Not a quiet girl.

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Nunca había sido buena escribiendo mis pensamientos, siempre había sentido que las palabras no eran lo suficientemente completas para albergar todo lo que por mi cabeza revoloteaba. No era como aquellos grandes escritores que te arrastraban en un río de emociones con cada palabra leída, definitivamente estaba muy lejos de llegar a ser ese tipo de persona: Me asemejaba más a un niño de primaria escribiendo su primera redacción. La expresión escrita nunca fue mi fuerte, pero, la hablada era algo de lo que podía presumir. Las palabras no eran suficientes jamás, pero en el caso de expresarlas con la voz sentía que las dejaba mucho más nítidas y claras que por escrito. Quizá por ello todo el mundo me decía que era una persona demasiado directa, que lo decía todo sin rodeos.


Por ello, tras la muerte de mis padres tomé una decisión: Grabar mi día a día. No tenía en mente usar las grabaciones para ningún motivo artístico ni para ganar pasta extra subiéndolas a youtube o vimeo, de hecho, su función sería mejor definida como una estantería donde almacenar mis pensamientos antes de dedicarles demasiado tiempo a los mismos y perder mi cordura. Es probable que parezca extraño, pero al fin y al cabo, todo ser humano necesita algo con lo que distraerse para no pasar demasiado tiempo a solas con sus pensamientos. He de añadir, que quizá el almacenar físicamente mis pensamientos, expresados a través de mis propias palabras, me harían en un futuro comprender cómo cambia la forma en la que uno piensa.


Elegí la defunción de mis padres como punto de partida para aquellos vídeos porque en aquel punto de mi vida creía enloquecer que todo lo que se me pasaba por la cabeza, además, el hecho de saber que la muerte llegaría en el momento menos esperado me hizo apreciar la vida a un nivel más profundo del que lo hacía hasta el momento. Y, ¿quién sabe? Quizá si moría pronto, podrían mandar las grabaciones a un psicólogo, psicoanalista o algún profesional por el estilo para que analizasen cuán loca estaba. 


Una vez comprobé que la cámara estaba grabando, me tumbé vagamente en el sofá y acaricié el lomo de Floyd cuando éste se sentó frente a mí.


— Hoy ha sido un día de mierda —Comencé con positivismo, jaja—. No hay cosa en el mundo que odie más que a Zayn Malik en estos momentos. Y no tengo duda alguna de ello, lo prometo. Cada día vuelvo a casa más y más cansada y los comentarios en mi ausencia de avances en el tiempo que llevo en entrenando por parte de mi "querido" —me encargué de dejar bien claro que el querido era pura ironía con entrecomillar lo dicho con los dedos— entrenador, no dejan de ser más insistentes cada día que pasa. De hecho, me estoy replanteado la idea de dejarlo, quizá no del todo, es decir, pedirle que me busque a otra persona. No creo que si le sugiriese que me presentase a otra persona para hacer el trabajo que él estaba haciendo, lo hiciese encantado, más bien heriría su orgullo y por mucho que fuese un placer para mí hacerlo, algo me dice que no debería.


Cogí a Floyd para sentarlo sobre mí en el sofá, observando cómo dejaba descansar su pequeña anatomía en mi vientre.


— Por otro lado, como ya dije ayer, estoy haciendo grandes avances en el trabajo y cada día me veo a mí misma más fascinada por todo lo fascinante que es el pequeño mundo que constituye al enorme que vemos nosotros —dije, y luego me reí de mí misma—. A nadie engaño, ¿eh, Floyd? Trabajar para una empresa de cosméticos es horrible, aburrido y sin chispa, pero supongo que por algo se empieza.


Un desagradable ruido tajó de inmediato mi charla, un ruido que me dejó helada. Floyd comenzó a ladrar con fiereza al mismo tiempo que abandonaba el sofá para dirigirse al lugar del cual el ruido provenía. Siseé, intentando chasquear los dedos para llamar la atención del enanísimo alaskan klee kai que tenía por mascota, pero el tozudo me miró con aires violentos para seguir su camino a mi dormitorio. 

You'll lose some || z.m auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora