3 - El silencio

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Pasaron dos días después de aquello y con cada hora transcurrida Fay se sentía más insegura de todo lo que tuviera que ver con el plan de escape, especialmente luego de enterarse que las principales reparaciones externas serían muy cerca de la qui...

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Pasaron dos días después de aquello y con cada hora transcurrida Fay se sentía más insegura de todo lo que tuviera que ver con el plan de escape, especialmente luego de enterarse que las principales reparaciones externas serían muy cerca de la quinceava colonia, y que el número de cegadores y guardias sería el doble a los años normales.

Ni siquiera tuvo tiempo de ajustarse a la noticia. De la nada simplemente lo anunciaron por los altavoces y las pantallas holográficas de toda la colonia y Gaen la interceptó a la salida de su trabajo para arrastrarla por todas calles en busca de las cosas que necesitarían. Trató de hablar con él pero fue inútil, simplemente no escuchaba. La verdad era que ni ella estaba segura de querer oír.

—Es ahora o nunca, Fay.

Solo se detuvieron para comer y para esperar una entrega de pocas luces legales, de algo que Gaen no le permitió ver ni hacer preguntas al respecto mientras escuchaba murmullos y conversaciones ajenas de lo peligrosa que sería la colonia con tantos cegadores en ella. Cuando acabaron la noche ya había caído y tuvieron que escabullirse a los cubículos habitacionales donde cada quien dormía.

Sin palabras amables en todo el día, solo habiéndole visto la nuca y la espalda por trotar tras él, habiendo corrido más de lo que sus delgaduchas piernas se lo permitían y con dos horas menos para dormir, Fay tuvo que hacer un esfuerzo tremendo para no llorar y dejarse dominar por el miedo de lo que estaban haciendo.

Al día siguiente debían hacer un reconocimiento a las plataformas que ocuparían para escapar. Al parecer Gaen había encontrado un viejo canal de tuberías que tenía acceso casi directo a una zona de los muelles de reparación sin uso. No tenía ni la menor idea de cómo había dado con semejante sitio y algo en ella le decía que aún si preguntaba no obtendría una respuesta clara.

Con todo eso, quizás se sentiría mejor al respecto si al menos estuviera un poco más involucrada en todo ese plan.

—Gaen, ¿cuándo vas a dejarme ayudarte?

—Lo tengo todo bajo control, tu solo preocúpate por no levantar sospechas.

—Pero debe haber algo que-...

—¡Todo bajo control, Fay!

Antes del amanecer Fay se lavó la cara y se miró en el pequeño fragmento de espejo que tenía en su cubículo habitacional. Lo que le devolvió la mirada al principio solo fue una maraña de cabello oscuro y un brillo diminuto a través de esta. Sus ojos marrones parecían desgastados y las ojeras bajo estos no ayudaban a hacerla ver mejor, tampoco sus pecas, que hacían parecer su cara como si estuviera permanentemente manchada de barro y hollín.

Su apariencia no distaba mucho del populacho común de los habitantes de la quinceava colonia, pero era en momentos como esos que se preguntaba de dónde había sacado Gaen los ojos verdes y el cabello castaño.

Además tenían solo dos años de diferencia, pero a veces parecía que la brecha era mayor. Él siempre había sido más activo, más despierto y más inteligente que ella. Desde muy pequeño había aprendido a cómo moverse entre adultos, y estos, aunque al principio reticentes, terminaban tomándolo en serio y tratándolo como un igual. Esta habilidad no había menguado con el paso de los años.

Stigmata Nulla: Más allá del cielo metálico [Stigmata #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora