Fay y Gaen viven en Naveal, el anillo artificial que orbita el planeta Navaira, junto a otros cientos miles de personas que son oprimidos bajo el mandato de un nuevo imperio. Estando en guerra con el mundo al que rodean, cada día son obligados a tra...
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No fue fácil acabar los preparativos.
Tuvieron que hacer un esfuerzo sobrehumano para llevar la cápsula de escape al inicio de los rieles, y entre dos chicos como ellos fue una tarea literalmente titánica. Gaen tuvo que pagarle a algunas personas que se aseguraran de sacar los bots en la zona y el horario donde ellos estarían pasando con la nave, y aún así fue peligroso porque nadie controlaba las rondas de los cegadores.
Habían túneles viejos bajo las calles de la ciudad que se ocupaban principalmente para el mantenimiento del conducto eléctrico de toda la colonia, lo que los hacía peligrosos en cierto grado si no contabas con el equipo de protección adecuado para evitar electrocutarte, y por supuesto que Gaen pensó que sería el sitio adecuado para moverse sin ser vistos.
—Estás loco.
—Otra cara de la genialidad, Fay. Ge-nia-li-dad.
Lo único que usaron como protección fueron guantes y botas aislantes. Fay podía sentir en todo momento la vibración de la electricidad en su espalda, sus piernas y su pecho; el repiqueteo de las diminutas descargas en el aire tocarle el rostro, dejando pequeños pinchazos de dolor que, si bien no eran la gran cosa, no se detenían.
—Ten cuidado Fay-fay. Si te caes no solo vas a romperte algo sino que podrías morir por una descarga.
—Ya, con eso me has dejado muy tranquila. Tranquilísima.
Los túneles estaban muy mal iluminados con la sola excepción de pequeñas bombillas de luces verdes y rojas pegadas en el techo para delimitar la forma de los conductos, así que ellos tuvieron que colocar luces para ver por donde avanzaban. Tampoco demasiadas porque nunca sabían dónde podrían encontrarse un escáner que los delatara.
La cápsula no era tan grande, pero tampoco pequeña. Tenía el espacio adecuado para una persona y podría manejarse lo suficientemente bien con dos dentro. Era ancha, algo ovalada y ya había sido preparada con todo lo que creyeron iban a necesitar.
Gaen había usado el esqueleto de una vieja cápsula de escape de una nave que desmantelaron años atrás en el deshuesadero de los muelles de reparación y la había re armado muy eficientemente, tal como solía hacer con todo, pero esta vez Fay estaba notablemente sorprendida. Pasaron al menos dos horas colocando esa cosa sobre una plataforma con ruedas y otro rato más bajando todo eso sin romper nada ni llamar la atención de nadie.
Solo era el proceso inicial, pero ella ya había quedado muy agitada y no tenía idea de cómo le estaba haciendo para empujar eso por aquellos túneles sin desfallecer. Las piernas le ardían y ni mencionar cómo sentía los pies con tantas irregularidades en el camino, pero allí estaba.
Gaen sacó del bolsillo una pequeña pantallita donde tenía marcado el camino que debían seguir, una hora después ya estaban empujando cuesta abajo la cápsula hacia una salida que bien podría haber sido un alcantarillado. La torre de los rieles quedó ridículamente cerca de donde aparecieron.