Eleanor contempló aquel jardín tétrico frente a sus ojos. Aún cuando estaba perdida en sus pensamientos, su oído captó lo que parecía ser un sollozo, que poco a poco, se iba intensificando. Aquel sollozo provenía de la planta baja, y sin pensarlos dos veces Eleanor se encaminó hacia allí.Bajó lentamente las escaleras. Ahora podía escuchar más de un sollozo. Andó de igual manera que bajó la escaleras, para encontrar lo más aterrador o más bien entristecedor que pudo haber visto en su vida.
Los cuadros, los cuadros de todas esas mujeres... Estaban... Llorando, todas lloraban al unísono. Sus caras aunque por muy extraño que sonara, reflejaban aún más dolor que la primera vez que Eleanor las vió.
Gotas de un color negro se deslizaban por sus mejillas, hasta gotear por el reluciente y costoso marco.
Eleanor observó con cierto temor.
-Pero... ¿Qué es esto...? -murmuró.
Dió unos pasos con prudencia.
-Ayúda... -dijo entrecortadamente una voz aguda- ayúdanos...
Eleanor se giró buscando con la mirada, a la dueña de aquella suave voz.
-Ya viene -se alteró una mujer.
-Ya viene -repitieron otras dos de la misma manera.
Pequeños susurros lo cuales decían lo anteriormente con descordinación.
Eleanor giraba sobre si misma, observándo los cuadros, como si aquello fuera a revelarle lo que estaba sucediendo.
En un segundo un silencio ensordecedor se produjo.
Eleanor dió pequeños pasos hacia atras, no sin observar antes los cuadros. Segundos después corrió escaleras arriba.
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-¡Ellie!, ¡despierta!. -gritó una voz grave, haciendo que Eleanor se sobresaltara.
-¿¡Qué pasa?! -gritó Eleanor sentándose en la cama.
-A clase -sonrió Sebastián con malicia- aunque... Si prefieres -susurró Sebastián con cierto atractivo, sentándose al lado de Eleanor y colocándo su mano en su cintura- puedo darte clases privadas aquí.
Eleanor quitó aquella mano que tan asquerosa le parecía y le miró con asco.
-1. No me llames Ellie. 2. No quiero volver a verte en mi habitación y 3. Como vuelvas a tocarme me haré una auto-violación y diré que fuiste tú.
Sebastián rió- No hace falta que lo hagas tú, podría hacerte el favor -dijo para después levantarse e irse por donde había venido.
"¿Cómo mierda contrató mi padre a este asaltacunas?. De Christine no me sorprendería, pero... ¿Mi padre?" pensó Eleanor mientras se vestía, con unos shorts negros, una camiseta negra y una camisa de cuadros rojos la cual se dejó abierta.
Bajó descalza hasta el salón para coger sus "Vans" negras. Y después subió a la espaciosa habitación donde se situaban las clases de verano.
Entró y observó las paredes de un color tierra, con cortinas del mismo color que las del salón. La pizarra era verde y en ella ya estaba escrita la fecha. Un escritorio el cual parecía ser bastante antiguo, se situaba al lado de la pizarra. Dos sillas con sus correspondientes pupitres estaban frente a él. Lo demás eran muebles, espejos cuadros y rosas... Rosas negras.
Ellie recordó haber olvidado mirar las rosas que se encontraban en el salón.
"Después miraré, aunque me ha impresionado que Christine no se haya quejado de las rosas del jardín.
Minutos después llegó Charlotte con sus característicos andares de diva, y se sentó en el pupitre al lado de Eleanor, no si antes mirarla con superioridad.
-Buenos días -saludó Charlotte- aunque con esa cara... Dudo que sean muy buenos -sonrió satisfecha Charlotte.
-Tienes razón, pero veo la tuya y pienso que tengo mucha suerte de tenerla. Gracias por alegrarme el día, HERMANITA -recalcó sabiendo como odiaba Charlotte aquella palabra.
-No me llames así -dijo entre dientes Charlotte.
-Relajaros -dijo Sebastián entrando por la puerta.
-Sebastián -sonrió Charlotte con esa sonrisa que tanto asco le provocaba a Eleanor.
-Buenos días Charlotte -sonrió con seducción Sebastián.
-Buah -hizo un intento de harcada Eleanor.
-Buenos días ELLIE. - dijo Sebastián.
-Oh, ya me diste los buenos días en mi habitación, ¿recuerdas? -sonrió Eleanor sabiendo lo celosa que llegaba a ser su hermanastras.
-¿Qué? -preguntó arrugando el ceño Charlotte, para después mirar mal a Sebastián esperando una explicación.
-Nada. -contestó él- Empezemos. Matemáticas, ecuaciones -Ellie hizo una mueca- sé cuanto te gustan Eleanor.
Sebastián se giró para comenzar a escribir en la pizarra, en ese momento Elanor aprovechó para sacarle la lengua.
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El día pasó rápido, muy rápido. Eleanor tal y como había pensado, había visto como aquellas rosas que eran de un color blanco y rojas ahora eran negras. Y ante la sorpresa de Ellie, Christine no se quejó de las rosas negras.
Una vez aseada, hizo las estúpidas ecuaciones que Sebastián había mandado de deberes, y después se acostó rezando y deseándo que nada extraño le ocurriera esa noche.
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Eleanor abrió los ojos sobresaltada, ¿por qué?, ni ella lo sabía, tenía un mal presentimiento.
Se levantó despacio, para dirigirse a la cocina ya que estaba sedienta. Abrió la puerta, bajó las escaleras, hasta llegar a la mitad de estas, ya que lo que vió le hizo dudar si bajar o no.
Un cuerpo se encontraba en el suelo, junto con una sustancia carmesí la cual parecía ser sangre.
"Sebastián".
Ahora bajó las escaleras lo más rápido que pudo, se acercó hasta aquel cuerpo inerte y lo que visualizó al lado de este le produjo un escalofrío:
Una rosa negra.
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NOTA:
Wooolas!. ¡Siento no haber subido!, pero tuve problemas T_T.
Bueno, " mejor tarde que nunca" ¿no?.
¡Espero que os guste el capítulo!¡La perr... Quiero decir Christine en multimedia!
Besooos <3
Att: Bunny.
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Pasión Mortal
FantasyUn desencadenante, una maldición, una generación de mujeres malditas, una chica sin su sangre, un demonio, UN DESTINO MORTAL.