Everyone is a suspect.

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Me revolví en las sábanas agitadamente, deseando huir de mi casa sin ningún motivo aparente para ello: únicamente sabía que si permanecía allí, me ocurriría algo terrible cuya anécdota no sería jamás contada, no al menos por mi parte. Me levanté de la cama con nerviosismo, sin perder tiempo en cambiar el pijama por ropa de calle; un reloj en mi cabeza marcaba los segundos con una precisión molesta que me gritaba que corriese sin mirar atrás. Creyendo en mi corazonada, me dirigí a la puerta de la habitación para atravesar el salón, donde el frío y oscuro ambiente me heló de pies a cabeza, transmitiéndome miles de sensaciones negativas de una sola vez.

Me detuve en seco.

Derecha, izquierda, delante.... Respirar. Movimiento. Nada. No ocurrió nada. Inmovilizada, me obligué a mí misma a estar alerta mas mi cuerpo no obedeció mis órdenes. En su lugar, me quede petrificada a escasos pasos de la puerta, la cual abierta de par en par, me invitaba a una dulce libertad. Miel en los labios

Sentí una fuerte presión en las sienes y la sensación de ser observada no tardó en llegar: miles de pares de ojos me quemaban cada parte del cuerpo con su estudio. No me equivoqué. Un fuerte agarre en mi muñeca derecha me hizo reaccionar, sacándome del estado de shock en el que me hallaba para comenzar un forcejeo contra aquel extraño que intentaba retenerme -y hacerme daño, lo sabía, lo presentía-. Tras librarme del agarre, un ardor recorrió la zona lastimada por la mano ajena y vi la oportunidad de correr hacia la puerta que simbolizaba mi salvación. Lo hice, y no miré atrás hasta haber llegado al exterior del piso; una vez lo hice, giré sobre mis talones para ver la silueta de Zain abalanzarse sobre mí. Cerré los ojos, anticipando el golpe, no obstante, éste nunca llegó.

El aire frío me azotó el rostro, esta vez sí estaba despierta. Mi mirada se paseó por los alrededores: estaba frente a la puerta de mi casa, con la mano en el pomo dispuesta a salir de allí.

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— Así que has vuelto a merodear por ahí sonámbula —me repitió tía Elisabeth a través de la línea telefónica— . Llevas sin hacer eso desde los nueve años. ¿Tuviste algún mal sueño?

— Lo sé, eso es lo que me extrañó —comenté en mitad de un regateo con Floyd para que me diese un calcetín que había cogido, mascullando "¡Floyd, tío!"—.  Sí, fue una pesadilla, pero fue una tontería. Ya sabes... Las cosas no están demasiado bien conmigo desde lo de mamá y papá.

 Escuché el suspiro de mi tía a través del teléfono. Hablar con ella sobre el tema se me hacía extraño; ella era quien me había dicho que la causa de muerte de mis padres fue causada por balazos en lugar de contarme la verdad. Su propósito fue no hacerme daño, pero nada sirvió.

— Entiendo, cariño... Ya encontraremos al culpable, la policía sigue investigando.

Mentía. Lo sabía. En los archivos policiales originales, la investigación se daba por cerraba. El hecho de que la investigación se diese por concluida también me daba cabida a pensar demasiadas cosas, ¿no es una muerte atípica? Era un asesinato planeado, cruel, retorcido. ¿No era suficiente motivo para investigarlo? No entendía absolutamente nada, y si la policía iba a abandonar, yo no lo haría.

—  Tita, hablamos luego. Tengo que prepararme para ir al médico, se supone que hoy me quitan ya el infierno que tengo en el pie y voy a un par de sesiones de rehabilitación. Además, estoy esperando una llamada del trabajo.

— Vale, cariño. Ojalá pudiese estar allí contigo para ayudarte.

— Me las arreglo bien sola, pero gracias. ¡Te quiero!

You'll lose some || z.m auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora