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Desperté con ojeras​. Apenas había pegado mis ojos anoche.

Sí, tengo unos grandes hermanos que adoro con todo mi corazón.

Notase mi sarcasmo.

Luke, Nick y Ricky no me dejaron en paz con su supuesta banda. Los traviesos cogieron ollas y cucharones de la cocina, y comenzaron hacer ruido en toda mi habitación.

A penas pude tener los ojos abierto mientras me ponía mi buzo deportivo.

Desayuné casi sin ganas y nos dirigimos a la escuela. Los cuatro no teníamos a nadie quien nos puede llevar a la escuela así que la única opción, fue mi madre.

Ayer hubo mucho problema en Facebook, obviamente no estaba en ninguno de aquellos ya que ni siquiera me tomaban en cuenta.

— ¡Karma! ¡Ya llegamos! ¡Baja del auto! — gritaba el pequeño Ricky que tanto odio, con cariño.

— Okey, ahí voy. — dije cogiendo mi mochila. — Oh no, ¿Dónde diablos dejé mi libro de Química? — golpeé mi cabeza contra la puerta del auto. — Aush... ¡El mundo me odia! — grité.

Sentí que alguien cogió mi hombro y me volteaba con ello. Era mi madre extendiendo su brazo con mi libro en mano.

¡Eres mi salvación, madre!

— ¡KARMA!- alguien gritaba desde la puerta de la escuela.

Sí, era nada más y nada menos que los tontos gemelos que tengo de hermanos.

Malditos.

Mi queridísima madre tuvo la gran idea de decidir que a partir de los siguientes días debería llevar a los gemelos a sus respectivos salones. Eso no tenía sentido. Los gemelos ya cumplirán 9 años y no necesitan que los lleven de las manos hasta sus salones. ¡Ni yo!

— Vamos, pequeños diablillos. — digo golpeándolos a cada uno en la nuca.

Esto de ser la mayor de aquellos pequeños a veces me daba mucha ventaja.

— Okey, llegamos. Nada de travesuras o le diré mamá. & dije y ellos asintieron. — ¡Genial! ¡Ahora largo! — sonreí.

Tragué aire y me dirigí a mi respectivo salón, apenas estaba dos salones antes y ya se escucha ruidos de personas. Esto en realidad parecía un mercado.

— ¡Hola! — dijeron al unísono Fernanda y Alexandra.

Adoro a estas chicas, siempre tienen que tener esa gran sonrisa en sus caras.

— ¡Holiwis! — sonreí sin parar.

Tomé asiento.

— Karma, ¿Podrías venir un momento? — me llamó Cecilia, amiga de Tatiana.

Asentí y me acerqué a ella.

— ¿Es cierto lo que están diciendo los chicos? — preguntó.

— ¿Qué es lo que están diciendo los chicos? — susurré.

— Pues de que te gusta Jack. ¿Es cierto eso? — preguntó mordiendo sus uñas.

— Nop, ni una pizca. — sonreí, ella asintió y se fue.

Todos cuando escuchaban un sonido de tacos sonar disponíamos que era la maestra así que nos sentábamos en nuestros respectivos asientos.

Era hora de Biología, este curso sí que lo odio. Reprobaré a más no poder.

La maestra era una total desconocida, nadie hablaba con ella era como si fuera una típica tímida desde que era pequeña. ¿No sé a quién me hacía recordar? ¡Oh ya sé a quién, a mí!

Apenas Tengo 13 Años (I PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora