8 - El despertar_Epílogo

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Fay tuvo un sueño

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Fay tuvo un sueño.

En él estaban sus padres, en el viejo hogar de su infancia. Estaban tomados de la mano, observando algo que estaba lejos mientras sonreían. Se les veía tranquilos, casi felices.

Alrededor de ella el barrio de la colonia trece se veía igual de pacífico. No habían rastros de miedo ni miseria, no había cuerpos tirados; ni una sola señal de la plaga. Y escuchó risas, a pesar de que no había nadie más a la vista que ellos tres. Eran risas de niños, adultos y ancianos.

A lo lejos, en la cima de una colina cerca de los escalones de un edificio en ruinas, estaba Gaen. Llevaba las manos en los bolsillos, tenía la ropa sucia de grasa de motor y polvo, los gogles al cuello y la sonrisa relajada en los labios.

La estaba mirando.

Fay hizo ademán de ir hacia él, pero sus pies no se movieron, estaban clavados al suelo y no respondían a sus órdenes. De repente tanto sus padres como las risas desaparecieron, los edificios empezaron a derrumbarse frente a ella, uno tras otro como piezas de dominó. Estiró su mano hacia Gaen, queriendo llamarlo, tratando de gritar con todas sus fuerzas pero sin lograr nada más que un gemido patético.

Los edificios de metal se plegaron y desvanecieron, cada vez más rápido hasta alcanzar a Gaen. Y cuando la desesperación de Fay llegó a su punto máximo, le vio sonreír una última vez antes de que le diera la espalda, dejándose tragar gustoso por el metal vivo.

Una fracción de segundo después una fuerza invisible la empujó por el pecho hasta tirarla de espaldas, aplastándola por completo contra el suelo frío y duro. Podía sentir por un lado una superficie caliente, casi quemándole la piel, y por el otro, una brisa fresca en su cara.

Vio luz blanca encima suyo y luego hubo dolor.

De repente apareció delante de ella el rostro de un hombre desconocido. Mayor, aunque aún joven, casi de la edad de Gaen. Movía la boca, parecía estarle gritando pero ella no podía escuchar su voz; no podía alcanzarla aunque quisiera.

Entonces abrió los ojos.

FIN

***

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Stigmata Nulla: Más allá del cielo metálico [Stigmata #1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora