5. "Dices cosas lindas y después..."

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Friendzone: Capítulo 5:

Hay muchos placeres de la vida, y uno de ellos es que tu hermano recoja la mesa por ti.

Normalmente suelo quedarme con mi familia un rato, pero hoy todo me ha superado.

Sólo quiero estar sola un rato.

Me tumbé en mi cama, tratando de analizar todo mi día.

Imposible. Mi móvil empezó a sonar.

Sorpresa la mía al ver que la persona que llamaba era ni más ni menos que Aaron.

No se lo cogí, no tenía ganas de hablar con él. Nunca pensé que lo diría, pero es así.

Otra llamada.

-Aaron.

-Sofía.

-¿Pasa algo?

-Tenía ganas de hablar contigo.

-No tengo ganas de hablar, Aaron, estoy cansada.

-¿Estás enfadada conmigo?

-No, no estoy enfadada.

-Entonces, ¿por que no bajas a verme?

-¿Estás en mi casa?

-Tengo ganas de verte.

-¿Cómo sabes donde vivo?

-Baja.

-¡Deja de evitar mis preguntas! - rió.

-Te diré todo lo que quieras si bajas.

Me lo pensé bien. Era Aaron, y Aaron me volvía loca. Y los locos hacen locuras.

-No te muevas de ahí.

Colgué, no podía verlo, pero podía deducir que estaba sonriendo.

Bajé silenciosamente, la puerta de entrada no se ve desde el salón, así que mucho riesgo no tengo de que me descubran.

Poco a poco fui abriendo la puerta.

-¿A dónde vas?

-¡Ahhh! - grité, me llevé la mano al pecho – Joder, Adrián, me has asustado.

-Te he hecho una pregunta.

-Voy a ver a un amigo.

-¿Lo saben papá y mamá?

Moví la cabeza fastidiada. Él sonrió y tendió su mano.

Le di dinero, y me prometió que mis padres no se enterarían de que había salido. Menos mal que tengo un hermano para sobornar, sino, no sé que haría.

No lo vi, por lo que le llamé.

-¿Dónde estás?

-Detrás tuya. - rió.

Me di la vuelta.

-No te había visto.

-No te preocupes.

Nos miramos en silencio, era impresionante el silencio que se formaba en la noche.

-¿Vamos?

-¿A dónde?

-Lejos. - reí y caminé a su lado.

-

Los parques de noche solían darme miedo, pero misteriosamente, con Aaron todo desaparece.

No sé qué hora es, y tampoco me interesa. Nos hemos dedicado a hacernos preguntas, hemos reído y nos hemos acercado más.

-Ven aquí. - me acercó a él, colocándome entre sus piernas, con mi espalda apoyada en su pecho.

Me acurruqué, Aaron era muy muy cómodo.

-Gracias.

-¿Qué me estás haciendo? Yo nunca he sido así con una chica.

-¿Y con un chico si?

Rió, que bonito sonido.

-Sólo contigo – susurró en mi oído.

Lo miré a la cara.

-No hagas eso.

-¿El qué?

-Dices cosas lindas y después...

-¿Después qué?

-Me confundes.

Asintió con media sonrisa, y se fue acercando cada vez más a mi.

-¿Ves? Te acercas, pero no me besas, ¡no lo entiendo!

-Cállate - susurró sin darme tiempo a rechistar – Quiero ser tu amigo, los amigos son amigos y ya.

-¿Ibas a besarme?

-No.

Eso dolió.

-Amigos. - dije.

Asintió -¿Lo has entendido?

Asentí – Perfectamente.

Odio la friendzone, la odio.

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