Me levanté de la cama y Christian no estaba a mi lado. Me puse una camiseta que me estuviera ancha y larga y bajé a desayunar.
Salí de mi cuarto y un olor estupendo inundó mi nariz. Inspiré y luego expiré, realmente olía muy bien lo que quisiera que fuera. Bajé las escaleras y me fui a la cocina y allí me encontré con Christian haciendo el desayuno. Además de ser horriblemente guapo sabe cocinar, lo tiene todo.
Me apoyé en el marco del a puerta y volví a inhalar aquel rico aroma. Me fui hacia él y le abracé por la espalda.
– Buenos días. – le dije al oído.
– Buenos días pequeña.– se giró para darme un beso.– ¿Qué tal has dormido?
– Genial.– le sonreí.– ¿Qué es eso que cocinas que huele tan bien?
– Huevos fritos con beicon.
Le miré, cogí un plato y lo llevé a la encimera, luego cogí el suyo y lo llevé con el mío. Nos sentamos los dos y nos pusimos a desayunar.
– ¿Qué te apetece hacer hoy?– dijo mientras observaba su plato.
–No sé, una pregunta.
– Dime.
– ¿Desde cuándo conoces a Justin?– la cotilla que había dentro no pudo resistirse y tuvo que salir a la luz.
– Somos amigos desde que éramos pequeños, ¿no te cae bien?– trató de insinuar.
– ¿En serio? Y me cae bien, más que nada porque soy belieber desde que escuché su primera canción.
– ¿De veras?– preguntó asombrado.
– Sí.
– No te le tendría que haber presentado...– dijo arrepentido.
– ¿Por qué? – pregunté extrañada.
– Porque ahora que le conoces, me dejarás por él. Como hacen todas.
– No digas tonterías. Yo te quiero a ti.– le dije cogiéndole de la mano.– Nunca lo olvides, ¿vale?.– le cogí suavemente del cuello y le besé. – Te quiero Christian.
Terminamos de desayunar, dejamos los platos en el fregadero y nos sentamos en el sofá.
– Bueno...– dijo.– no me has contestado a lo que quieres hacer hoy.
– Es que en verdad, no sé que hacer hoy...
– Podemos quedar con Vi y con Chaz y Ryan a dar un paseo por la playa.
– Me parece bien.– le dije y luego le besé.
Christian me siguió el juego y empezaba a notar como el ambiente cada vez iba subiendo más de tono. En cuanto me pude dar cuenta estaba sentada encima de Christian y él tumbado en el sofá. Me acomodé un poco y le quité la camiseta. Dios mío, tenía un cuerpo perfecto.
– ¿No crees que vas un poco rápido?– dijo entre jadeos.
– Lo siento...– me disculpé. – Contigo no sé que me pasa...
– ¿Conmigo?
– Sí. Normalmente no soy así con los chicos...
– Tranquila. ¿Eres virgen?
– No.
– Bueno, entonces, ya no veo ningún problema.– me sonrió y volvió a besarme. Me quitó la camiseta y me quedé en bragas y sujetador mientras que él solo llevaba los pantalones puestos. Posó sus preciosos labios sobre mi cuerpo y los fue bajando lentamente dejando un rastro de besos por todos los sitios de mi cuerpo. Besaba cada lunar que se encontraba a su paso. Me incorporé y fui directa a quitarle los pantalones cuando llamaron al timbre. Levanté la cabeza y miré hacia la puerta.
– Qué oportunos son...– Christian me miró y se rió por lo bajo.– No te rías que a ti también te ha cortado el rollo idiota.
– Ya, pero me gusta ver como te enfadas.
Resoplé, me puse la camisa y fui a abrir la puerta. Abrí y allí estaba Vi con los ojos inundados en lágrimas.
– ¿Qué ha pasado?
– Es... es Troy...– Troy es el novio de Violet.
– ¿Qué te ha echo?
Violet rompió en llanto.
– ¿Es...estás sola?
– Está Christian en el salón. – señalé en dirección al salón.– Ven, vamos a mi cuarto y hablamos tranquilas.
La agarré de la mano y la conduje a mi cuarto. Pasé al salón y le dije a Christian:
– Ahorita bajo.
– ¿Qué pasa? – preguntó preocupado.
– Cosas de chicas.– le dije guiñándole un ojo.
Subí corriendo a mi cuarto donde había dejado a Vi. La acompañé al baño de mi cuarto para que se lavara un poco la cara. Tenía los ojos rojos e hinchados a causa de haber estado mucho tiempo llorando.
– Cuéntame.– la dije mientras me acomodaba en la cama.
– Troy...Y...yo...– dijo Vi a duras penas.
– Vi, tranquila, relájate.– la sequé una lágrima que caía por su mejilla. Inspiró y trató de hablar sin llorar.
– Troy y yo hemos roto.
– ¿Por qué?– pregunté incrédula.
– Ayer le vi con otra chica ir de la mano.
– Sería una amiga Vi...
– La besó Sarah...– y volvió a romper en llanto.
– Tranquila Vi.– la dije mientras la abrazaba.– Estoy aquí contigo, en las malas y en las peores.
– Gracias.
– Mira, ahora te voy a dejar algo de ropa para que te pongas mona, te voy a maquillar y vamos a salir a demostrarle lo que se está perdiendo por irse con otra puta.
La dejé un short de tiro alto con una camiseta de tirantes un poco escotada y mis Airmax rosas. Yo me puse un short negro con un top rosa y unas Roshe Run negras. Bajamos al salón donde se hayaba Christian viendo el fútbol entretenido. Le silbé y se dio la vuelta. Se quedó boquiabierto, parecía que se le iba a desencajar la mandíbula.
– Cierra la boca cariño, que te van a entrar moscas.– le dije mientras le guiñaba el ojo.
– Estáis espectaculares las dos. Parecéis los ángeles de Victoria's Secret.
Violet agachó la cabeza y se rió. Christian se vino con nosotras, cogí las llaves y salimos de casa. Luego nos dirijimos en dirección a casa de Chaz y Ryan. Llegamos y éstos salieron al instante. Fuimos dando un paseo tranquilamente hacia la playa donde nos encontramos a Justin sentado solo sobre una toalla a la orilla de la playa. Al verle así se me cayó el alma a los pies, no podía ver al que era mi ídolo así de mal. Les dije a estos que siguieran para alante, que enseguida les cogería.
Me senté a su lado en la toalla. Justin al verme me miró y sonrió.
– Hola novia de Christian.
– Puedes llamarme Sarah.
– Pues hola Sarah.– dijo triste.
– Sé que apenas me conoces, pero no puedo ver a mi ídolo triste.
– ¿Eres belieber?– preguntó algo más animado.
– Sí. Y puedes contarme lo que sea. Puedes confiar en mi.
Justin me sonrió dulcemente y comenzó a contarme que le pasaba.
– Es Jess...
– No me digas, te ha dejado.
– ¿Cómo lo has sabido?– preguntó asombrado.
– Soy adivina. – le dije guiñándole el ojo.– De todas formas Justin, no tienes porque estar mal. Era una rubia polioperada como todas las demás. – le dije rodando los ojos.– Sé que la querías por como la mirabas ayer, pero si ella te ha dejado pues ella se lo pierde.
– Muchas gracias Sarah. – me dijo mientras me daba un abrazo.
– No las des. Sabes que me tienes a tu disposición para lo que quieras, o bien como amiga o como belieber.
Me dio un beso en la frente y se levantó de la toalla.
– Eh, tengo una idea.– le dije entusiasmada.– Vente con nosotros. Así te despejas.
– Está bien.– me dijo con otra de sus dulces sonrisas en la cara.
Recogió la toalla y los alcanzamos en un chiringuito tomando algo.
– Oye Sarah, puedo pedirte un favor.
– Claro.
– ¿Puedo quedarme en tu casa un par de días? Es que he discutido con mi madre y...
– Tranquilo, claro que puedes.
– ¿A Christian no le va a importar?– preguntó preocupado.
– No tiene porque enterarse.
Justin me volvió a sonreír y la belieber de mi interior se volvió a derretir.
Anduvimos toda la tarde por la playa entre risas. De vez en cuando nos parábamos para jugar con un balón que Justin había traído. Nos volvimos a la hora de cenar. Y cada uno nos fuimos a nuestra casa, salvo Justin y yo que íbamos para el mismo sitio. Llegamos a mi casa y pasamos. Me fui a la cocina y preparé la cena. Puse los platos en la mesa y nos pusimos a cenar.
– ¿Y como surgió lo tuyo con Christian?
– No lo sé. Vi me lo presentó y le vi mono y una cosa llevó a la otra.
– Y si te digo que desde que te vi con él en el cine sentí algo por ti.
– Pues yo no sabría que decir Justin...
Terminamos de cenar y nos fuimos al sofá a ver un rato la tele.
– ¿Qué te apetece ver?– dije cogiendo el mando de la tele.
– Cualquier cosa mientras sea contigo.
– Justin, estoy con Christian. Ése que es tu mejor amigo desde pequeños.
– Tu misma dijiste que no se iba a enterar.
– Sí, pero de que te ibas a quedar a dormir aquí. No de que me vaya a liar contigo.
– Osea que te vas a liar conmigo...– insinuó arqueando las cejas mientras se acercaba a mi.
– Puede ser...
Sarah, no. ¿Qué haces? Tú estás con Christian.– me dijo mi vocecita interna.
Ya... Pero es Justin Bieber... No puedo desperdiciar esta oportunidad.– la respondí.
¿Y cagarla con Christian?– replicó.
¿Y salir con Justin Bieber?– la imité.
Tú sabrás lo que haces. – refunfuñó y después, desapareció.
Estuvimos un rato mirándonos hasta que decidí poner una película de miedo, cosa que me encanta. Puse Eliminado que trata sobre una chica que muere y llama a sus amigos por Skype desde el más allá y los mata uno a uno si se desconectan de la llamada.
Estaba muerta de miedo abrazada a Justin mientras él disfrutaba viendo como me asustaba. Mientras me ocultaba detrás de Justin me llegó un mensaje al móvil.
Hola pequeña.
Christian.
Lo miré disimuladamente para que Justin no se diera cuenta, pero fracasé.
– Es él, ¿verdad?
No le contesté. Le miré a esos ojos color miel tan bonitos que tiene y no pude resistirlo más. Tiré el móvil y me lancé hacia su boca que él recibió con mucho gusto. Me besaba suave y dulcemente, saboreandome. Empezaba a notar esa sensación que también sentía con Christian. Empecé a bajar mis labios por su cuello mientras iba desabrochando los botones de su camisa. Llegué al ombligo y le miré, estaba jadeando.
– Si quieres que pare, solo tienes que decírmelo.– le dije. Justin aprovechó que estaba despistada para subirse encima mía y poder quitarme el top.
Bajó sus labios por todo mi cuerpo hasta llegar al short, que lo quitó delicadamente. Esta vez fui yo más ágil que él y le quité los pantalones de una, ambos estábamos jadeando y con la respiración acelerada. Llegamos al punto de estar los dos en ropa interior tirados en el sofá, me levanté y le cogí de la mano, me subí encima suya y le dirigí a mi cuarto donde éste me tiró en la cama y de una me quitó el sujetador y las bragas luego él se quitó el bóxer y en un momento ya volvía estar encima mía, con la diferencia de que esta vez los dos estábamos piel con piel en la misma cama. Justo cuando iba a entrar dentro de mi me preguntó entre jadeos:
– ¿Eres virgen?
Le empecé a gritar con la mirada que lo hiciera ya de una vez, quería sentirle dentro de mi. Y así lo hizo, se metió dentro de mí y yo gemí. Estábamos en la cama, los dos piel con piel, sintiéndonos lentamente y luego, cada vez más rápido. Cada embestida me llenaba más y a él también, los dos gemíamos hasta que no pudimos más y llegamos los dos al clímax. Agotado, Justin salió de mí y se tumbó a mi lado yo caí rendida por el sueño y el cansancio y no me di cuenta de cuando Justin se quedó dormido, solo sé que estuvo un rato jugando con mi pelo.