CAPÍTULO 3

3 0 0
                                    

En otro lugar, no muy lejos de donde se encontraba Fiorella, otra joven también pedía un deseo a la misma brillante estrella la cual oía las súplicas de ambas chicas con pena y comprensión.

KIARA

-- Estrella que estas ahí arriba, que me iluminas desde pequeña. Se que siempre te lo pido y nisiquiera se por qué insisto pues no eres más que un astro que está ahí arriba... Pero mi interior me dice que eres tú, que aun no me has dejado. Por favor una vez más solo te pido. ¿Tanto seria pedir tener una vida normal? Sin cámaras, sin micros, sin soledad... ¿Tanto seria pedir? Solo quiero ser como los demás. Poder salir a la calle sin ser perseguida por cámaras y periodistas, sin ser abandonada por mis padres y seres queridos a cada nada de tiempo... sin sentirme sola. ¿Seria tanto pedir... Lucas?

Bajé la vista tras decir eso. Era inútil, simplemente no podía pedir milagros. Estaba hablando con una estrella, con un astro. Intentaba pensar que ese astro era mi amigo Lucas, pero las dudas me carcomian.

Cuando pierdes a un ser querido y los demás te dan la espalda pierdes hasta el propio juicio y lo único que te queda es la esperanza de pensar que él siga ahí cuidandote de algún modo.

Pedir un deseo a las estrellas no era algo tan anormal, pedírselo a alguien que estaba muerto era más que loco. Pero a estas alturas ni eso me importaba.

Un golpe seco interrumpió mis pensamientos bruscamente. Tras el fuerte impacto escuché un llanto y no tarde ni un minuto en estar fuera de mi habitación buscando el lugar en donde estaba uno de mis hermanos llorando.

Llegué a las escaleras y lo vi al fondo sujetandose la rodilla y la cabeza adolorido mientras gritaba y lloraba a todo pulmón.

-- ¡Jared!

Bajé las escaleras corriendo hasta llegar a junto suya y me arrodillé para examinarlo.

Solo tenia un rascazo en la rodilla pero por cómo se agarraba también la cabeza intuí que se había dado un fuerte golpe allí donde se agarraba.

-- Tranquilo ya está, solo fue un golpe.-- Intenté tranquilizarlo.

-- ¡Me duele! ¡Me duele mucho!-- gritó sin parar de llorar.

En esos momentos oí otros pasos y alcé la vista para ver a Elián arriba de todo frotándose los ojos con sueňo, indicandome con ese gesto que acabábamos de despertarlo.

-- ¿Qué a pasado? ¿Por qué gritais tanto?

-- Elián puedes ir a la cocina a por un poco de hielo.-- dije haciendo caso omiso a su pregunta.

El asintió y bajó las escaleras con cuidado. Parecía un zombie moribundo.

Me hizo gracia y a la vez me dió pena, el pobre que ya estaba domido lo habíamos despertado y ahora para colmo tenia que hacer de recadero.

-- Ven, vamos al salón.

Ayudé a mi hermano a levantarse y lo dirigí hasta el salón. Allí el se recostó en el sofá. Había dejado de llorar, pero seguía poniendo muecas de dolor.

Escuché un trote de carrera apresurada y enseguida vi al otro pequeño pelirrojo corriendo con una bolsa de hielo en la mano. Por su expresión le dolían las manos por el frío y ya estaba claramente espabilado.

Nada más llegar a junto mía me lo entregó desesperado.

-- ¡Mis manos! ¡Están heladas!

Se las sopló intentando darse calor calor con su aliento. Mientras yo procedí a ponerle el hielo a Jared en la cabeza donde se había dado el fuerte golpe al caerse por las escaleras.

***
Miré a los dos gemelitos recostados ambos en el sofá profundamente dormidos, o por lo menos eso creía hasta que Elián habló o más bien susurró, al ver que pretendía irme.

-- Kiara quedate aquí con nosotros.

Yo sonreí ante su comentario y vi como se hacía un poco a un lado, acurrucandose más junto a su hermano, para hacerme un hueco.

No podía decirle que no, asique me senté en el sofá y me acomodé agarrando un poco de la manta que tapaba a los pequeños.

-- ¿Kiara?

-- ¿Sí?

-- ¿Me cuentas una historia?

Yo suspiré. Desde que ellos eran unos bebés siempre que se acostaban les contaba una historia, inventada en ese mismo momento tras la marcha, hasta que se dormían. Aunque ya hacía tiempo que no lo hacía.

-- No estoy para pensar en historias ahora Elián.

-- Por favoooor.

Alcé la vista para ver la cara suplicante del pequeño. Imposible decir que no a esa carita.

Volví a suspirar rendida.

-- Está bien, ¿de que quieres que te cuente la historia?

-- De...-- se paró unos instantes a pensar. -- ¡Piratas! No mejor de... ¡Sí de piratas!

Yo sonreí ante su comentario. Se le veía tan risueňo... Y mi deber como hermana mayor era mantener esa sonrisa en su rostro. Aunque algunas veces tuviera ganas de estrangularlos con mis propias manos por sacarme siempre de quicio, en realidad siempre serian mis dos pequeños que proteger de la crueldad del resto de la gente que nos rodeaba.

-- De acuerdo. Pues hace no mucho tiempo, en un lugar lejano vivía un joven capitán que buscaba...

***
Acomodé la manta mejor al rededor de los dos pequeños y luego me recosté yo en el sofá de nuevo. El pequeño Elián se había quedado dormido a mitad de mi relato. Era tan tierno. Ojalá fuera así por el día y no el torbellino revelde que estaba hecho.

Al mirarlos a los dos así me di cuenta que sin ellos no era nada. Que si estaba aquí era por cuidarlos y protegerlos.

Me arrepentí profundamente de haber pensado siquiera en desear tener una vida normal alejada de todo. No me había parado a pensar en ellos.

Sin embargo lo que no sabía era que lo hecho ya estaba hecho y ya no tendría vuelta atrás. De haber sabido lo que sucedería a continuación nunca habría pedido ese deseo.

Famous and Ocult SingersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora