De Petites Quantites de Soju → EXO

c u a t r o | «sekaisoo»

El del medio
|sekaisoo • paranormal!AU; 670w|

Las historias se acumulan en la barra de De Petites Quatites de Soju. Jeonghan colecciona pasajes, momentos e historias. Sobre la barra de madera pulida hay lágrimas, risas, amargura, soledad, felicidad, una mezcla, la sustancia de la vida.

Cuando sólo falta un cuarto de hora para la media noche, un muchacho de tes pálida, y un moreno de pelo rubio engalanan los bancos detrás de la barra donde, atentamente, Jeonghan les escucha con curiosidad y un poco de escepticismo.

—No entiendo algo —Jeonghan se inclina sobre la barra y clava la mirada en el par de borrachos frente a él—. ¿Ustedes están de acuerdo con lo que me están contando?

Sehun y Jongin, así se presentaron, asienten en sincronía dejando que Jeonghan suspire y enarque una ceja.

Él no puede creer que estos dos muchachos, recién casados, estén contando con un poco de frustración el hecho de que ambos pasan poco tiempo con Kyungsoo, el chico al que han bautizado como la muerte. Jongin y Sehun se aman con locura, se entregaron el uno al otro, a esos fuertes sentimientos de amor y se alzaron entre una sociedad tradicionalista que los llamó de todos las formas peyorativas existentes. Su amor fue una pieza clave y el escalón principal que los motivó a llegar a donde están ahora.

Y se siguen amando.

Es sólo que ahora no son dos, sino tres. También está Kyungsoo. Do Kyungsoo.

—Es que prácticamente, una vez que el notario dijo «Hasta que la muerte los separe» Kyungsoo apareció por el medio del lugar vestido absolutamente de negro —agrega Sehun, poniendo su mente en la calle de los recuerdos—. Desde ese momento lo supimos. Sabíamos qué quería.

Jeonghan no puede creer la historia de los chicos, es decir, ellos conviven con Kyungsoo como si fueran una especie de trío, y no hay disputas, celos, molestias entre sí. El único dolor de cabeza es que, así como Kyungsoo llega impredecible como un rayo, se va, dejándolo a ellos preguntándose qué cosa los golpeó.

—Kyungsoo es aire, fuego, tierra, agua —Jongin habla, como si estuviera recitando un poema, Sehun a su lado, asiente—. Pero todo dura tan poco.

—¿Cómo ustedes, esposos recién casados, pueden estar con una persona al mismo tiempo? —Jeonghan sigue en su burbuja de incredulidad.

—No lo sabemos —contesta Sehun—. Cuando no está conmigo, está con Jongin. Nunca estamos los tres juntos, eso sería un poco demasiado extraño. Pero estar con Kyungsoo es algo inevitable, es una fuerza más poderosa que nos atrae y nos mantiene a él. Como presos sin voluntad.

Jongin insiste en relatar cómo puede sentir cuando Kyungsoo lo necesita a él, cómo oye su voz oscilando en su cabeza, como si fuera parte de sus pensamientos. Jongin es el más borracho de los dos, pero hay algo en sus palabras que hace que Jeonghan crea y, en el camino, su piel se erice descomunalmente.

Los esposos se miran y entre ellos se preguntan qué van a hacer. Qué les depara el futuro una vez que Kyungsoo falte. Jongin repite insistentemente entre gotas de alcohol que Kyungsoo lo está llamando y Sehun lo besa profundo sin meditar sobre el oxigeno y le pide que no lo haga esperar, que vaya y corra a su encuentro.

Y eso hace Jongin, corre siguiendo una voz que sólo él escucha.

Cuando las campanas tintineantes anuncian la partida del moreno, Jeonghan siente la irrefrenable necesidad de ahondar en los pensamientos de su cliente. De darse una idea de qué está pasando por su cabeza esa noche de luna llena.

—¿No te molesta que tu esposo responda eufórico al llamado de otro hombre? —pregunta el bartender. Sehun no obstante, niega y agita su bebida antes de dar un sorbo largo y vigoroso.

—No, en lo absoluto —afirma. Jeonghan quiere saber por qué, pero antes de accionar a preguntar, Sehun sonríe mirando su vaso, atisbando una posible explicación—. No me molesta que Jongin esté con él esta noche; porque mañana cuando amanezca, seré yo quien esté en su lugar.

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