"Maldita alarma, voy a destrozarte, esto no quedará así."
Aquel pensamiento fue lo primero que acudió a la mente de Ariane. Se estiró como pudo, todavía enrollada en las sábanas de su cama. Intentó levantarse, con algo de torpeza. Unos minutos después, consiguió ponerse en pie y salir de su habitación.
En el baño, se miró en el espejo, y se asustó del pelo que llevaba. Su pelo, normalmente ondulado, estaba terriblemente revuelto, probablemente fruto de haber pasado gran parte de la noche dando vueltas, con aquella pesadilla que había estado molestándola durante una semana.
Sacó un cepillo que siempre guardaba en una pequeña mesilla que tenía al lado del lavabo, y comenzó a dejar mínimamente decente aquel embrollo de pelos.
Contempló su aspecto. Aquellos ojos verdes tan grandes, siempre inquietos, al acecho de cualquier movimiento, y su pelo, ahora ya mejor, pelirrojo, ligeramente ondulado. Unas pequeñas pecas a los lados de la nariz.
Volvió corriendo a su habitación y sacó su ropa. Cogió el uniforme que tenía que llevar siempre para trabajar, y después de tomarse el desayuno, salió a la calle corriendo, como era su costumbre para mantenerse en forma.
Claro, que aquel no era el único momento del día en el que tenía que correr.
Podía ser cualquier momento, o más bien no corría, sino que huía.
Como es natural, siempre huyendo de la policía, después de llevarse unos diamantes de la primera joyería que encontraba.
Aun así, en aquel momento, no corría por eso. Llegaba tarde al trabajo, y la bruja de la encargada de la librería, le había cogido cierta manía desde que había entrado por aquella puerta.
Entró como un vendaval por la entrada, casi tropezando con Dina, la chica de pelo castaño y corto que hacía el papel de mejor amiga en aquel lugar, aunque no se conocían demasiado, porque Ariane había llegado a la ciudad hacía apenas unos meses, y también al trabajo.
-Hola, ¿qué tal estás? -Preguntó Dina con su típica alegría.
-Bien, gracias. -Sonrió Ariane.- Aunque no me gusta mucho estar trabajando aquí.
-Bueno, a mí tampoco, pero estoy bien, y estar entre tanta cultura es muy bueno. ¡Oh! Un bicho se está comiendo ese libro. ¡Fuera de ahí!
Dina se marchó a despachar al supuesto bicho, mientras Ariane sonreía al verla. Se dirigió a buscar a Martin, su otro compañero, a parte de la bruja de la encargada. No lo encontró por ningún sitio, pero tuvo que borrar rápido esos pensamientos, porque un cliente acababa de entrar a la tienda.
-¿Puedo ayudarle en algo? -Preguntó Ariane.
-Sí, vengo buscando este libro: "El Libro de los Portales". Me lo pidió mi hija.
-Sí, en seguida se lo traigo.
Ariane se desplazó por toda la tienda hacia la zona donde estaban los libros de novela juvenil. Se paró en una sección, donde los libros estaban ordenados por el orden alfabético de sus escritores. En la letra "L", estaba el libro que le había pedido el cliente.
Volvió sobre sus pasos apresuradamente, y rápidamente cobró el libro. Suspiró, y subió a la siguiente planta de la librería, para seguir con el trabajo donde lo había dejado el día anterior, colocando libros en la estantería.
Puso una mueca de disgusto al ver a la encargada de la tienda revisando todo lo que había hecho. Por suerte, la borró rápidamente al ver que la miraba, y así se evitó un mal mayor. Sonrió de la manera más hipócrita que se le ocurrió, y se dirigió hacia ella.
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Persecución [Pausada]
Roman d'amourAriane es una chica que podríamos ver como una más. Veintitrés años, pelirroja, ojos verdes, una sonrisa dulce, trabajando en la librería de la esquina. Pero lleva una doble vida. El otro lado de su personalidad: es una ladrona profesional. Después...