sox, yo me quedé abajo en el salón con mi padre que miraba atontado un partido de béisbol en nuestra gran tele de plasma.
- ¿Y Ash?- preguntó mi padre sin apartar la vista del plasma.
- La despedí.
- ¿Te la has vuelto a tirar?- preguntó mi padre malhumorado.
- ¿Qué? Papá por favor...- dije avergonzado.
- Ah... Ya entiendo...- dijo mirando al techo.- No sabe nada, ¿cierto?- negué con la cabeza.- Me lo suponía. - comentó mi padre haciendo un gesto con las manos.
- Y mejor que no lo sepa.- le insinué.- La quiero papá y no quiero perderla.
Escuché los pasos que se acordaban a la escalera y luego como alguien bajaba por ellas, era Sarah tan preciosa como siempre, bajaba con esa sonrisa de infarto que tanto me gustaba.
- Esta chica me gusta más que la anterior.- dijo mi padre en una voz apenas audible.- Se la ve más agradable.
- Lo sé papá, eso es lo que me gusta de ella.
Narra Sarah.
Bajé al salón y estaban Justin y su padre viendo un partido de béisbol mientras comentaban algo en una voz inaudible para mi. Carraspeé un poco y Justin se levantó inmediatamente y me miró con un brillo en los ojos que jamás le había visto antes. Me sonrió y me tendió la mano para salir de casa. Me despedí de Jeremy y de los pequeños y salimos de casa, cuando llegamos al garaje sacó un alucinante Ferrari rojo que me dejó atónita.
- ¿Te gusta?- dijo arqueando las cejas.
- ¿Estás de coña?- pregunté. - ¡Es precioso! - dije asombrada y me subí en el coche sin saber a dónde nos dirigíamos y salimos de casa de Justin.- ¿A dónde vamos?- pregunté después de media hora.
- Ya lo verás pequeña.- me dijo sonriendo.
Después de hora y media de viaje en aquel asombroso Ferrari rojo, el cual todo el mundo se quedaba mirando cada vez que les adelantábamos, llegamos a una preciosa y enorme cabaña en el verde bosque. La cabaña era de un rojo oscuro tirando a marrón, con tres pisos y un sótano. Por dentro era preciosa, en el salón había un gran sofá azul con una preciosa chimenea marrón en frente decorada con formas talladas en la madera, subí al piso de arriba y había una habitación enorme de matrimonio con un baño incorporado, una habitación individual y un baño aparte. En el segundo piso había tres habitaciones individuales con un baño cada una y en el tercer piso, una bohardilla con una cama de matrimonio mucho más grande que la que había en el primer piso. Bajé al salón donde me esperaba Justin apoyado en el marco de la puerta.
- Es bonita, ¿eh?- dijo acercándose a mi.
- Es preciosa.- le contesté mientras le abrazaba.
- Te quiero pequeña.- dijo pegado a mis labios, y me besó.
Nos fuimos al salón y nos sentamos en el sofá, los dos juntos observando aquella preciosa chimenea que en aquel momento permanecía apagada.

Siempre nos quedará París.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora