Capítulo 1

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Me había duchado y estaba lista  para entrar a mi cama después de un largo día de clases y trabajo. Revisé mi celular por última vez y encontré otro mensaje de Charlie, este chico definitivamente no se rendía.

"Por favor perdóname, te amo..."

Borré el mensaje mientras hacía una mueca de disgusto y programé el despertador para el día siguiente; tenía muchos trabajos de la universidad y mi trabajo en la cafetería consumía mucho de mi tiempo. Aparté de mis pensamientos a Charlie, de ninguna manera volvería con él, no después de la forma en la que arruinó nuestra relación. Supongo que lo veía venir, pero fui demasiado ingenua como para realmente creerlo. Apagué la luz de mi habitación y me encontraba envuelta entre las sábanas cuando unos fuertes y secos golpes se escucharon en la puerta. Era muy tarde para tener visitas...

"¡No! ¡No! ¡Fuera de mi casa! ... Escuché la voz desesperada de mi padre.

Me levanté rápidamente de mi cama y caminé hacia la puerta de mi habitación, que daba directamente a la sala, para poder observar y escuchar mejor.

"¡Has tenido tiempo suficiente! ¡Dinos dónde está, ahora!"...gritó un hombre de aspecto terrorífico mientras levantaba a mi padre por el cuello de su camisa y lo golpeaba.

Cubrí mi boca con una de mis manos y ahogué un grito, ya que ví a otros dos hombres entrar a nuestra casa. Pude ver cómo mi madre salió de su habitación y se apresuró a ayudar a mi padre, pero uno de los hombres la sostuvo fuertemente de sus brazos inmovilizándola. Luego otro hombre imponente apareció en mi campo de visión, era alto y de cabello oscuro, estaba en sus cuarenta y tenía unos ojos verdes llenos de misterio y maldad. Cargaba un arma en sus manos y el pánico recorrió mi cuerpo cuando apuntó su arma hacia la cabeza de mi padre. Tengo que hacer algo y pronto...

"Te lo advertí...sabías las consecuencias y aun así te has atrevido a desafiarme. Te daré una oportunidad más...dónde está lo que me pertenece? ¡Dímelo! ¡O te volaré la cabeza de un tiro!" vociferó aquel hombre de los ojos verdes.

No perdí más tiempo y abrí la puerta para correr a la habitación de mis hermanos pequeños. Encontré a los tres abrazados y temblando de miedo, con sus ojos llenos de preguntas. Traté de tranquilizarlos y les dije que no salieran de la habitación por nada del mundo. Me dirigí al armario donde guardaban sus juguetes y tomé un bate de béisbol entre mis manos. Les dediqué una última mirada y salí sigilosamente al pasillo, aquel hombre continuaba gritándole a mi padre y mi madre lloraba desconsolada. Caminé lentamente y al llegar al final del pasillo corrí y me abalancé con el bate de béisbol sobre el hombre que sujetaba a mi madre. Logré golpearlo en su espalda e inmediatamente cayó al suelo aullando de dolor, levanté a mi madre y me encaminé rápidamente detrás de los sillones con ella. Aun tenía el bate en mi mano y miraba a todos cautelosamente.

"Heather, regresa a tu habitación" rogó mi padre con una alarmada mirada.

"Pero qué tenemos aquí? No sabía que tenías una hermosa hija escondida aquí, Reynolds" rió el detestable hombre clavando sus ojos en mí.

"Esto es entre tú y yo, Styles, no metas a mi familia en esto" espetó mi padre con furia, revolviéndose en los brazos del hombre que lo sostenía.

En ese momento un mal presentimiento se instaló en mi pecho y me arrepentí de haber salido de mi habitación.

"¡En el momento en el que decidiste tomarme por un idiota metiste a toda tu maldita descendencia en esto!" gritó furioso aquel hombre, "¡Tráela aquí, Barnes!" ordenó a uno de sus hombres.

Mis pies no respondían y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Mi madre cayó al suelo ahogada en sollozos mientras Barnes me tomaba fuertemente por los brazos y me acercaba a la puerta. Luché, lancé patadas, traté de golpearlo y me retorcí entre sus brazos pero nada funcionó. No podía liberarme.

"¡Nooooooo!" gritó mi padre en agonía, "¡Déjala, no te la lleves, por favor!"

"Tienes tres malditos días para decirme la ubicación de lo que me pertenece o no volverás a ver a tu preciosa hija, Reynolds" advirtió el hombre mientras me tomaba por la barbilla e inspeccionaba mi rostro mirándome burlonamente.

Entonces la realidad me golpeó como si derramaran un cubo de agua fría en mi espalda: estos hombres iban a llevarme con ellos, lejos de mi familia, no sabía adónde. Gruesas lágrimas manchaban mis mejillas mientras imploraba que me dejaran ir, pero ninguno pareció inmutarse ante mis ruegos. Mi padre sujetaba su cabeza entre sus manos arrodillado en el piso, sangre brotaba de su cabeza. Mi madre sollozaba fuertemente mientras me miraba por última vez. Esto era todo.

No me rendí, seguí luchando e implorando hasta que me introdujeron fuertemente en una gran camioneta negra. Todos mis sentidos estaban alarmados y el pánico hacía estragos en mi cuerpo. Un pañuelo blanco se colocó en mi boca y nariz, dí un último grito ahogado y luego todo lo que ví fue negro.


Locked in (Harry Styles) PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora