Capítulo 8

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{RUKI}

No podía separarme de aquella cama de Hospital ni por un segundo. Hasta el punto de pedir la baja en mi puesto de trabajo en el instituto de Kai. Una pesada carga en mi conciencia y un doloroso entumecimiento en mi corazón me impedían separarme de él. Akira estaba tendido, totalmente incubado y con sus dos piernas vendadas, al igual que su cabeza. Alguna costilla fracturada y rasguños leves.

Y todo eso había sido por mi culpa y mi imprudencia. Le echaría la culpa a los propios cegadores celos que me inundaron aquel día pero al contarme la verdad Ryo-kun, fue como un cubo de agua fría sobre las pequeñas mentiras que intentaba creerme para librarme de mi propia conciencia. No había sido culpa suya, ni de Ryo. Si no sólo mía y de mis estúpidos celos. Tanto me había empeñado en no perderlo, para casi perderlo para siempre.

Suspiré sobre su mano, la sujetaba con fuerza mientras la besaba con mimo. Observando de vez en cuando su rostro adormilado. Habían pasado unas semanas y aún no había despertado del accidente. Se estaba yendo y me estaba muriendo con él.

Kai venía todos los días después de las clases, había vuelto con su madre y cuando se enteró del accidente de Akira lo único que hizo fue encogerse de hombros. No esperábamos otra reacción por parte de Suzume. En cambio Kai se volcó por completo en su padre, hasta el punto de estar adelgazando día tras día. Se le veía perdido y su rostro se apagaba a la misma velocidad que lo hacía Akira. A mí ni siquiera me dirigía la palabra, lo justo y necesario para preguntar su estado. El resto del tiempo me trataba como si fuese otro objeto de decoración del propio Hospital, y no le culpo. Me lo merecía, me merecía estar en el lugar de Akira en vez de él.

Toqué su frente, sonriendo de medio lado.

-Hasta así estás guapo, ¿Cómo lo haces?- Susurré mientras le acariciaba la dañada piel. –Yo que tengo que echarme potingues como una mujer...-

Silencio, como siempre. En esos momentos me devoraban los demonios y lágrimas saladas como el océano se amontonaban en mis ojos.

-Te echo de menos.-

Noté como mi voz se quebraba, no quería hablar pero necesitaba hablarle.

-Siento todo esto, siento haberte hecho esto.- Besé su frente, acabando por abrazar aquel cuerpo totalmente tendido y encamado.-Perdóname, Per...Dóname.-

Se me rompió la voz, dejando salir aquellas lágrimas una vez más sobre sus mejillas mientras me desahogaba. Mientras le repetía una y otra vez lo mucho que lo amaba, lo mucho que lo necesitaba en mi vida y lo mucho que me culpaba de toda esta situación.

En ese momento una mano sobre mi espalda me sorprendió, separándome por un momento del cuerpo de Akira. Kai me miraba sin ningún tipo de expresión en sus ojos. Sólo unas ojeras se mostraban en su rostro.

-¿Algún cambio?-

Negué con la cabeza, cediéndole el sillón que había en la habitación para las visitas. En cuanto me separé de su padre se acercó a él, agarrándole la mano como había hecho yo mientras le sonreía.

-Hoy he aprobado dos exámenes.- Comenzó su conversación, sentándose.-Shima me dijo que luego se pasaría a verte, él también está aprobando todo ¿Sabes?, estarías muy orgulloso de nosotros.-

Noté que mis lágrimas seguían descendiendo por mi rostro mientras le escuchaba. Una presión tan grande como una bola de billar me oprimía la garganta.

-Kai-kun...-

-No.- Me cortó sin ni siquiera mirarme.

Asentí, dejando escapar un suspiro.

Perdóname. (2ª parte de Enséñame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora