7 - El arrepentimiento

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Fay y Gaen no siempre habían soñado con salir del anillo

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Fay y Gaen no siempre habían soñado con salir del anillo.

Para ellos el cielo claro y brillante de las viejas historias no era más que una fantasía destinada a los pensamientos que daba el ocio y el tiempo libre; cosa muy escasa en una colonia tan lejana de la capital como aquella. Y escapar de allí ni siquiera estaba dentro de las fantasías más descabelladas de sus jóvenes mentes, pero todo cambió en una noche de Walpurgis como aquella.

El toque de queda les había atrapado en las calles, conocían muy bien las esquinas y los callejones sin cámaras de vigilancia como para encontrar un escondite momentáneo y llegar a sus respectivos cubículos sin ser vistos, pero con cegadores y guardias pasando cada treinta segundos en cada paso libre les obligó a encontrar un escondite hasta el día siguiente.

Fue ahí que conocieron al hombre de la herida.

Nunca supieron su nombre, nunca averiguaron de dónde vino ni qué hacía ahí, simplemente saltaron por encima de un muro hecho de cajas y le encontraron ahí, tirado en el suelo y con al abdomen cubierto de sangre oscura. Probablemente tenía ya mucho de estar ahí por el tamaño de la mancha en su ropa y por el pequeño charco que estaba haciendo donde permanecía sentado.

Fay estuvo a punto de gritar de no ser porque Gaen le tapó la boca en el segundo preciso que dos cegadores pasaron demasiado cerca de ellos. El hombre solo les indicó que guardaran silencio con un gesto de un dedo en su boca y levantó la cara hacia el techo justo en el momento que las sirenas de la colonia rugían y las compuertas hacia el exterior se abrían.

Lo que había tras el metal era un negro absoluto, más profundo y atemorizante que el de las calles sin luces, y más allá de la oscuridad apareció lentamente Navaira, el planeta que les hacía la guerra. Tanto Fay como Gaen quedaron tan pasmados por la visión que no se movieron ni dijeron nada por largos minutos.

Era la primera vez que veían el espacio exterior, ya que en la vieja y muerta colonia trece no se hacía mantenimiento externo de los muros del anillo como allí. Era hermoso y aterrador en partes iguales.

—Vaya milagro, ¿no creen? —les dijo el hombre, sobresaltándolos y sonriendo débilmente mientras se apretaba la herida—. Libertad por encima de nuestras cabezas.

—¿Qué significa eso?

—Gaen, tenemos que ayudarlo.

—Ahórrese el esfuerzo, señorita. Soy un caso perdido.

—Pero-...

—Déjalo Fay —le bloqueó el paso con una mano sin quitarle la vista de encima al hombre—. ¿Qué quieres decir con libertad? Todos saben que salir del anillo es imposible. Las repúblicas unidas tienen todo el espacio entre nosotros y el planeta vigilado.

—Sí, eso es tan cierto como que soy un ciudadano modelo —soltó una risa temblorosa—. Eres un buen ejemplo, chico. El imperio debe estar orgulloso.

Stigmata Nulla: Más allá del cielo metálico [Stigmata #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora