n u e v e | «hunhan»

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Mahoma y la Montaña
|hunhan • teacher/students!AU; 1k|

Jeonghan sabe que no se necesita que una persona beba mucho para volverse molesto o impasible; puede corroborarlo esa misma tarde mientras limpia con esmero las copas en el mostrador, Hansol trapea el piso y Woozi se encarga de ordenar las mesas cuando Luhan entra precipitando al local, se deja caer en la butaca de enfrente y resopla exasperado precisamente para que le pregunten qué es lo que tiene. Joshua sale de la parte trasera del bar siguiendo el aroma de Luhan y pone un vaso de naranja que puede que tenga mas granadina que pulpa y se retira evitando la mirada escrutadora de Jeonghan porque Luhan técnicamente aún es menor de edad para si quiera estar sentado cómodamente en el lugar.

—Luhan ¿qué haces aquí? —pregunta Jeonghan, con una ceja enarcada porque está molesto por el hecho de que Luhan aún no comprende su edad y los lugares a los que esta le permite o no entrar.

Sin embargo por la expresión del menor entiende que no está del todo contento con la situación o con el sitio, de hecho, no tiene opción. Luhan es chino, con algunos meses en la capital y Jeonghan es su primo obstinado que a pesar de todo está para cuando Luhan se encuentre en aprietos, o cuando pone en aprietos a los demás.

El chino toma todo el contenido del vaso recibiendo la mirada que le envía su primo, pone los ojos en blanco.

—Me rechazó. ¡Otra vez!

—Pues muy bien que lo hizo —contraresta el bartender—. Me hubiese molestado mucho si te hubiese aceptado la majadería.

—Hyung, ¡No es majadería!

—Claro que lo es, acosas a tu profesor de coreano, ¡y tú no necesitas mucho clases de coreano!

—¡Pero me gusta!

—Pero nada.

Jeonghan espeta fuerte pero en realidad su rostro sigue sereno y pasivo. Es algo de bartenders, algo que los hace compresivos, pacientes, y de buen escucha. Jeonghan es así con todo mundo, y no puede evitar ser así con su pequeño primo quien parece sufrir algún tipo de enamoramiento por su profesor de coreano al que acosa con su mirada inquisitiva, perturbadora, y con sus comentarios mal pronuncia el coreano y tiene esa manía por humedecer su labio inferior mientras su profesor intenta explicar la diferencia entre «ㄱ» y «ㅋ» poniéndolo nervioso y rojo de manos sudadas en las dos horas que dura aquella tortura.

Luhan una vez llegó al bar pasándose las reglas de «No menores» por sus zonas y canturreando animadamente que le había robado un beso a su profesor y no había recibido una amonestación mas allá de «No lo vuelvas a hacer, muchacho» y Jeonghan había querido golpearlo porque su profesor tiene treinta y cuatro años, y Luhan a penas va a cumplir la mayoría de edad; y le aconsejó que se mantuviera alejado en aquel momento, y le sigue aconsejando en estos días, y al parecer va a perecer advirtiéndole que mantenga sus manos traviesas lejos de aquel pobre hombre.

—Es que Sehunnie me mira como invitándome, no puedo resistirme.

Joshua sale nuevamente de la nada intentando verter mas granadina en el vaso vacío de Luhan y Jeonghan le lanza una mirada que se lee como «No lo hagas o te despido» entonces Joshua se aleja temiendo por su pellejo y sus finanzas.

—Tu profesor te mira con animadversión —y «animadversión» es una palabra que Sehun al parecer no le ha enseñado a Luhan porque frunce las cejas como preguntándose qué significa—. Con reticencia, Lu. No le gusta que estés todo el rato manoseándole los muslos.

—Pero si le gusto, es en serio —gime Luhan, mordiendo sus labios y posiblemente saboreando la bebida que acarició sus labios hace un momento—. Hoy por ejemplo, él realmente lo estaba disfrutando, es decir, cuando me acerqué, yo toqué sus muslos y el cerró los ojos, pero no dijo nada... Luego yo besé su cuello y gimió, luego besé sus labios y cuando empezaba a corresponderme como esperaba se alejó —Luhan, con las mejillas rojas por el recuerdo, bufa y se deja caer sobre la barra de madera del bar—. Apuesto que se acordó que tengo diecisiete.

Jeonghan se lleva la mano al pecho porque su primo le cuenta con libertad y casi burla que, su profesor que le dobla la edad, empezó a corresponder su toque y si no fuera por la considerable diferencia de edad posiblemente hubiesen tenido un tórrido encuentro sexual y mojado sobre la mesa de trabajo del tipo.

—Eres un peligro —le dice Jeonghan a un picaron Luhan que acomoda su abrigo porque es hora de abrir y realmente no quiere ser pescado de ilegal, tampoco quiere problemas para su primo y su tío—. ¿A dónde vas?

Y Luhan es demasiado seguro de sí mismo, aunque tenga escasos diecisiete años, su mirada abre huecos en la espalda de quien sea y puede arrancarle el pantalón a cualquier alma incauta que cae entre sus finos dedos sin siquiera quitarle los zapatos. Tiene una piel blanca y tersa que hace que, hasta el más recto, cometa pecados en su nombre. Luhan es un peligro la verdad, y Jeonghan tiene que hacer un esfuerzo sobre humano para controlarlo y que no se meta en problemas, o en los pantalones de alguien con escaso auto-control en su sistema motor.

—Bueno, ya sabes lo que dicen —susurra Luhan, poniendo sus manos alrededor de su boca para que nadie escuche—. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña tiene que meterse en la base de datos de la escuela para conseguir la dirección de la casa de Mahoma.

—Estoy seguro de que así no va el dicho —repica Jeonghan.

—Oh, no estés tan seguro de eso —dice, y tomando sus cosas, sale del local.

Jeonghan le tiembla un ojo, Woozi se está riendo de él y susurrando algo que suena como «Siempre es lo mismo» Hansol dice que «Hyung no tiene voluntad» y Joshua sale otra vez de la parte de atrás esta vez llevando un vaso de soju y dejándoselo en la mesa al bartender.

Esta vez no hay miradas escrutadoras para Joshua, esta vez Jeonghan se toma todo el contenido y pide más.

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De Petites Quantites de Soju → EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora