Capítulo 6

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{Reita}

Miraba fijamente el humeante café que tenía ante mí, dando pequeños sorbos de vez en cuando mientras miraba a Taka, con expresión de indiferencia hacia mi persona desde nuestra "pequeña" discusión. Ojeaba con suma atención el periódico de la mañana, con sus enormes gafas de pasta negra para lectura, que de vez en cuando se le empañaban por el vaho cálido que salía de su café cada vez que lo tomaba. De vez en cuando se mordía el labio inferior, aunque eso sólo lo hacía cuando algo realmente le llamaba su atención.

-Taka...- Hablé por fin.

El tintineo de las manecillas del reloj al pasar los segundos me estaba poniendo de los nervios, y que él no me hablase más me enervaba. Ni siquiera me miró, pasó a la hoja siguiente tomando otro sorbo de su café totalmente absorto de mi presencia. Haciéndome el vacío. Puse los ojos en blanco y acerqué mi silla a la suya, queriendo tocar su pequeña mano pero este la levantó, alzando su taza de café para encontrarse con sus labios una vez más. Mi suspiro fue de total cansancio.

-¿Me explicas qué diablos he hecho?-

Me miró, me miró detenidamente. Sus ojos totalmente penetrantes escondidos en los cristales de aquellas gafas me miraban con total atención.

-¡Bueno!, Al menos me miras.-

Alzó una ceja, acabando por volver a su pequeña tarea mañanera, pasando otra hoja de periódico. Sentía los nervios a flor de piel y en cualquier momento mi educación y paciencia se irían por el mismo desagüe del fregadero. Antes de que aquello pasase me levanté de la silla de la cocina con la intención de irme al dormitorio, cuando su voz grave me paró en seco en la puerta.

-No es lo que has hecho, es lo que puedes llegar hacer.-

-¿Qué?- Pregunté totalmente perdido, dándome la vuelta.

Ni siquiera se había movido, seguía pegado a la mesa, leyendo y tomando café de aquella forma tan altiva.

-Lo que has oído, si le has sido infiel a Suzume... ¿Quién me dice a mí que no me serás infiel algún día?-

Me acerqué a él, podía ver una pequeña sonrisa ladeada que no conseguía entender del todo, en estos momentos me costaba más que nunca "leer" a Takanori. Se encerraba en sus ideales, en su razón, y no daba su brazo a torcer.

-Por esa regla de tres, ¿Quién me dice a mí que no te enamorarás de otro padre de un alumno?- Sabía que le había dado donde duele.

O quizás no porque ni siquiera alzó la cabeza para mirarme, sorbiendo el café por décima octava vez desde que había preparado el desayuno. Era sábado por la mañana y los "niños" seguían durmiendo, y daba gracias por ello.

-¿Tan seguro estás de ti mismo que ni me contestas?- Me mofé.

-Eres débil Akira.-

Abrí los ojos como platos, totalmente anonadado con su actitud y por sus palabras con cierto resquemor.

-¿En serio me estás diciendo esto?-

Sus ojos se volvieron a clavar en los míos, robándome hasta el aliento. Con un pequeño golpe dejó la taza sobre la mesa y se sacó las gafas, acomodándose en la mesa.

-¿Tengo cara de estar bromeando?-

-No pero me estás tocando los cojones a dos manos.- Dije ya, harto.

-Ya te gustaría.- Sonrió de medio lado.

Me llevé la mano a la frente, apartándome los mechones rubios que caían sobre mi frente al no haberme peinado todavía.

Perdóname. (2ª parte de Enséñame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora