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Casi una semana sin Luke era algo aburrida. Odiaba tanto no poder molestarlo por las mañanas. Él seguía internado en el hospital y yo aquí en una horrible fiesta de Halloween.

La casa estaba repleta de telarañas, básicamente eran de mentiras, tenía un balcón que hacía ver la hermosa luna que alumbraba la noche. Había muchas personas con disfraces y algunas sin ellos. No puedo creer que Fernanda me haya, casi por decirlo así, obligado a venir.

— No te quejes, ¿Sí? Sé exactamente que querías venir por el idiota de mi hermano. Mejor dicho...hermanastro. — corrigió.

— Cierto. — recordé. — ¿Qué sucedió? ¿Arreglaron las cosas? — pregunté levantándome de dónde estaba.

— Sí, te lo conté, todo está cómo se supone que debería estar. — sonríe.

Todo no está del todo bien.

Sé que Fernanda necesita saber de sus padres. Todos los huérfanos adoptados por una familia quieren conocer a sus padres biológicos. Y sé exactamente que Agustín sabe quiénes son los padres biológicos de Fernanda. Él no es idiota, ni menos inteligente, pero sé que puede hacer lo posible para que alguien a quien él quiere sea feliz.

Fernanda llevaba puesto un disfraz de Barbie y yo de una zombie. Lo sé no muy normal para una chica de mi edad.

— ¡Wuau! Karma, no pensé que no ibas a venir con disfraz. — dice Beatriz, la nueva del aula.

— ¿Y tú eres...? — dije esperando a que diera una respuesta.

— Mira, mocosa, yo soy tú peor pesadilla. — dice sonriendo con las demás de sus tontas amigas enrollando sus dedos con sus horribles cabellos.

— ¿Mi peor pesadilla? — pregunté y ella asintió con la cabeza. — Mi peor pesadilla es tenerte como amiga. — anuncié.

Ni siquiera la conocía y me iba a venir hablar de esa forma. Esa tipa estaba totalmente loca.

Ella estaba disfrazada de blanca nieves y sus amigas de ángeles. Yo estaba fuera de lugar en ese preciso instante. Ellas dejaron de sonreír y movieron sus apestosos culos de mi vista. Fernanda se encontraba hablando con Kevin y cómo gran amiga que es me dejó en medio de una multitud qué ni siquiera sé cuáles son sus nombres. Sólo sentí que alguien me tomó de la mano y arrastró hasta una habitación que estaba completamente oscura.

— ¿Quién demonios está respirando en mi cuello? — dije furiosa.

— Yo no estoy respirando en tu cuello. Además, somos los únicos en esta habitación. — dijo alguien intentando no soltarme la mano ya que estaba intentando apartarla.

— Si fueras tan amable encenderías la luz, pero si fueras Agustín serías un no tan caballeroso que no encenderías ¡ESA MALDITA LUZ! — me alteré.

— Tranquila, fiera. Ya lo estoy haciendo. Además, yo si soy caballeroso. — dijo Agustín.

— Gracias. — dije al ver que ya había encendido la luz. Volteé sobre mis talones y vi Jack.

¿Pero qué cojones hace él aquí?

— Viejo, ¿Qué haces aquí? — Agustín frunce el ceño. — Te dije qué esperaras fuera y que luego ibas a tener tiempo para estar con mi hermana. —

— ¿De qué demonios habla? — le pregunté a Jack.

— Lo sé, a veces Agustín es algo tarado, pero a la vez idiota. — dice colocando su mano en el hombro de Agustín.

— Eso no tiene nada de diferencia, estúpido. — digo y ellos rompen a carcajadas.

T-A-R-A-D-O-S

Apenas Tengo 13 Años (I PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora