CAPÍTULO 7

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KIARA

Fui a bajo a hacerme algo de desayunar y me sorprendí al ver a Jordi ya despierto y cocinando.

-- Buenos días ¿o esque aquí no saludais por la mañana?-- dijo con burla a lo que yo rei.

--¿Y los niňos?

-- Aun están durmiendo, como es sábado y no tienen clases decidí dejarlos un rato más en la cama.

Yo asentí mientras me sentaba a la mesa. Suponiendo que él siempre insistía en hacer el desayuno para todos ya no podía hacer otra cosa que sentarme y esperar.

La verdad era que de momento estaba durando más tiempo que el resto de niňeras y por lo que se veía le gustaban tanto los niňos que hasta era capaz de controlar, a su manera, a mis revoltosos hermanos.

-- Un pequeño pajarito me dijo que te encanta el chocolate con churros.-- Y tras decir eso apareció con una taza de chocolate en una mano y en la otra un plato de churros aun humeantes que puso delante mía.

Yo abrí los ojos como platos. Inalé el delicioso olor que desprendía el desayuno que tenia delante. Oh que delicia.

-- No tenias que haberte molestado.

-- Me gusta cocinar, no hay problema.

Yo negué con la cabeza indicando que no tenía remedio. La verdad era que podía decir que tenia un nuevo amigo. Porque vamos prácticamente tenia mi misma edad, solo me llevaba un aňo asique directamente no podía verlo como un superior aunque fuese supuestamente mi niňero y digo supuestamente porque en realidad él solo se ocupaba de los peques.

Coji un churro lo mojé en el chocolate y me lo llevé a la boca. ¡Dios mio que delicioso!

-- ¿Qué tal me salió?

-- Un poco dulce demás.

Casi se le cae la sartén con la que estaba haciendo en esos momentos tortitas.

Llamadme mala pero me encantaba ver las expresiones que ponía cuando juzgaba algo malo de su comida aunque estuviera mintiendo, porque por ejemplo los churros y el chocolate para nada estaban dulces de más, estaban en su punto exacto y deliciosos.

-- Siempre se te ocurre algo, no se como te las arreglas mujer.

Yo solté una carcajada ante su comentario.

-- Bueno, tengo un paladar muy esquisito.

-- Sí, se ve, se ve.

Volví a reír.

-- Como sigas así de quisquillosa para todo no pillaras novio en la vida.-- dijo con burla claramente para chincharme, sin éxito por supuesto.

-- Mira quien habla, hasta donde yo se tu tampoco tienes novia. Aunque ahora que lo pienso seguro que hay alguien. ¿No hay ninguna chica de tu insti que te atraiga?

-- Nop.

-- ¡Venga ya! ¡Alguien habrá! ¿Es rubia, castaňa, pelirroja quizá?

Lo admito era MUY cotilla, pero esque cuando te pasas la vida encerrada en una mansión sin salir casi nunca ni estar con personas de tu edad, cosas como estas acababan por resultarte las más interesantes del mundo.

-- Bueno, puede que halla alguien. Pero solo la conozco de vista y nisiquiera se su nombre. Aunque es muy guapa.

-- ¿Y por qué no hablas con ella? Hacéis amistad intentas no se... Confesarle tu amor, a las mujeres les gusta eso.

-- ¿¡Te has vuelto loca?! No pienso ir a hablar con ella, seguro que hasta me manda a la mierda, además hasta es mucho más pequeña que yo.

-- La edad no importa en el amor.

-- Mucho sabes tu de amor para no haberlo sentido nunca ¿no?

¡ZAS! Cuchillada que te crió. Eso me dolió en el alma.

-- ¡Tu que sabrás! ¡Si no sabes nada de mi vida mejor Callate! ¡Solo te estaba dando un consejo imbécil!

Me levanté de la mesa y salí dando zancadas para subir a mi cuarto.

-- ¿A donde bas? Nisiquiera te has acabado los churros y el chocolate.

Seguí mi camino escaleras arriba ignorandolo por completo y entre en mi cuarto cerrando de un portazo.

Mientras en mi mente solo se repetía un nombre: Lucas.

-- ¡Lucas, estrella quien quiera que seas cumple el puňetero deseo que llevo pidiéndote 3 p*tos aňos de una santa vez!-- Exclamé frustrada mirando al cielo desde mi ventana abierta.

No se veían las estrellas puesto que yacer de día, pero sabía que estaban ahí arriba. Él estaba ahí arriba. Él me prometió, antes de morir, que me cumpliría un deseo y él me lo iba a conceder. Me lo devia.

***
Me desperté algo aturdida, lo único que recordaba era desmayarme en el suelo tras mi grito de furia al cielo.

Mi cabeza me ardía de dolor. Abrí los ojos para ver algo que me dejó petrificada. Este no era mi cuarto. Me encontraba en una habitación mil veces más pequeña que la mía y de distinto diseňo.

Me levanté para ver un póster de la famosa cantante Malú, una pizarra de corcho con fotografías de lo que parecía ser un grupo de amigos y también familiares, una guitarra rosa, una cama de sábanas blancas con lunares azules y verdes y un escritorio al lado de esta.

Estaba en una habitación ajena pero para nada perteneciente a mi casa.

-- ¿Pero qué demonios? ¿¡Donde estoy?!




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