Capítulo 7

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{KAI}

Después de aquella innecesaria charla sobre nuestra sexualidad abierta en lugares públicos, Ruki nos arrastró de vuelta a casa con una cara de mala uva que costaría quitársela el resto de la tarde. "Ni que ellos no lo hubiesen hecho" pensé para mí, clavando mi mirada en su pequeño cuerpo, buscando en su enorme y particular bolso las llaves de la puerta de casa.

-Ahora me va a tocar aguantar a tu padre de mal humor.- Refunfuñaba.

Shima me miraba con culpabilidad, sin mediar palabra. Llevé mi mano a su hombro, entrando a su vez en la que era todavía nuestra casa. Ruki se perdió en su habitación, cerrándose con un portazo que advertía que ni se nos ocurriera molestarle. Ambos suspiramos, sentándonos de un golpe en el sofá.

-Lo siento.- Sus primeras palabras eran más que un leve gemido.

Sonreí.

-No podías aguantar más, ¿Eh?-

-Me siento culpable.-

Dibujé una cara de asombro en mi rostro. Shima clavó sus ojos melosos en los míos, fulminándome con la mirada.

-No estoy de humor, Yutaka.-

Puse los ojos en blanco, aunque pasó por mi mente muchas preguntas hacia mi persona. Me empezaba a sentir como si dentro de mí no hubiese nada. Vacío. Oscuridad. No albergaba ningún tipo de sentimiento de culpa, mi estado era de lo más normal. Inclusive, feliz. Acabé rodeando con mis brazos su cuerpo, el cuerpo que tan bien conocía y ya no me quedaba nada para explorar. Apoyé mi mejilla en su castaño pelo. Olía dulce, como si todas las chucherías del mundo se hubiesen reunido en su piel.

Acarició mi mano con mimo, suspirando.

-Creo que debería volver a mi casa.- Musitó.

Esta vez mi cara de asombro era tan real como la vida misma, separando mi rostro del suyo para mirarlo.

-¿Por qué? ¡No!-

-Soy una molestia, siempre causando problemas.-

Negué con la cabeza, buscando sus manos. Entrelazando sus dedos en los míos.

-Si tú te vas no me queda nada aquí.-

Por un momento se quedó observándome detenidamente, como intentando buscar las palabras correctas en su ya, enredada mente. Acabó por suspirar dejando caer su frente sobre mi pecho.

-Está bien.- Susurró.- Pero a partir de hoy comportémonos.-

Sonreí algo más calmado, mis pulsaciones se iban relajando a medida que sus grandes manos acariciaban mi piel. Decidí hacerle caso, ya nada tenía sentido realmente. No valía la pena jugarnos el pescuezo día sí y día también.

Al cabo de los minutos nos quedamos totalmente dormidos en aquel sofá que ya formaba parte nuestro. Shima sobre mí, respirando entrecortadamente, de lo más sosegado.

{REITA}

"Ruki me va a matar", pensé para mí, mordiéndome con fuerza el labio inferior. Tanto era así que noté el sabor salado de la sangre al haberme mordido con tanta ansiedad. Miré dubitativo el teléfono móvil que tenía sobre la barra del bar. Suspiré. Después de aquella bronca no me apetecía llamarle y decirle que Nakamaru quería celebrar lo bien que nos iba en el trabajo. Tampoco podía rechazar la oferta... Estaba entre la espada y la pared. ¿Corazón o deber? Con eso último pensamiento acabé marcando el número de Ruki, sintiendo el corazón palpitar en mi garganta.

Perdóname. (2ª parte de Enséñame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora