Al día siguiente desperté, no era muy temprano para ser mi costumbre. En mi casa no había nadie, me pareció extraño que mi madre aún no regresaba del trabajo. Mi hermana no estaba, seguro estaba con Ethan. Mejor, porque era insoportable, me gustaba estar sola. Me preparé un desayuno, café con leche y galletas. Le marqué a mi madre.
—¿Bueno?
—Mamá, no has regresado aún, me preocupé.
—Estoy retrasada, hubo un problema aquí, llegaré más tarde.
Cortamos la llamada, terminé mi desayuno y fui a mi habitación, tenía que limpiar, porque era un verdadero desastre. Además quería también dejarla ordenada, quería sacar la ropa que no utilizaba o que ya no me andaba para regalarla a personas que en verdad la podían necesitar. Emma llegó, pero sola.
—Hola Anna —dijo entrando a mi habitación.
—Hola Emmi —dije sonriendo al verla.
—Este fin de semana iré a Hollywood con mi novio, ¿quieres venir?
—No, gracias, pero no.
Ella me miró, no había entendido el porqué de mi frialdad en la respuesta. Luego de tres horas, que se me pasaron rápido por cierto, terminé de limpiar.
—¿Qué harás con esa ropa? —preguntó Emma.
—La regalaré.
—¿¡Qué!? —dijo escandalosamente.
—Emma, déjame tranquila...
No me dijo más nada, pero sus gestos decían más que mil palabras. Saqué las cajas de cosas para regalar afuera de la habitación para llevarlas a algún merendero de niños. Busqué algo de ropa y tomé una ducha, estaba muriendo de calor. Terminé todo, ¿y quién pudo llegar? Sí, Ethan... Emma y su novio estaban a los besos en el sofá del living, no bajé, ni siquiera a saludarlo, no quería, me daba tanto asco.
Terminé de alistarme, cepillé mi cabello y me puse algo de maquillaje, básico pero lindo.
Escuché a mi madre llegar, bajé rápidamente a saludarla, y a decirle lo de la ropa.—Hola, Ethan —dije al verlo.
—Hola.
Rodeé mis ojos, seguí hablando con mi madre. Subimos a mi habitación y ella revisó todo lo que había quitado, me agradeció por completo por ser como soy, ella siempre decía que yo no era como Emma.
—Más tarde iremos al merendero.
No comparaba, pero teníamos personalidades totalmente diferentes. Ella era creída al igual que mi padre.
Hablando de mi padre... Ya hacía dos meses que no tenía noticias de él, nunca me llamaba, ni siquiera un mensaje de texto.
Emma se iba a duchar, por lo tanto Ethan se quedaba solo, subió arriba, entró a mi habitación. Mi madre se había ido a buscar unas cosas a la casa de mi abuela.—Hola —dijo parado en la puerta.
—¿Qué haces aquí? —dije sorprendida.
—Vine a verte, cuñada.
Puse mis ojos en blanco, seguí con mis cosas, no le di importancia. Noté que cada vez él estaba más cerca de mí. Lo miré fijamente, él hizo lo mismo.
—Qué bonita eres —dijo él en un susurro.
—¿Qué dices? —dije sin entender, ¿acaso no era el novio de mi hermana?
Volvió a repetírmelo, hice caso omiso. Emma salió de la ducha, se alistó y fue a mi habitación al escuchar que estábamos hablando allí.
—¿Vamos, mi amor?
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El novio de mi hermana
RomanceAnna Lincoln, una chica de quince años y oriunda de los Estados Unidos, vive con su madre y su hermana, Emma. Emma tenía novio, pero nunca lo había presentado, hasta ese día. Ethan Beadles fue a su casa y, al saludar a Anna, sus miradas se cruzaron...